Las restricciones y medidas extraordinarias para plantar cara a la pandemia en gran medida se han desarticulado y, en consecuencia, han sido muchos los espacios en los que el disfrute ha aumentado de forma más que evidente al no ser obligatorio el uso de mascarillas.

Entre estos espacios se hallan los patios de los centros escolares, donde niños y niñas pueden ya jugar sin el lastre del tapabocas.

Son muchos los centros que, además, han optado por aportar un plus para que este disfrute sea mayor, incorporando distintos espacios de juego y apostando por el color e, incluso, el arte en la decoración de muros y cerramientos tradicionalmente anodinos.

Este es el caso de la ikastola Jakintza y de Zuhaizti eskola. En el primer caso, Manex San Sebastian ha convertido en lienzo para su TFG (Trabajo de Fin de Grado) los muros que cierran el patio de los más pequeños, en el paseo de Hériz.

En Zuhaizti ha sido el AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos) la que ha impulsado un cambio muy celebrado por los txikis, que han visto multiplicadas su opciones de juego.

Pero no son estos los únicos centros que en Donostia Pero no son estos los únicos centros que en Donostiahan apostado por dar un paso hacia adelante y hacer de sus patios espacios singulares y divertidos.

Vanesa Alainez, del AMPA de Zuhaizti, explica a NOTICIAS DE GIPUZKOA cómo nació y evolucionó el proyecto de mejora del patio situado junto al viaducto de Iztueta.

El patio del centro, asegura Alainez, “era básicamente una explanada de cemento en la que prácticamente el 50% del espacio disponible se utilizaba para el fútbol y deportes con balón”.

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El AMPA llevaba ya tiempo valorando la ejecución de un proyecto de mejora, incluso había apelado al Ayuntamiento para conseguir ayudas, aunque sin éxito.

A Alainez le tocó tomar el relevo en el impulso del proyecto y “por casualidad” surgió una convocatoria de ayudas del Gobierno Vasco que buscaba “potenciar la igualdad entre niños y niñas y la inclusividad, para romper un poco la hegemonía del balón”, a la par que se contribuía al fomento de la práctica deportiva y del ejercicio físico.

Alainez presentó en nombre del AMPA una propuesta que incluía un rocódromo, un parque de equilibrios con elementos de madera y una zona de césped artificial. El proyecto consiguió el aval el Gobierno Vasco y una ayuda para su ejecución que rondaba los 5.000 euros.

Todos los elementos eran carísimos, porque lógicamente tienen que estar homologados y hay que incorporar suelos de seguridad, etc.”, explica esta mujer, madre de tres niños.

Finalmente, el proyecto pudo ser materializado “hablando con distintos entes”. La dirección del centro pagó la zona de césped artificial y el Ayuntamiento contribuyó haciéndose cargo del coste de pintar una enorme pared que en la actualidad muestra un colorido aspecto y en la que se instaló el rocódromo.

Un padre de la escuela, diseñador gráfico, fue el encargado de elaborar el diseño para el mural, que se ha pintado como proyecto escolar con materiales sufragados por el Consistorio.

Los principales problemas que han encontrado en el camino han sido de carácter burocrático. “Por ejemplo, no se permite voluntariado y es una pena”, añade Alainez.

Finalmente, “se ha logrado dar la vuelta al patio” sobre todo gracias a la labor del AMPA. “En la escuela pública se pueden hacer muchas cosas con voluntad y un poco de sacrificio”.

Alainez califica de “espectacular”, la respuesta de niños y niñas. “Me he roto la cabeza pensando en materiales, en el diseño del circuito de equilibrios... Pues cuando se puso el césped artificial, esa zona libre, la respuesta ha sido inimaginable”, destaca, tanto es así que se están planteando ampliarla.

“Les encanta tener una zona verde en la que lo mismo juegan a golf que dan volteretas, hacen punto o pintan. Han organizado mercadillos y mini conciertos. Antes apenas se sentaban en el recreo y ahora, en días de sol, a veces están allí descalzos, disfrutando. Ha sido un chute de energía que les ha dado mucho juego. Nos ha sorprendido a todos: madres, padres, profesorado y entrenadores”, añade Alainez.“Sin tan siquiera saberlo, necesitaban esa zona libre, verde, para que la disfruten”, destaca.

Lo más complicado y que más tiempo ha llevado ha sido la elaboración del proyecto, para lo que Alainez se puso en contacto con centros como Amara Berri u otros ubicados mucho más lejos, como en Valencia. La negociación con el Ayuntamiento para pintar la pared también se demoró, pero ya una vez todo atado “la ejecución ha durado no más de tres semanas”.

“Yo animaría a que se hagan procesos como este. Todos miramos para otro lado y para hacer cosas que a todos y todas nos gusten hay que involucrarse. Se pueden hacer muchas cosas, pero hace falta voluntad y dedicar un tiempo que sé que a todos nos escasea”, rubrica.