os patios escolares se van desprendiendo de esa imagen tan habitual en otro tiempo que asociaba estos espacios asfaltados a dar patadas a un balón. El recreo es siempre muy revelador. Un escenario que ofrece tanta o más información que la que puede obtenerse en el interior de las aulas sobre la evolución del alumnado. No es extraño por ello que los llamados patios inclusivos cuenten cada vez con más adeptos.

“El objetivo es eliminar todas aquellas barreras que puedan limitar la participación del alumnado. Se trata de crear patios que favorezcan el desarrollo personal, social y académico de tal manera que, entre otras muchas cuestiones, ningún escolar, por inactivo que sea, quede apartado”, explica Lucía Torrealday, directora para la Diversidad e Inclusión Educativa del Gobierno Vasco.

Los centros han comenzado a facilitar así cada vez con mayor interés el uso equitativo de estos espacios. Buscan superar las desigualdades de género, desterrando así la reproducción de roles y las relaciones de poder.

El Ejecutivo autonómico, a propuesta del Departamento de Educación, lleva años impulsando en los centros de Infantil, Educación Primaria y Secundaria proyectos de actuación en favor de la coeducación y la prevención de la violencia de género. Todo ello está muy ligado también al recreo.

Se parte de la base de que el patio es el lugar de desarrollo personal y social. “La inclusividad la entendemos no solo desde el punto de vista del juego, sino también desde la sostenibilidad y el medio ambiente. Es una mirada integral”, precisa Torrealday, que aboga por incluir tantas actividades como sea posible dentro de ese reparto equilibrado de los espacios.

Cada centro debe hacer su diagnóstico de la situación. En Lezo Herri Eskola disponen de una cancha cubierta gracias a unas obras que realizaron hace cuatro años. Quedó entonces un espacio anexo de hormigón que incluía un pequeño bosque. “Era un lugar con muchísimas posibilidades y desde un principio vimos la necesidad de crear un patio más inclusivo en el que el alumnado se pudiera sentir más libre y establecer un mayor contacto con la naturaleza. Era una necesidad compartida con las familias”, explica Olatz Aldabe, directora de este centro educativo.

Mediante tutorías, recabaron la opinión del alumnado antes de iniciar el proyecto de patio inclusivo. “Entre las muchas respuestas, lo que más nos sorprendió es que el alumnado pedía lugares para sentarse. Disponíamos de un par de bancos, que estaban siempre llenos, y no había más”, rememora la directora.

Como explican desde el Gobierno Vasco, cada colegio es el que debe hacer el diagnóstico de la situación en la que se encuentra y a partir de ese análisis elaborar su propuesta de espacio inclusivo. “El objetivo es que la escuela se convierta en un lugar seguro de manera que el alumnado sienta que el centro le proporciona ese contexto de bienestar y confianza. Más aún en un patio, que se supone es un lugar de ocio agradable y amable”, explica la directora para la Diversidad e Inclusión Educativa del Gobierno Vasco.

La actuación más básica suele ser rediseñar el patio donde antes solo se jugaba a fútbol. Otras escuelas van más allá, abordando proyectos de largo aliento. “No todos tienen el mismo punto de partida ni la misma trayectoria. Los hay con zonas exteriores y muchas posibilidades y otros que están ubicados en zonas urbanas, más reducidos, y se ven obligados a echar mano de la creatividad”, detalla Torrealday.

Después de recabar todas las propuestas, la dirección de Lezo Herri Ikastola contactó con una empresa que diseñó el patio. Han abordado desde entonces el proyecto en diferentes etapas. “Lo que queríamos era abrir espacios de conversación, y la verdad es que el resultado ha sido sorprendente”, asegura Aldabe.

Antes los niños jugaban y ahora los vemos gozando. La manera de interactuar ha cambiado radicalmente”. Tanto es así, que desde la propia dirección del centro admiten que suelen observar al alumnado con cierta sorpresa. “El propio lugar que hemos creado favorece que igual te los encuentres mirando a las nubes, sin más. No tienen por qué estar jugando con un balón. Hemos dispuesto tarimas y sobre ellas se suelen poner a bailar de manera improvisada, dejándose llevar por el momento. El espacio es sorprendente”, admiten desde Lezo Herri Eskola.

El Gobierno Vasco ofrece el soporte necesario para desarrollar este tipo de proyectos. En las convocatorias se dan pistas sobre cómo plantear el diseño. Los servicios de apoyo, Berritzegunes, informan y asesoran.

punto de inflexión

El año 2000 fue el que de alguna manera marcó un punto de inflexión en favor de la coeducación, cuando los centros iniciaron un análisis más equilibrado de los espacios. “Incluso donde hoy en día se sigue jugando mayoritariamente a fútbol, la participación de las chicas es muchísimo mayor”. Pero como indica la directora del Gobierno Vasco, a partir de ahora se pretende dar “un paso más allá”, con una mirada más integral. “Se está tratando de distribuir los espacios en función de juegos tradicionales que se quieren recuperar. No solo se trata de crear estos lugares sino de enseñarles a jugar siguiendo -indica Torrealday- maneras de ocio que han caído casi en el olvido”.

Bajo la sombra del covid-19, la vida de los menores quedó limitada a sus hogares y sus pantallas. Para muchos, Internet se convirtió rápidamente en la única forma de jugar, socializar y aprender, y sus efectos perduran. “Hay que abrirles los ojos a otras maneras de ocio. La pandemia no ha ayudado nada. Esperemos que la incidencia se vaya corrigiendo poco a poco por debajo de los doce años”, expresa la directora para la Diversidad e Inclusión Educativa.

“A pesar de que la situación vuelve a ser preocupante, las medidas son más flexibles que el curso pasado, sobre todo en la etapa de Secundaria. Hay que intentar recuperar esa parte más activa”, proponen desde la dirección del Gobierno Vasco. Para ello, “es muy importante la mirada del profesorado para interesarse por lo que ocurre a su alrededor. El momento del patio es muy revelador. Si un escolar no juega un día no pasa nada, pero si eso se repite, habría que analizar qué está sucediendo. El patio ofrece grandísimas oportunidades para ver cosas que no se suelen percibir en el aula. Cuando un patio está bien organizado y los espacios están bien definidos, una mirada activa en esos momentos nos puede dar muchas pistas de muchas cosas”.