"El TicketBai me ha dado el empujón final"
l TicketBai me ha dado el empujón final". Así lo asegura Karmele Barandiaran, comerciante de la única perfumería no adscrita a cadenas internacionales que existe en el barrio de Egia y que cerrará sus puertas a finales de abril.
La comerciante lleva al frente del establecimiento desde hace 21 años y algunos más como trabajadora del mismo comercio, una tienda de barrio en la que han convivido los productos de limpieza y droguería con los perfumes de las mejores marcas y los complementos del vestir, como bolsos, fulares y otros adornos.
La inversión necesaria para poner en marcha el programa informático de facturación para autónomos y pymes TicketBai, que exige la Diputación de Gipuzkoa, así como el pago de su mantenimiento, es, según explica, el último remate de una situación de fragilidad económica, que ha supuesto una pelea constante contra distintos frentes y que finalmente ha perdido. La pandemia ha sido otro martillazo importante para la tienda, en la que los pintalabios y el maquillaje han sido señas de identidad, de capa caída con las mascarillas.
"Goliath, tú ganas", escribe en las redes sociales Barandiaran, en las que informa del próximo cierre de su negocio y anima a los clientes a pasarse por el lugar para liquidar todas las existencias, que se venden con descuentos de hasta el 70%.
"Lo siento de verdad por mucha gente que ha venido durante años", explica la comerciante, que recuerda que su tienda de barrio no solo se han vendido productos, sino que también se ha ofrecido una ración de conversación a las personas que han pasado por ella, especialmente las más conocidas. "Les doy las gracias por haber venido y les seguiré viendo porque sigo viviendo en Egia", añade la responsable de la tienda, situada frente a Tabakalera.
Productos de marcas antiguas, como la crema Abéñula para las pestañas o los maquillajes Cebid, son algunos de los artículos que tienen su propia clientela, un mercado que no se rige por los anuncios de la televisión ni por la propaganda agresiva de las marcas internacionales y que tiene usuarias fieles. "Algunas me dicen que no los van a encontrar, aunque sí existen en otros comercios, a pesar de que ellas se han acostumbrado a comprarlos aquí", señala con pesar la comerciante.
En la última década, explica, el trabajo para mantener a flote un negocio de estas características, como sucede en muchas tiendas de Donostia y otras ciudades, le ha resultado muy difícil. La competencia de precios con las grandes cadenas y la fuga de clientes hacia las grandes tiendas, tanto de centros comerciales como de la propia ciudad, hace que cuadrar las cuentas sea una heroicidad.
Barandiaran explica que "mucha gente dice que apoya el pequeño comercio, pero no son suficientes" como para evitar el continuo goteo de cierres que se producen, en este caso, en la capital guipuzcoana.
De hecho, según datos oficiales del Ayuntamiento, en 2019, antes de la pandemia, la ciudad ya perdió 45 pequeños comercios y otro centenar más el año anterior.
En este contexto, Karmele Barandiaran no busca mantenerse en el sector y cree que cambiará de rumbo laboral. De hecho, estudió Imagen y Sonido en Andoain y nunca ha abandonado del todo el gusto por la creación audiovisual. Junto con su pareja, tiene la productora Txindoki Films, con la que ha creado varios cortos. En los últimos tiempos, además, ha concluido un primer largometraje, Magoado, rodado en Brasil, que se presentará en el festival de Goa (India). Quizás, según dice, ese será su futuro laboral. Maquillajes para los actores no le faltarán.
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