- Asier Martínez acercó el futuro a 13 segundos y 22 centésimas, el tiempo que tardó en recorrer la distancia de 110 metros con diez vallas por medio de la final de los Juegos Olímpicos de Tokio. Con solo 21 años y en su primera gran competición internacional, el atleta de Zizur Mayor se ha ido superando en cada carrera, como si llevara toda la vida en esa prueba tan técnica y traicionera, y en la última, ante los mejores del mundo, logró la mejor marca de su vida. "Es difícil de creer aún que haya corrido una final olímpica", reconoció después de haber dejado su huella en una prueba que ganó el jamaicano Hansle Parchment (13.04) por delante del estadounidense Grant Holloway (13.09) y el otro jamaicano, Ronald Levy (13.10).

A la izquierda de todos, por la calle 2, corrió un chaval navarro que ha sorprendido por su desparpajo y la tranquilidad con que ha afrontado una competición que a no pocos supera. Su desempeño técnico en la especialidad, con 1,90 metros, es casi perfecto gracias al trabajo con el francés François Beoringyan, con el que mete horas en la pista de Larrabide en Iruñea y si no, en la de Artunduaga en Basauri cuando le toca clases de Ciencias Políticas en Bilbao. En Tokio no ha tocado ni una sola valla en tres carreras. "Es mi ventaja, que soy bueno técnicamente", dice con naturalidad. "François me enseñó a batir, a pasar, a respetar la valla, a disfrutar de ellas y que no nos perjudique en la carrera. Todo para sacar provecho a correr en los metros lisos, que es mi gran virtud", añade.

Este año ha sido cuarto en el Europeo absoluto, ganador de su prueba en el Europeo por naciones, campeón de Europa sub-23 y subcampeón de España por detrás de su ídolo Orlando Ortega, que se perdió la cita por una lesión de última hora. Pero Asier Martínez ha cubierto ese hueco de manera inesperada, pero merecida, y ha dejado claro su enorme potencial. Estaba convencido de que tenía esos 13 segundos y 22 centésimas, "o un poco más", en las piernas, "y los he sacado cuando había que sacarlos". Esa es la esencia de las grandes competiciones y el zizurtarra encontró ayer la recompensa a dejar de hacer las cosas que hacen los chavales de su edad: "Salir, trasnochar... Decidí apostar por el deporte para llegar a mi mejor versión, conseguí dedicarme tiempo como deportista", confiesa un vallista que tiene todo el futuro por delante, a poco más de 13 segundos. Ahora le esperan su familia, su cuadrilla de Iruñea "y quince días para hacer lo que toca: correrse una juerga".

La quinta jornada de finales dejó otra serie de campeones en el Estadio Olímpico. El portugués de origen cubano Pedro Pichardo se impuso en el triple salto con una gran marca de 17 metros y 98 centímetros. El estadounidense Ryan Crouser renovó su título en peso con un tiro de 23,30 metros, nuevo récord olímpico. El bahameño Steven Gardiner, campeón mundial en Doha hace dos años, tomó el relevo de Wayde van Niekerk, eliminado en semifinales, en los 400 metros. La estadounidense Katie Nageotte, con un salto de 5,90 metros, se llevó el salto con pértiga, mientras la griega Katerina Stefanidi, campeona en Río, acabó cuarta. El canadiense Damian Warner es el nuevo campeón olímpico de decatlón, con 9.104 puntos, récord de los Juegos, y en el heptatlón femenino, repitió la belga Nafissatou Thiam.

La otra noticia destacada de la jornada fue la eliminación de Estados Unidos en el relevo 4x100 masculino. Su carrera fue muy pobre, fue sexto en su serie y eso provocó las criticas del legendario Carl Lewis. No le falta razón al diez veces medallista olímpico ya que la selección estadounidense puede marcharse de Tokio sin ganar ni una carrera en el estadio.