Maialen Chourraut siempre le han gustado los retos. Por eso en vez de hockey o atletismo, los deportes más populares del Atlético San Sebastián, su club de toda la vida, tiró por el piragüismo. Y, por eso, en vez de aficionarse a la modalidad de aguas tranquilas, fácil y factible de practicar para alguien criado en la costa cantábrica; se encaprichó con las aguas bravas y el eslalon. Es decir, si ya el deporte era minoritario, la modalidad que había escogido era casi desconocida. Sin embargo, eso no amedrentó a una Chourraut dispuesta a hacer historia. La palista lasartearra se propuso dar a conocer su afición y su profesión. Aunque para ello tuviera que marcharse lejos para entrenar -por aquel entonces en la península tan solo existía un canal de competición: el de La Seu d'Urgell- y para mejorar -las rivales más potentes eran de centroeuropa, donde este deporte tenía y tiene más tradición-. Así que Chourraut hizo las maletas y viajó. Se fue a los Juegos de Pekín con la ilusión de sorprender en la modalidad de K-1, pero su primer descenso olímpico se le atragantó. Se saltó una puerta y ese descuido le mandó para casa.

Podía haberle lastrado. Podía haberle roto las ilusiones con las que comenzó, pero este tropiezo olímpico le dio más fuerza. Como ese paso atrás para coger carrerilla. Así que al año siguiente se proclamó subcampeona del mundo y en 2011 mantuvo la regularidad con un bronce mundial en Bratislava. Es decir, el nombre de Chourraut dejó de sorprender. La guipuzcoana ya no era una novata, sino que había madurado hasta convertirse en una de las favoritas. Pero no se conformaba con el podio mundial, quería el olímpico; por lo que fijó su preparación para llegar a los Juegos de Londres en un pico de forma. Lo consiguió o al menos eso reflejaron sus dos victorias en las dos Copas del mundo anteriores a la cita británica. Llegó a la prueba olímpica como segunda en la clasificación general y enseguida demostró que en cuatro años había ganado fuerza física y mental.

Pasó la primera clasificatoria, esa que en Pekín le mandó para Lasarte-Oria, casi sin despeinarse. Con el mejor tiempo se plantó en la segunda, esa que daba el billete para ansiada final; y en esa ronda también fue de las más destacadas. Así que Chourraut se encontró en la bajada definitiva con poco que perder y mucho que ganar. El mal día de la eslovaca Dukatova, por aquel entonces la única palista que la superaba en el ranking mundial, la puso sobre aviso. Cualquiera podía fallar. Pero la guipuzcoana no lo hizo. Solo se desvió un poco al final del recorrido, en la puerta 21, pero terminó con un crono de 106,87 segundos. Solo la superaban dos contrincantes: la francesa Emilia Fer y la neozelandesa Jessica Fox, pero no pasaba nada. Era tercera. Era medalla de bronce. "Mi deporte, el piragüismo slalom necesitaba esta medalla. Hemos hecho unos Juegos excepcionales: yo tercera, Ander Elosegi cuarto y Samuel Hernanz quinto. Hemos hecho un trabajo espectacular todo el equipo, tanto los que estamos aquí como los que no están", dijo tras bajar del podio, exultante.

Y es que Chourraut no solo se había resarcido de su mala actuación de los Juegos de Pekín, sino que además había colocado a su deporte en todas las portadas. Por fin su modalidad tenía la atención mediática que se merecía, por fin la sociedad conocía lo que era el piragüismo slalom. "Esta medalla era necesaria porque ha supuesto muchos años de trabajo en el anonimato. Somos una disciplina que no es conocida, pero hay en ella trabajando mucha gente a cambio de nada y creo que esta medalla y los Juegos de Londres han hecho que salga en la televisión, en los medios y la gente por fin sepa qué es este deporte", concluyó.

Chourraut es una mujer de palabra. Se propuso popularizar el slalom y lo consiguió. Y prometió invitar a toda su familia a comer al restaurante de Martín Berasategui en caso de que se proclamara campeona olímpica. No lo consiguió, pero el hecho de subirse al podio fue una victoria de tal calibre que, aun así, convidó a todos al mesón que tiene el chef guipuzcoano en Lasarte-Oria.

La lasarteoriatarra llegó a los Juegos de Londres tras brillar en el Mundial de Bratislava con un tercer puesto, algo que repitió en la cita olímpica