Donostia – Quincy Hall recuperó para Estados Unidos el oro olímpico en los 400 metros, una distancia en la que el atletismo de las barras y estrellas tuvo mitos como Michael Johnson o Butch Reynolds. El último campeón estadounidense fue Lashawn Merritt en Pekín 2008 y ayer el atleta de Kansas hizo honor a ese legado con una recta final memorable en la que pasó de ser quinto a la victoria tras superar casi en los cuadros al inglés Matthew Hudson-Smith, el campeón de Europa que hizo 300 metros a un ritmo altísimo que pagó a la hora de rematar la carrera y tuvo que quedarse con la plata. El zambiano Muzala Samukonga fue bronce.
La carrera fue excelente y el desenlace fue inesperado, tal y como llegaron los atletas a la recta. Hall, pese a parecer crispado, pudo mantener la velocidad y su marca, 43,40, es la cuarta mejor de todos los tiempos por detrás del 43,03 de Wayde van Niekerk, el 43,18 de Johnson y el 43,29 de Reynolds, y la de Hudson-Smith queda como la quinta, además de suponer el nuevo récord de Europa. Nadie había corrido tan rápido la vuelta a la pista desde hace ocho años.
También tuvo mucha emoción la final de 3.000 metros obstáculos, en la que ganó el favorito, Soufiane El Bakkali. El marroquí es el gran dominador reciente de la prueba y sumó su segundo título olímpico tras el de Tokio, además de los dos títulos mundiales entre ambos, después de una carrera accidentada en su vuelta final por la fuerte caída del plusmarquista mundial, el etíope Lamecha Girma, que en teoría eliminaba un serio candidato al oro. Pero apareció un invitado inesperado, el estadounidense de 29 años Kenneth Brooks, para obligar a exprimirse a El Bakkali en los últimos cincuenta metros para ganar con su mejor marca del año, 8:06.05. El de Washington, que fue durante unos años misionero, fue segundo y el keniano Abraham Kibiwot, tercero.
Oro de Jamaica
Una de las rarezas de la jornada fue que Jamaica logró su primer oro en estos Juegos, pero no de la mano de sus velocistas, sino de Roje Stona, lanzador de disco que se impuso con un tiro de 70 metros exactos, que supone un nuevo récord olímpico y superó por solo tres centímetros al joven lituano Mykolas Alekna, que no pudo imitar a su padre Virginijus, campeón olímpico en Sidney 2000. El bronce acabó en el cuello del australiano Matthew Denny con 69.31.
La última final del día en el estadio fue el salto de pértiga femenino en el que se impuso otra australiana, Nina Kennedy, con 4.90 metros, por delante de la anterior campeona, la estadounidense Katie Moon, y la canadiense Alysha Newman en un podio enteramente anglosajón.
La jornada tuvo también varias rondas de clasificación. Por la mañana, llegó el anticipo del duelo entre Jordan Díaz y Pedro Pichardo en el triple salto. Ambos superaron sin problemas los 17.10 metros requeridos para acceder a la final y se citaron para un desenlace en el que pueden saltar chispas.
Jakob Ingebritsen quiere sacarse la espina de los 1.500 en los 5.000 metros y ayer logró el mejor tiempo en las semifinales, con una serie en la que volvió a marcar un ritmo elevado. En la otra eliminatoria, se produjo una caída masiva en la recta final que afectó a Thierry Ndikumwenayo, aunque el burundés nacionalizado español fue repescado por los jueces y podrá correr la final. Adel Meechal, en cambio, no pudo correr por una indisposición.
Aviso para Lyles
También hubo clasificación en los 200 metros y el favorito Noah Lyles, que busca el doblete de oro de la velocidad, recibió un aviso para la final de hoy por parte de Letsile Tebogo. El atleta de Botsuana superó al campeón de los 100 en su semifinal con un tiempo de 19.96. Kenneth Bednarek y Erriyon Knighton tratarán de hacer un triplete estadounidense en el podio. El canadiense Andre de Grasse, campeón en Tokio y subcampeón de Río, no pudo clasificarse para la final y se comió sus retadoras palabras de los días anteriores.