i Van der Poel ni Van Aert. También son terrenales. Junto al danés Asgreen, fueron los más fuertes en el Tour de Flandes, y, en la selección final, tras muchos ataques, quedaron solos en cabeza. En las colinas adoquinadas, Van Aert parecía más débil, lo que se certificó en el demarraje de Van der Poel en la subida al Kluisberg. Lanzó un ataque que solo aguantó el danés. Asgreen es un rival dotado de una gran inteligencia táctica, y en el esprint pudo con Van der Poel que, exhausto, se quedó sin gasolina de golpe. Creo que la estresante y reiterada rivalidad entre Van Aert y Van der Poel les pasó factura.

Días antes Van Aert ganó la Gante-Wevelgen, un Tour de Flandes con idénticas dificultades pero con 60 kilómetros menos. Van Aert gana en cualquier terreno, al esprint, como en esta prueba, en contrarreloj, o en ciclocross. Y Valverde volvió a triunfar en el Gran Premio Miguel Indurain de Estella, a sus 41 años, tras casi dos de sequía. La mala noticia vino con el aplazamiento de la Paris-Roubaix debido a la situación de la pandemia en el norte de Francia.

Otro asunto ha sido la entrevista que Jordi Évole realizó en su programa televisivo al médico Eufemiano Fuentes, la cabeza científica de la Operación Puerto, aquella enorme trama de dopaje en el ciclismo estatal. La entrevista prometía mucho y estuvo precedida de una intensa propaganda por la cadena donde trabaja Évole. Parecía que, igual que Bárcenas con el PP, Fuentes iba a tirar de la manta, a dar nombres. Pero resultó decepcionante. Un espectáculo de medias verdades. Sostuvo que él nunca dopó porque era un adelantado que usaba métodos de mejora antes de que éstos fueran considerados doping y prohibidos. Admitió haber efectuado transfusiones de sangre, pero escudándose en que entonces eso no era delito. Se postuló como defensor de la salud de los corredores, sugiriendo que si las carreras fueran menos duras no existiría esa necesidad. No es cierto, también existe el dopaje, otro, en las pruebas de velocidad. Tampoco Évole estuvo a la altura, parecía un teatro con todo ensayado. Le preguntó nombres, una, dos, tres veces, y a la cuarta dijo Fermín Cacho. Nada más. ¿Por qué solo Cacho? ¿Era algo pactado? ¿A cambio de qué, de más entregas del folletín? Un solo nombre es más injusto que ninguno. Recuerdo un poema muy ácido de Bertold Brecht, en su Balada del consentimiento a este mundo. Dice algo así: "Para algunos periodistas, la sangre de sus víctimas/ suele hacerles de tinta. Los asesinos no lo hicieron" /y ayudan a distribuir las hojas aún mojadas/ afirmando: tiene buen estilo, tiene que leerlo". Tras el programa seguimos sin saber nada nuevo. En estos aspectos del doping se habla desde la óptica de la salud, o de la de las trampas, de la desigualdad entre unos y otros. Pero nunca desde una perspectiva que es capital, la del derecho a la verdad, el derecho que la ciudadanía tiene a saber lo que se hizo, lo que se hace, convirtiéndose en un asunto de democracia.

La Real se llevó la Copa, y hay que recordar aquí la historia de la primera que ganó, en 1909, porque lo hizo con el nombre de Club Ciclista San Sebastián. Ese club había sido fundado por un ciudadano francés afincado en la ciudad, Julián Comet, que montó un comercio de bicicletas. Comet y su compatriota Gervais construyeron el velódromo de Atocha. Los pioneros del fútbol donostiarra empleaban ese velódromo como terreno de juego. Cuando, tras una serie de éxitos, el equipo decidió presentarse a la Copa de España, necesitaba una licencia federativa, que la entidad del club ciclista tenía, y que les prestó. La tienda de Comet, en la Avenida de la Libertad, era el escaparate admirado por todos los amantes del ciclismo, donde buscábamos los últimos adelantos para nuestras bicicletas.

La Itzulia promete una revancha del pasado Tour, con el primer asalto ganado por Roglic, en el mismo terreno donde lo perdió frente a Pogacar, una contrarreloj. Tras haber sido derrotado en la reciente Paris-Niza con malas artes, siendo atacado mientras se había caído, fue un feliz acto de justicia poética. El Tour de Francia de 2023 saldrá, como la Itzulia, de Bilbao, discurriendo sus tres primeras etapas por tierras vascas. Es un bello gesto que reconoce la gran afición que existe aquí por el ciclismo. Y me gusta subrayarlo en las fechas del Aberri Eguna. Y entre el derecho a la verdad y el Aberri Eguna, mi mente se fuga a un lejano recuerdo, el del Aberri Eguna clandestino de 1967, celebrado en Pamplona, y al que asistí siendo un niño muy pequeño de la mano de mi padre. Al regresar a Donostia, trajimos en nuestro Seat 600 a un chico con barba muy tupida y larga que regresaba de la protesta. Años después supe que ese joven que volvió sentado a mi lado en el asiento de atrás, camuflado con nuestra familia, era el cantante Imanol Larzabal. Imanol, que en su último disco cantó un poema de Lope de Vega, Ausencia, donde dice: "Creer sospechas o negar verdades es lo que llaman en el mundo ausencia". En esa ausencia seguimos ante al doping, mientras, frente a las apariencias, continuamos buscando la luz.

A rueda

Tras la entrevista de Jordi Évole a Eufemiano Fuentes, seguimos sin saber nada nuevo; tenemos derecho a saber lo que se hizo y lo que se hace