Los cuerpos de los jugadores de la NBA tienen una musculatura casi de fisicoculturistas. Gente mastodóntica y superatlética que se faja en la cancha cada pocos días. Son como Ferraris compitiendo entre sí. En el caso del Gipuzkoa Basket, que hace unos días arrancó los entrenamientos de la nueva temporada en la LEB Oro, la segunda categoría del baloncesto español, la plantilla es bastante más liviana. Lo dice el irunés Javi Romero (29 años), fisioterapeuta del club donostiarra: “Me encantaría decirte que son unas bestias, pero la realidad es que este equipo se ha caracterizado por ser muy poco físico y jugar muy bien al baloncesto”. No lo cuenta a modo de crítica; simplemente es lo que hay. Además, en este deporte “lo más importante no es el aspecto físico: basta con tener una base muy buena y unas características de altura y peso concretas”. Por sus manos pasan todos los jugadores del GBC. ¿Quién le ha impresionado más? Romero se deshace en elogios hacia Alex Barcello, uno de los nuevos rostros del equipo. “Salta bastante con muy poco esfuerzo”, asegura. ¿Tipo Michael Jordan? Ríe con el comentario, y añade que el escolta estadounidense “juega tranquilísimo”.

Romero trabaja lejos de los focos, pero su labor no es menor: él está ahí cuando sus jugadores sufren un percance, necesitan estar al cien por cien o para ayudarles a dar lo mejor de sí mismos. Es una tarea muchas veces invisible que acepta de buen grado. Como esos actores secundarios que brillan en el cine con unas pocas escenas y sin hacer demasiado ruido. “El jugador lesionado pasa mucho tiempo con el fisio”, afirma.

La lesión como proceso

Este año, apunta, es el responsable del área de rendimiento físico, por lo que hace un seguimiento de “todo el proceso de la lesión”. Conoce bien este deporte de equipo. Hacia los 10 u 11 años le entró la fiebre por el baloncesto. Romero jugó primero en el Easo Gipuzkoa Basket de San Sebastián y, a los 16 años, probó suerte con el Erroibide Irun, un equipo más humilde. Después se marchó a un club de Hendaia. Y mientras estudiaba el doble grado en Fisioterapia y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en Madrid, jugó en Pinto, donde sufrió un calvario de lesiones que precipitaron su adiós. 

“No entiendo la fisioterapia sin ejercicio ni el entrenamiento sin conocimientos fisioterapéuticos”

El oficio le llegó de rebote, ya que al principio se había matriculado en la carrera de Física. “Una fisioterapeuta del Hospital de Bidasoa me decía que estaba todo el día preguntando para qué y por qué servía cada cosa y se me encendió la bombilla”, recuerda. Su cuenta de LinkedIn da varias pistas sobre los métodos y la filosofía con los que suele trabajar. “Me dejo guiar por la evidencia científica y no paro de preguntarme si se puede mejorar lo que estoy haciendo”, resume. Sería algo así como dudar mucho para atinar después y tener el temple de encestar, como en sus tiempos de jugador. 

En esta red social, Javi Romero ha recopilado frases motivacionales muy jugosas. Aquí va una de las reflexiones: “El éxito no es un suceso, sino el hábito de dar un extra cada vez”. “Es lo típico: pasa un tren y crees que ese es el tren del éxito”, amplia durante la conversación, pero, en realidad, “los hábitos suman mucho más de lo que se puede hacer de manera puntual para mejorar y llegar a tener éxito”. Otra frase sacada de su LinkedIn: “No entiendo la fisioterapia sin ejercicio y, al revés, no entiendo el ejercicio o entrenamiento sin conocimientos fisioterapéuticos”. Y otra explicación más por parte de Romero: “Son dos piezas del mismo puzle. El cuerpo hay que entenderlo de una manera más global”, subraya.

En las alturas

Por aquí. Cerca de casa se queda con las escapadas en bici y a pie a Aiako Arria, una gran mole con hermosas vistas al que le saca partido siempre que puede visitando sus rincones.

Por allí. En invierno coge “la furgo” y suele desplazarse hasta los Pirineos para practicar esquí y snowboard. Últimamente ha descubierto el esquí de fondo y el ‘splitboard’, una peculiar tabla de snowboard partida por la mitad.