Convertirse en profesionales es el gran reto que se empezaron a marcar hace unos años algunos deportes femeninos. El fútbol ya lo será a partir de la próxima temporada. El baloncesto y el balonmano aún no, aunque se están dando pasos hacia ese objetivo y las jugadoras, por ejemplo, ya tienen convenios que defienden algunos de sus derechos laborales básicos. En la Liga Guerreras Iberdrola, los equipos que disputan alguna competición europea están obligadas a tener, como mínimo, doce jugadoras con contrato, ocho de ellas a jornada completa (el Bera Bera tiene a todas con contrato), mientras que en la Liga Femenina de basket todas las jugadoras deben tener contrato, sin especificarse el tanto por ciento de su jornada. El hockey hielo, por su parte, está lejos de este escenario.

El "puzle", según exponen las tres gestoras de la mesa, es más complejo que el sueldo que recibe una jugadora. "Ellas miran el dinero neto que reciben al mes, pero hay más. Ser profesionales es cotizar cada mes y tener un contrato en condiciones. Las jugadoras piensan que van a ganar más dinero, pero a veces no es así. Hay un presupuesto y no te puedes salir de ahí. Profesionales sí, pero los clubes tenemos el dinero que tenemos. Y hay más cosas: en Zubieta tenemos unas instalaciones de lujo, comen ahí, una preparación física de máximo nivel...", comenta Garbiñe Etxeberria.

Azu Muguruza sigue en esa línea expuesta por la directora deportiva de la Real: "Hay que ver todo. ¿Dónde pones el dinero? ¿Solo en la pista? ¿Cuánto inviertes en estructura, por ejemplo? Si inviertes ahí, en preparación física o en un buen servicio médico, todo tiene su valor. Y luego está el tema de los pisos para las jugadoras, que en Donostia no son baratos".

El Super Amara Bera Bera, por ejemplo, va a dar un paso adelante el próximo curso, tal y como indica Tati Garmendia: "En balonmano se pagan diez meses a las jugadoras. Nosotras el año que viene les vamos a pagar en once meses. Es la misma cantidad de dinero, pero repartida en once meses en lugar de diez. Así las jugadoras cotizan un mes más al año, aunque para el club es más caro".

Azu Muguruza matiza que, en ocasiones, "el sector jugadora no gestiona bien este crecimiento". Y se explica: "Piensan que por tener un convenio pueden pedir cosas que en realidad no están al alcance de los clubes, porque el dinero es el que es, aunque ahí también queremos crecer. ¿Sueldos a doce meses? (en baloncesto son de ocho). Entonces ni podríamos ni salir. Hay que evolucionar, pero ser realistas, si saltas tres escalones la mitad de clubes se quedan fuera".

Irene Senac escucha atenta y ve el fútbol, el baloncesto o el balonmano como modelos en los que fijarse de cara al futuro: "En hockey hielo el único contrato que tenemos es cuando vamos con la selección. Rosa (Zubeldia, la presidenta del Txuri-Urdin) pelea una barbaridad por nosotras, porque en otros clubes las jugadoras se costean hasta el material. Nosotras no. Ojalá mañana nuestro problema sea cotizar un mes más o menos. Pienso en todo el tiempo que he dedicado al alto nivel y lo poco que he cotizado. Sueño con que el hockey hielo consiga más cosas en el futuro". "Nosotras veníamos de ahí", le dice Garbiñe Etxeberria: "En la Real al principio no había sueldos. Te entiendo perfectamente. Por eso valoramos lo que tenemos. Pero siempre con ganas de crecer".