El reto no era fácil: llevar un queso de DO Idiazabal en la mochila desde Arruazu (Navarra) a Isaba, en el Roncal, después de 171 kilómetros y un desnivel positivo de 7.000 metros por caminos y senderos de montaña. Aritz Ganboa de Miguel lo consiguió hace un par de semanas en una aventura que unió pueblos y gentes para poner en valor el pastoreo y un mundo rural sostenible.
Un desafío que se plasmará en el documental Bideak, que contará esta historia y muchas otras. “A lo largo de 70 minutos recogerá relatos de un modo de vida ligado a la tierra, un trabajo comprometido basado en la cultura recibida por nuestros antepasados. También paisajes y sonidos”, apunta este pastor de Arruazu, todavía recuperándose de este ultratrail en el que estuvo acompañado por el amezketarra Iker Karrera, el otro protagonista de esta historia junto a las numerosas personas que de diferentes maneras han apoyado a Ganboa.
“El hilo conductor del documental es el reto pero el contenido es todo lo que nos hemos encontrado a lo largo de este camino”, apunta este pastor de 40 años. “Tenemos muchas horas de grabación y ahora hay que editar, guionizar y construir un recorrido del documental. Queda bastante trabajo y seguimos con las ganas, aún más después de superarlo”.
Aficionado a las carreras de montaña, Ganboa nunca se había enfrentado a distancias mayores de 80 kilómetros. Pero tenían que ser 171, los que separan estas localidades de Sakana y Roncal, de donde son su padre y su madre, respectivamente. “El objetivo era tender puentes entre el mundo rural y urbano, tomando como punto de partida dos quesos, dos denominaciones de origen pero una misma forma de vida y un oficio”, destaca Ganboa. “Quería hacer una especie de homenaje a mis orígenes, tanto territoriales como de actividad. Pensé que la mejor forma de hacerlo era unir mi pasión y mi trabajo, el deporte y el pastoreo”. Asimismo, señala que también era una llamada de atención para reflexionar sobre la necesidad de salvaguardar el patrimonio material e inmaterial. “Izan zirelako, gara; garelako, izanen dira. Porque fueron, somos; porque somos serán”, observa.
Si bien realizó una preparación exhaustiva, no sabía cómo le iba a responder el cuerpo y, sobre todo, la mente, fundamental en este tipo de pruebas. “Todas las dudas que tenía se fueron disipando conforme avanzaba la carrera. También hubo momentos malos. Pero en general fue muy bien. El tiempo acompañó y también contribuyó la gente que estaba a lo largo del recorrido. Te mantiene”, destaca. “Iker Karrera, que cuenta con una amplia experiencia en ultra-trails, marcó el ritmo. Ha sido muy fácil seguirle”, reconoce. Transcurrida una semana de aquella aventura, Ganboa asegura que se encuentra “muy bien”, y ya con ganas de volver a correr. “Las piernas se han recuperado muy bien. El trabajo que hizo Ana de avituallamiento fue muy bueno”, observa.
caminos El reto comenzó el sábado 26 antes de amanecer, cuando Ganboa partió de su pueblo, Arruazu, acompañado de una docena de corredores del grupo de montaña Sakana Bizirik. La primera parada fue en San Miguel de Aralar, donde le esperaban los pelotaris Aitor Zubieta y Josu Bergera. De allí se dirigieron a Madotz, Goldaratz, Latasa, Zarrantz, Muskitz, Aróstegui, Gascue, Olagüe, Leazkue, Egozkue, Iragi, Usetxi, Saigots, Linzoáin, Bizkarreta-Gerendiain, Aurizberri, Auritz y la Fábrica de Armas de Orbaitzeta, adonde llegaron cuando ya había entrado la noche. En la mayoría de los pueblos y algunas partes de los recorridos les esperaban numerosas personas para darles ánimo.
Tras un descanso, a la 1.30 horas de la madrugada volvieron a ponerse en marcha para adentrase en la Selva de Irati. A buen ritmo, a las 6.30 horas habían hecho cima en el Orhi, el monte más alto del recorrido, el primer dosmil del Pirineo, otro de los momentos mágicos de este desafío bajo un manto de estrellas. El amanecer les pilló en Larrau, camino de la chabola de su bisabuelo en Laza, donde les esperaban familiares de Roncal. El siguiente destino fue Ustárroz, ya en tierras de Roncal, donde vieron amanecer. Allí fueron recibidos con txalapartaris, el anuncio de que el final estaba cerca.
La llegada a Isaba, acompañados de una treintena de corredores, fue a las 11.00 horas del domingo 27. Isaba celebraba la Despedida de las Golondrinas, una fiesta en la que se homenajea a las mujeres que el pasado siglo cruzaban los Pirineos para ir a Maule como alpargateras. El recibimiento fue con honores, sobre una alfombra roja y bajo un arco que formaron pastores con sus makilak. Habían transcurrido 27 horas desde que echaron a correr.
Cumplido el objetivo, llegar él y su queso a Isaba, fue el momento de intercambiarlo por otro de DO Roncal. Entonces comenzó otro camino, el de dar forma al documental para que plasme el propio reto y todo el patrimonio que rodea al pastoreo. Para financiar este proyecto se ha puesto en marcha una campaña de crowdfunding en la web www.bideakdokumentala.eus.