azpeitia - Pregunta la víspera de la entrevista si debe acudir a la cita vestido de calle o con el maillot ciclista. Y parece que termina decantándose por lo primero. Pero finalmente se presenta con la indumentaria del Cafés Baqué, la bicicleta de montaña y barro hasta las orejas. Oier Ibarguren (Azpeitia, 1997), genio y figura, se justifica a su manera. “Me han dicho que aprovechara y que hiciera un poco el tonto si quería”, explica entre risas. El de ayer lunes era su último día fuera de temporada. Y desde hoy toca completar los entrenamientos diseñados por Xabier Muriel, su nuevo preparador de cara a un curso que encara como un todo o nada. “O paso a profesionales, o cuelgo la bicicleta”.
La semana pasada anunciaron su fichaje por el Caja Rural amateur, equipo en el que competirá en su primer año como Élite. ¿Contento?
-No te voy a engañar. Mi intención era dar ya el salto. Y pensaba que podía conseguirlo, con la temporada que me ha salido (ha logrado cuatro victorias, ofreciendo un notable nivel). He visto pasar a profesionales a gente que ha hecho menos méritos que yo. Pero, respondiendo a tu pregunta, sí que estoy contento con el fichaje por el Caja Rural. Una vez asumido que continúo corriendo en aficionados, se trata de un paso adelante. Espero hacer otro buen año y poder subir de cara a 2021.
En los mentideros ciclistas se ha dado por hecho que usted tenía asegurado el paso al Euskadi Murias de no haber desaparecido el equipo de Odriozola.
-Ya, pero eso no es cierto. Yo con el Murias ni siquiera llegué a hablar. Otra cosa es que en el equipo se fueran a producir varias vacantes y contaran conmigo para cubrir alguna. ¿Que me podían llamar? Pues es muy probable. Pero se ha creado una especie de mito que no responde a la realidad. También llegué a escuchar en su día que lo tenía todo hecho con la Fundación Euskadi.
¿Le apena que la formación naranja haya contratado a nueve ciclistas y no haya recurrido a Oier Ibarguren?
-Claro que me apena. Correr con ellos me hacía muchísima ilusión. Pero también les entiendo. Porque esos fichajes que comentas corresponden a ciclistas de experiencia que el equipo necesita en su paso a la categoría Continental Profesional. Y porque, en cierto modo, las plazas para gente joven y de casa ya las tenían cubiertas de antemano. De todas formas, repito que también siento ilusión con lo que me espera esta temporada en un equipo de gran nivel como el Caja Rural.
Tras cuatro años como sub-23, va a seguir compitiendo como amateur. ¿Entraba esto en sus planes?
-No (rotundo). Tenía marcada esta pasada temporada como último año. Si no pasaba a profesionales, dejaba el ciclismo. La ilusión nunca la he perdido. Pero veía el final de la categoría sub-23 como un punto de inflexión para empezar una nueva vida: o corredor profesional, o trabajador normal. Ciclista aficionado, no. Si me quedaba sin dar el salto, como ha terminado pasando, contaba con encontrar un empleo y dejar de vivir de mis padres. Tengo hecho un Módulo Superior de Mecatrónica Industrial.
¿Qué le ha llevado a cambiar de parecer y seguir en activo un año más como amateur?
-Pues haber hecho una muy buena temporada y haberme visto a las puertas de subir a profesionales.
Una “muy buena temporada” con cuatro victorias...
-Los mejores resultados han llegado después de la primavera, tras la Vuelta a Navarra. Pero ya antes me estaba encontrando bien. Tuve mala suerte en Urraki, donde coroné en cabeza el primer paso y rompí un radio en el descenso. También en Aiztondo, donde se me soltó una biela yendo en el grupo delantero. Afortunadamente, a partir de junio todo ha salido mejor.
¿Qué cambió entonces?
-Poca cosa. Simplemente se acabó la mala fortuna y cogí una inercia positiva, una buena racha. Recuerdo una prueba de esfuerzo que me hicieron y tras la que Adrián López, el director y preparador del Cafés Baqué, me dijo que estaba en condiciones de disputar carreras. Supongo que aquello me daría también un plus de confianza. Porque la primera victoria, en Beasain, llegó muy poco después.
¿Cómo se definiría como ciclista?
-Soy completo. Me adapto a todos los terrenos, pero tampoco destaco en ninguno. Tengo mucha fuerza y mucho peso. Así que con la fuerza me muevo bien cuesta arriba, pero también soy capaz de ir rápido en el llano. No me quejo, porque es bonito tanto lanzar a un compañero velocista como romper el grupo en las rampas de un puerto.
¿Qué le dice fichar ahora por un equipo como el Caja Rural, con estructura profesional?
-Está claro que tener ahí a la plantilla de arriba supone un aliciente. Me han dicho que, en caso de necesidad, existe incluso la opción de subir durante la temporada. Me haría ilusión. Pero la situación también me genera cierto respeto, porque para que te elijan a ti tienes que destacar. Y tengo miedo de que en el equipo pueda haber comportamientos más individualistas. Si ayudas a un compañero, luego no vas a poder disputar la carrera. Eso está claro. Aunque, al menos en mi caso, si toca colaborar lo voy a hacer sin problemas.
¿Es su última oportunidad?
-Sí, sí. O subo ya o nada, lo dejo. Pero bueno, el año pasado a estas alturas decía lo mismo y mira (risas).