Los vínculos sociales son fundamentales para la salud física y mental de las personas, influyendo en nuestro bienestar y desarrollo integral. Contribuyen a una autoestima sana o la gestión del estrés y pueden reducir el riesgo de enfermedades como la depresión, la ansiedad o el deterioro cognitivo. 

En este sentido, desde Osakidetza, en concreto desde la OSI Bilbao-Basurto, en un proyecto genuino del Ambulatorio de Rekalde, surge el proyecto Saretzen (“Tejiendo redes”) que pretende contribuir a la creación de estos vínculos, a través de la prescripción social, como una herramienta de promoción de la salud.

Protagonistas

Así, con el orgullo que provoca el trabajo bien hecho, hablan de Saretzen las cinco mujeres que han liderado el proyecto. Ana Mª Rubio, jefa del Centro de Salud de Rekalde; Mª Victoria Díaz, responsable del Área Administrativa; Marta Alonso, responsable de Enfermería; Arantxa Rina, enfermera del centro; y Ana Barrena, médico de familia y -en palabras de la jefa del Ambulatorio de Rekalde- el origen de esta idea. 

Aunque esta última asegura que el proyecto ha salido adelante gracias a que todo el grupo de profesionales lleva años en este y otros centros, conociendo otros espacios pero también la comunidad. Unas jefas de equipo que han propiciado, desde el comienzo, “los tiempos de reunión, los espacios y los acercamientos a otras personas y a otras compañeras”. Donde facilitar las redes entre personas ha sido al mismo tiempo un objetivo y también una pieza clave a la hora de llevar a cabo el proyecto.

Barrena cuenta que Saretzen parte de la base de que “el apoyo comunitario, las conexiones sociales, mejoran la salud. Es algo que está ya demostrado”. De esta manera, la médico explica que la idea nace de la situación de recibir a una persona en consulta y pensar: “a lo mejor le vendría bien relacionarse más o poder salir a algún sitio”. 

Y existen opciones. Hay asociaciones, actividades, grupos… Y las hay muy cerca. Se trata de encontrar la opción idónea para ayudar a la persona que tienen delante. De esta inquietud nace el proyecto Saretzen. De la urgencia de tener una herramienta que concentre todas las alternativas sociales que existen cerca del centro de salud para poder recomendarlas a las personas en las que se detecta esta necesidad. “Queremos tender puentes con esa persona, que pueda ampliar su red social para mejorar su salud tanto física como emocional”, dice Rubio. 

Desde el Ambulatorio de Rekalde, se propone a las personas que llegan al centro y que encajan en la idea del proyecto, una serie de actividades o servicios -divididos en diferentes categorías- que se ajusten a sus gustos, intereses y necesidades. Realizan de esta forma un trabajo de conocimiento del paciente que Rina explica que “se hace previo en consulta” para poder “poner el foco en hacer prescripción social” porque “está claro que la mejora en salud no siempre depende de un fármaco”, cuenta Barrena.

Una prescripción que se basa en ofertas en espacios cercanos al centro de salud, ofertas “del barrio”. “Hemos hecho el trabajo de cambiarnos de uniforme y reunirnos con las asociaciones y hemos empezado a conectar”. Rina enfatiza en “la importancia de la comunidad” y de dar a las asociaciones locales “su lugar” en la promoción de la salud para generar confianza y respeto comunitario en pos de la mejora de la salud.

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Barrena se retrotrae a la historia de la sanidad, hasta la lista de pacientes que comenzó en 1942. “Aquel listado era realmente una lista de familias donde el médico tenía alrededor de 700 familias”. Esa lista constituía entonces el vínculo con el médico. “Yo por eso peleo, por mantener ese vínculo”, dice Barrena, porque “es muy importante tener ese listado para poder hacer luego proyectos de salud comunitaria”. Y porque ese vínculo entre médico y paciente va en favor de la sanidad universal y “si eso se rompe, sería un problema”.

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