hondarribia - En casa y descansando, que ya hacía falta?
-Es lo que tocaba después de la Clásica. Durante el mes y medio previo tuve 28 días de competición. Pero es que, además, entre carrera y carrera me entrené en altura, lo cual también desgasta. Ya estaba empezando a notar la fatiga.
¿Siente que este año ha dado un paso adelante en cuanto a rendimiento? Al margen de los resultados.
-Claro, es que es eso. Muchas veces no te puedes quedar con los resultados, porque no dicen nada. Mira la Clásica el otro día. Se formó una escapada de quince y mi clasificación final no fue la esperada. Como puntualizabas, prefiero quedarme con el rendimiento ofrecido.
¿Y qué balance hace del mismo?
-Pues muy positivo, tomando de nuevo la Clásica como referencia. En la subida final a Murgil coroné en un grupo de cuatro con Annemiek Van Vleuten, ganadora del reciente Giro; Ashleigh Moolman, que tiene el palmarés que tiene; y mi compañera Erica Magnaldi. Se quedó atrás gente como Amanda Spratt, tercera en el propio Giro. Todo esto significa que me encontraba en un buen momento de forma. Las piernas respondieron. Pero hay situaciones de carrera ante las que no se puede hacer gran cosa.
Está bien que me cuente cómo fue la cosa en el pelotón, porque no lo pudimos ver por la tele.
-Pues eso, coronamos solo cuatro. Lo que pasa es que luego, ya a 300 metros de meta, justo antes de enfilar al Boulevard, entró por detrás un grupo de otras cuatro o cinco. En Murgil sabía que ya no existía opción de victoria, pero quería que atrás también hubiera carrera. Durante el año tenemos muy pocas oportunidades de competir ante tanto público, y se trataba también de que la gente lo viviera y se emocionase, de poner un granito de arena para que el ciclismo femenino atraiga a más aficionados.
Ya que hemos entrado de lleno en el tema de la Clásica? ¿Qué se comentaba en el pelotón tras la edición inaugural?
-La carrera en sí misma nos dejó muy buenas sensaciones a todas. Incluso ciclistas de gran nivel que no vinieron y lo vieron por la tele me enviaron mensajes diciendo que el año que viene quieren estar aquí. Tras llegar a meta hablé con varias corredoras y estaban súper emocionadas por todo lo que habían vivido. Parece que en la organización también terminaron contentos. Y esto es importante de cara a dar continuidad a la prueba durante los próximos años.
Usted es de Errenteria. Tiene Jaizkibel a tiro de piedra.
-Pues imagínate la de Clásicas que habré visto allí. Todas hasta hace dos años, creo. Hablamos de una carrera que siempre he vivido desde la cuneta. Y este año me ha tocado participar.
¿Lograrlo era un sueño?
-Todo el mundo me pregunta lo mismo. Si te soy sincera, no. No era un sueño. Más que nada porque nunca se me había pasado por la cabeza. Iba a ver la prueba pero, como no existía en versión femenina, tampoco es que fantaseara con correrla. ¿Un sueño? Lo podían ser unos Juegos Olímpicos, un Mundial? Pero la Clásica no. Ahora bien, la cosa cambió cuando supe que se iba a celebrar la primera edición.
Ahí sí que se convirtió en un sueño.
-Un sueño y un objetivo. Lo que pasa es que aquí volvemos a lo que hablábamos antes. El Mitchelton vino con un equipazo. Podía ganar con cualquiera de sus seis corredoras. Y yo no podía estar saltando a todos los ataques. Debía correr con calma y seguir a las mejores en la subida final. Tras bajar Jaizkibel, sin embargo, se formó una escapada que llegó a meta. Eso es difícil de controlar.
Me dijo el sábado tras la Clásica que el ciclismo femenino es más imprevisible que el masculino?
-Lo es. Y lo fue aún más en la Clásica, por las circunstancias. Coincidía con una prueba del World Tour en Londres y aquí faltaron varios equipos fuertes. La carrera resultó aún más ingobernable.
Iba a decirle que el ciclismo femenino es, por un lado, más imprevisible. Pero, por otro, quizás menos abierto. El dominio de las mejores resulta mayor. Y hasta para una ciclista de su estatus, siempre en el top 10 en pruebas de primerísimo nivel, se hace muy difícil ganar.
-Tú te pones a ver el Tour de chicos y pasan cosas: llega una escapada, el líder se queda atrás?
¿Y en chicas?
-Siempre ganan las más fuertes. Que siempre suelen ser las mismas, como es lógico. En el pasado Giro, Annemiek Van Vleuten iba de rosa y era ella quien atacaba cuesta arriba. Además, no llegó a meta ninguna fuga.
En el ciclismo masculino, el corredor de nivel equivalente al de Ane Santesteban, póngale el nombre que quiera, tiene un palmarés sobresaliente. En el suyo, en cambio, solo figura el Estatal de 2013.
-Claro, es por lo que estamos comentando. El dominio de las mejores es muy grande. Y apenas existen oportunidades para las demás, por mucho que estemos delante y cerca de forma regular.
Su deporte en versión femenina vive de un tiempo a esta parte importantes progresos y mejoras. ¿Pueden provocar que cambie esto que me explica? ¿Pueden propiciar carreras más inciertas? ¿Puede aumentar el ramillete de candidatas?
-(Se lo piensa) No lo sé? Se trata de algo que también depende mucho del tipo de prueba. Por ejemplo, en el OVO Women’s Tour (carrera de seis etapas disputada en junio en Gran Bretaña) vimos recorridos mucho más largos y una forma de correr más parecida a la de los chicos. Sin embargo, en trazados más cortos las competiciones resultan mucho más locas. Respondiendo a tu pregunta, quizás sí que cambien las cosas cuando el ciclismo femenino vaya creciendo en todas partes y aparezca más gente de primerísimo nivel. Esto podría, a su vez, dar oportunidades a un mayor número de corredoras.
¿Vivimos en uno de esos sitios en los que el ciclismo de las chicas está creciendo?
-Sí, a nivel nacional desde luego. La incorporación del Movistar al pelotón ha sido potente. Corredoras locales que estaban estudiando o trabajando no tenían la opción de dedicarse profesionalmente al ciclismo, porque los equipos que había no les daban unas mínimas condiciones. El cambio que ha supuesto la creación de la estructura ha implicado a su vez un salto de nivel.
En nuestro entorno han mejorado, así, las condiciones económicas y profesionales para las corredoras. ¿Qué me dice del factor social? ¿Tienen ahora las ciclistas y sus competiciones una mayor repercusión?
-Desde luego. Yo nunca había vivido cosas que sí me han pasado estos días, a raíz de la Clásica. La gente me para, me pide autógrafos? ¡Incluso vestida de calle! El sábado pasado me quedé en Donostia tras la carrera y había aficionados que querían sacarse fotos conmigo.
Las chicas de la Real pusieron Gipuzkoa patas arriba el pasado mes de mayo. ¿Siguió todo aquello? ¿Sintió envidia?
-No, envidia nunca. Estoy orgullosa de venir de donde vengo. Y de que, yéndonos a mi deporte, en la Clásica San Sebastián se haya apostado por la igualdad, en todos los sentidos. Así ha ocurrido en cuanto a premios. Y también en cuanto a recorrido, con los kilómetros finales idénticos a los de la prueba masculina. Antes existía, en cierto modo, la mentalidad de que las chicas no podían subir Jaizkibel, pero el sábado lo hicimos. Y luego pasamos dos veces Murgil. Las cosas están cambiando y, como te decía, yo me siento orgullosa. Orgullosa de cómo apuestan en mi tierra por el deporte femenino, ya sea en formato futbolístico o de Clásica ciclista. Tú ahora coges el periódico o enciendes la tele y puedes seguir el ciclismo femenino mucho más fácilmente que hace un tiempo no muy largo. El otro día en el Teleberri emitieron una pieza entera con Lourdes Oyarbide. Pocas veces habíamos visto algo así.
¿Le gustaría ser ahora cinco añitos más joven? Más que nada, para que su carrera abarcara en mayor medida ese crecimiento del ciclismo femenino que ahora vivimos.
-Sí. Porque yo hasta los veintibastantes (tiene 28 años) no me he podido dedicar profesionalmente a esto. La participación olímpica en Río me dio acceso a una beca del Basque Team, al que estoy muy agradecida, y aquello cambió bastante las cosas. En cualquier caso, no me arrepiento de nada de lo que he hecho ni de ninguna decisión que he tomado en el camino. Y ahora me centro en aprovechar los años que me quedan, que tienen buena pinta.
Le queda cuerda para rato, ¿no?
-De momento tengo contrato con el equipo para la próxima temporada, para el año 2020. Y después completaría, casi seguro, dos más. Ahí nos situamos ya en 2022. Pero bueno, tampoco se puede mirar tan a largo plazo. Prefiero avanzar día a día e ir viendo cómo van las cosas.
¿Le llegan relevos por detrás aquí en Gipuzkoa? ¿Tendrá sucesoras cuando cuelgue la bicicleta?
-Ya hay corredoras buenas que están destacando. Pero lo más importante de todo es que también hay gente dispuesta a apoyar nuestra disciplina. Gracias a esta ayuda, las chicas van a poder formarse y crecer deportivamente con tranquilidad. Haciendo las cosas bien, los frutos siempre llegan. Y, como comento, pienso que nos encontramos en el buen camino. Cuando yo empecé, siempre estábamos, como máximo, una o dos chicas en los equipos. Ahora corren un montón en todas las escuelas de la zona.