donostia - La caza en contrapasa es desde hace una década un recuerdo en la memoria de los cazadores vascos. Primero fue la Diputación de Gipuzkoa la que se vio obligada a acatar la sentencia hecha pública en 2005 por el Tribunal Europeo de Justicia de Luxemburgo, y un par de años después esa práctica quedó prohibida también en Bizkaia por una sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) que anulaba una orden foral.

Ante ese panorama, a los cazadores no les queda otro remedio que en época de contrapasa acercarse a los puestos de caza o ir al monte para ver pasar las palomas. Porque de cazarlas ni se habla, a pesar de que aficionados como el mundakarra Alejo Mendizabal defendieron esta modalidad y recurrieron “al Tribunal Supremo, aunque el juez se atenía a la normativa europea”. Además, reunió 25.000 firmas para solicitar en el Parlamento Europeo la legalización de esa práctica cinegética tradicional.

Mendizabal lamenta que la prohibición de la contrapasa “impide cazar los mejores ejemplares de torcaces porque a mí, para comer, la que más me gusta es la de marzo porque está cebada con bellotas. La que viene del norte, en octubre y noviembre, es demasiado fibrosa”.

La prohibición aplicada a la contrapasa lleva a los aficionados a desarrollar una actividad con la que disfrutan sin escopetas y con la que hacen deporte, al tiempo que les permite comprobar un cambio en los hábitos de estas especie. “Antes, en época de pasa y contrapasa, veíamos bandadas a diario. Ahora, en cambio, vienen todas de golpe, en grandes bandadas”, coinciden el guipuzcoano Sergio Fueyo y el navarro Javiki. Este último recuerda en este sentido que “hace tres años un amigo estuvo grabando durante 35 minutos el paso de un bando de palomas”.

Ellos son algunos de los cientos de aficionados que se desplazan a los lugares habituales de paso de esta especie para observar la contrapasa. Desde sus puntos de observación, en Jaizkibel y a la zona navarra de Otsondo en el caso de Fueyo, en el Valle de Erro e Izaba en el de Javiki, y en la zona de Mundaka en el de Mendizabal, todos ellos constatan un ligero incremento en el número de torcaces. Las bandadas, aunque “no han sido muy numerosas, han pasado a mucha altura”, una circunstancia que también han constado durante el pase de octubre y noviembre.

Otro cambio que se ha detectado, como señala Mendizabal, es “la sedentarización de la especie”, así como las diferentes legislaciones que se aplican porque “la gestión de la caza en Francia es diferente a la de España. Allí, el agricultor gestiona sus terrenos y lo que se caza en ellos, y crea un hábitat para cuando la paloma empieza a bajar”.

La proliferación de hábitats en los que las aves disponen de alimento y condiciones idóneas para reproducirse ha provocado “la proliferación en balsas cercanas a Pamplona de patos, correlimos y otras especies acuáticas”, apunta Javiki. - J.Z.