H ay una frase que siempre se repite en cada una de las conversaciones con Aitor Zubieta (Etxarri-Aranatz, 1984). Él continuamente hace hincapié en que su mayor disfrute proviene de la rutina, de los entrenamientos. Al fin y al cabo, se trata de un modo de vivir la disciplina del deporte profesional, cuyo leitmotiv es la perpetua rectitud en los aspectos físicos y el rigor en los técnicos. Zubieta siempre incide en ello, que es como disfruta. Tanto o más que en los éxitos. En estos momentos, la realidad diaria del guardaespaldas navarro, un portento en optimismo, se basa en “trabajo muscular, estiramientos y propiecepción” para evitar perder tono en la rodilla, por la que lleva dos meses en el dique seco. Aun así, no para.

Al guardaespaldas navarro, uno de los fijos en las programaciones estelares de Aspe, se le cercenó el verano después de San Fermín y el campeonato de Parejas en la tercera jornada. Fue en enero cuando tuvo que pasar por el quirófano tras romperse parte del tendón de Aquiles izquierdo y sufrir la fractura parcial del menisco de la rodilla contraria. Dijo adiós al torneo más largo del curso, en el que compartía gerriko con Iker Irribarria. La realidad es que Zubieta se lesionó en el tendón antes del campeonato, pero, buscando evitar la operación, el tratamiento conservador de parón no sirvió de nada. En la tercera jornada no podía más. “Al principio del año me sometí a las intervenciones y de la que en principio era más grave me recuperé enseguida, de modo más rápido de lo esperado”, cuenta el manista. Los plazos se aceleraron.

regreso a los frontones De este modo, volvió a vestirse de blanco en el ruedo profesional en mayo. El regreso a los frontones estuvo lleno de trabajo. Diario. Jornadas de rutina. Vuelta a la realidad. Sin embargo, la sonrisa eterna de Aitor se demudó con los continuos problemas de manos. “Me daba la lata la rodilla. Si no era la rodilla, eran las manos. Al final, las manos se resentían por las malas posturas. Terminaba, además, con la articulación dolorida”, desvela. Los galenos le aconsejaron que parara y “me tocó hacer otro tipo de rehabilitación diferente”. Plasma.

“El cirujano y el médico que me suele tratar me dijeron que me diera sesiones de plasma en la zona”, cuenta el etxarriarra. Después, dentro de la recuperación, el pelotari tiene que ir incrementando poco a poco semana a semana la actividad física y la intensidad, empezando desde un descanso activo. “El tono físico lo mantengo y continúo con las sesiones con mi entrenador. Todos los días entreno como puedo. El problema es que me limita para realizar los ensayos en el frontón”, desgrana.

“se te escapa el campeonato” El pelotari de Etxarri-Aranatz se mostró abatido por su lesión. “Ves que se te escapa el campeonato y, ahora, el verano. Sientes impotencia por eso”, sostiene Aitor, pero también apostilla que “siempre soy optimista e intento coger estas cosas con el mejor humor posible. Cuando estoy parado, doy el 100% por recuperarme. La conciencia está tranquila, porque hago caso en todo a los médicos”. No obstante, la naturaleza de la rehabilitación pasa factura a un tipo como él. “Cuando te rompes algún hueso o algún tendón o tienes una lesión importante, pasas un pequeño bajón inicial y luego te machacas hasta salir de la lesión. Haces los ejercicios diarios, mañana y tarde, y peleas por salir. Esto es distinto. Físicamente se hace pesado. Se basa más en las sensaciones”, advierte Zubieta.

El zaguero batalla por darle la vuelta a la situación a base de trabajo.