Con el viaje a Estados Unidos ya finalizado, el lehendakari Pradales ha echado la mirada hacia atrás para hacer balance. La misión a Boise, Idaho, tenía como principal motivación participar en el Jaialdi, el festival cultural vasco que estuvo congelado durante diez años por el coronavirus y, por tanto, era necesario que el Gobierno se reencontrara con los vascos emigrados que están afincados en esa localidad. Pero la maleta de Pradales contiene algo más que recuerdos del Jaialdi. El lehendakari cree que, más allá de la relación cultural con la diáspora, ha conseguido “empezar a abrir una puerta” para otro tipo de relación con unos emigrados que tienen diversas motivaciones: con los profesionales, con los académicos, con los trabajadores de la industria de semiconductores o con la clase política del lugar. En unas declaraciones a modo de balance enviadas este domingo por el Gobierno, Pradales insiste en poner en valor esa diáspora como “activo” para que ayude a Euskadi a crecer en el exterior.
Ha forjado varios acuerdos en su estancia en Boise: por ejemplo, el acuerdo entre su universidad y la EHU para facilitar el intercambio de alumnos y la alianza entre investigadores empezando por la ingeniería, un pacto con las colectividades vascas agrupadas en NABO para dotar de mayor financiación y ayuda a las Euskal Etxeak para la enseñanza de euskera, y una reunión con el gobernador de Idaho para abrir nuevas oportunidades en tecnologías punteras, con la mirada puesta en la planta de Micron en Boise y la fabricación de semiconductores. Todo este capital humano lo quiere movilizar para que acompañe los esfuerzos de Euskadi para crecer económicamente y, a su vez, la relación va a ser fluida en el sentido inverso y el Gobierno se pondrá también a su servicio.
Pradales se queda con tres ideas tras su viaje. Por un lado, ha supuesto un “reencuentro con nuestra gente en el Jaialdi”, y la diáspora vasca “es un activo irreemplazable para Euskadi, tenemos que seguir cultivando las relaciones”. Por otro lado, treinta años después de la aprobación de la ley de las comunidades en el exterior y tras unas primeras migraciones vinculadas también a las guerras, ha constatado que la diáspora “se transforma” y sus motivaciones son diferentes, porque en los últimos tiempos ha salido al exterior por “razones educativas, de trabajo o de vida”, y es necesario contar con ella. Su tercer mensaje consistió en subrayar la “relevancia de la diáspora para Euskadi”, porque “nos permite construir un sentido de comunidad, que nuestras raíces estén más allá de Euskadi y ayudar a tranformar Euskadi”.
Pero, ¿es esta una relación esencialmente cultural? Ahí fue donde Pradales puntualizó que el Gobierno vasco ha “empezado a abrir una puerta” con el mundo académico, el universitario, porque una sociedad que quiere crecer “debe hacer una apuesta por lo científico”; y también ha cultivado las relaciones con el mundo económico y con el político, con congresistas y senadores de origen vasco. “La diáspora no solo es una diáspora de carácter cultural. Es profesional, económica, política, social y académica, y hay que poner en valor ese activo”, recalcó.
¿Y cómo ha puesto en valor el Gobierno vasco a la diáspora en este viaje? Pradales cree que ha empezado a abrir puertas con los acuerdos logrados, no solo con Boise State University para el intercambio de alumnos e investigadores con un futuro campus transoceánico, sino también con las Euskal Etxeak a través de NABO para que puedan tener una mayor financiación y apoyo para quien quiera estudiar euskera (Grupo Noticias ya adelantó que se recogen 40.000 euros anuales para las Euskal Etxeak de Estados Unidos que irán aumentando para que los alumnos se puedan convertir en profesores en sus respectivos centros vascos). “Pero también está el mundo económico y el político”, dijo, para añadir que ha mantenido reuniones con políticos de origen vasco.
"Al servicio de la transformación del país"
Pradales recordó que la diáspora ha tenido históricamente la consideración de “embajadora” de Euskadi, pero ahora quiere darle una vuelta más con la redacción de la nueva Ley de la Diáspora que registrará en el Parlamento Vasco el próximo año. “Hay que poner ese activo de la diáspora al servicio de la transformación del país, y también hay que poner el país al servicio de la diáspora. El mundo digital y las redes dan la oportunidad de construir diáspora como nunca lo habíamos podido hacer en el pasado”, añadió. El presidente del EBB del PNV, Aitor Esteban, quien también ha estado de viaje en Boise, ha coincidido en que hay que mantener la conexión con la diáspora porque ningún vasco que sienta sus raíces quiere perderlas. Se trata de hacer frente a la nueva globalización.