La situación del Gipuzkoa Basket empeora por momentos. Si la semana pasada se complicó su futuro con la derrota encajada ante el Fuenlabrada, ayer vivió una nueva jornada dramática con la amplia derrota que encajó en la cancha del Fiatc Joventut (91-66), un resultado que se unió a las inesperadas victorias del Sevilla y el Fuenlabrada contra el Unicaja y el Laboral Kutxa, que dejan al conjunto de Jaume Ponsarnau literalmente al borde del descenso. Tan duro como innegable. Porque ahora su renta sobre el propio Fuenlabrada es de un único triunfo, y además con el average perdido. El imperdonable error de perder por doce en la prórroga contra los madrileños hace una semana puede traer consecuencias nefastas porque ya no hay margen de error. Al menos cayó el Manresa, aunque no sirve de consuelo porque bajan dos y con el paso de las semanas el GBC parece el más claro candidato a dar con sus huesos en la LEB.

Pero los fríos datos, muy significativos porque no engañan, no son lo más negativo. Lo peor es que el equipo guipuzcoano ha llegado absolutamente fundido al tramo decisivo del curso. Sin fuerzas ni juego. Mientras los rivales directos pelean sus partidos y parecen estar muy vivos en esa lucha por la permanencia, el GBC está cogido con pinzas. Tras sus victorias frente a Obradoiro y Manresa -qué lejos quedan- la permanencia parecía en el bolsillo, pero ahora la situación es radicalmente distinta. El equipo está inmerso en una cuesta abajo que no parece tener freno. La competitividad exhibida durante un buen tramo del curso ha desaparecido por completo. Y no hay un solo motivo, sino muchos, lo cual resulta más descorazonador.

La defensa prácticamente no existe. Después de una temporada muy cargada de minutos para ciertos jugadores, las piernas ya no responden. Es la única explicación posible a la falta de intensidad exhibida ayer por el equipo a la hora de apretar al Joventut. Y en ataque, la marcha de Taquan Dean ha acabado por desnudar las carencias de una plantilla con muy pocos recursos ofensivos. La clarividencia de Jordan, la inspiración puntual de Grimau y Dani Díez y los balones a Doblas, que tiene trabajo extra, son los escasos argumentos del GBC, que encima recibe muy poca ayuda de la segunda unidad formada por los Olaizola, Franch, Huertas y compañía. Ponsarnau debe manejar una rotación en la que se encuentran titulares cansados -o eso parece- y reservas que aportan muy poco. Difícil papeleta.

Y en esta espiral negativa, la actitud tampoco acompaña porque dio la sensación de que los jugadores saltaron derrotados de antemano al Olímpic de Badalona. No parecía ni por asomo que el GBC se jugara ayer parte de su futuro en la ACB porque el Joventut, además de tener más calidad y recursos, le superó en ganas, en actitud y en entusiasmo. Por ejemplo, capturó 40 rebotes, trece más que el cuadro guipuzcoano, un dato demoledor. Parece que el duro golpe encajado ante el Fuenlabrada aún duele porque los visitantes actuaron cabizbajos. Sin actitud ni juego, el duelo en la cancha de un aspirante al play-off resultó una agonía.

el joventut, a placer David Doblas, con nueve puntos en los cinco primeros minutos -todos los de su equipo- hizo que el GBC mantuviera el tipo (9-9) ante un Joventut que desde el principio quiso imponer un ritmo exigente al choque, sabedor de que su rival no iba a poder aguantar mucho tiempo. Y poco a poco fue logrando su objetivo, ya que al término del primer cuarto iba ganando por siete puntos (21-14) y la renta local alcanzó los once tantos (31-20) en el minuto catorce para ya prácticamente no volver a bajar de esa barrera psicológica de los diez puntos. Para entonces Ponsarnau había empezado a mover el banquillo, con la habitual ración de frustración al comprobar, un día más, que la segunda unidad aportaba más bien poco salvo un par de acciones de Huertas. También tuvo minutos Abercrombie, que no mejoró ni mucho menos la desoladora imagen que dejó en su debut. Ayer, dos puntos en trece minutos y la sensación de que aún no ha aterrizado. Para cuando se adapte, estará en vísperas de cogerse el avión de vuelta a Nueva Zelanda. ¿No había en el mercado nadie mejor que un jugador que ya estaba de vacaciones y sin experiencia en la ACB? El GBC necesitaba un jugador que aportara desde el primer minuto, y no es el caso.

El 46-35 al descanso demostraba que el equipo de Ponsarnau estaba mostrando un pésimo nivel defensivo y el paso por vestuarios no sirvió para solventar el problema. Más bien se agravó en los primeros instantes de la reanudación, en los que el Joventut disparó la renta a su favor hasta los 22 puntos (61-39) en el minuto 25. Un regreso a la cancha horroroso por parte del GBC, que en cinco minutos metió otros tantos puntos y, encima, permitió jugar a placer al conjunto verdinegro, que no encontró ninguna oposición para llevar a cabo su juego alegre y en ocasiones temerario. Pero es que ayer el riesgo era mínimo porque el rival no inquietaba.

pésima imagen Con el marcador resuelto a falta de quince largos minutos para la conclusión, el partido se convirtió en un absurdo intercambio de canastas, ya que el GBC no tenía ninguna intención de ponerse las pilas en defensa. En lugar de esforzarse atrás, los hombres de Ponsarnau se dedicaron a hacer cada uno la guerra por su cuenta en ataque a excepción quizás de Doblas, el único que mantuvo la cordura en pleno caos. Los demás parecían más preocupados por engordar sus números particulares, como si eso importara algo a estas alturas de la temporada y en la crítica situación en la que se encuentra el GBC. Dani Díez buscó con gran ahínco meter puntos, pero no le puso tanto empeño a fajarse en defensa, mientras que Iarochevitch desesperó con sus limitaciones para hacer cualquier cosa que no fuera lanzar triples. Los últimos segundos del partido resultaron muy significativos. Jordan y Grimau, sin ninguna intención de elaborar la jugada de ataque, se jugaron sendos triples que fallaron. Eso sí, luego ninguno de ellos -tampoco sus compañeros- bajaron a defender el contraataque del Joventut ante la desesperación del banquillo, con Ponsarnau, muy serio durante todo el partido, a la cabeza.

Viendo su pésimo nivel a domicilio, donde recibe paliza tras paliza, y el nivel de sus siguientes rivales fuera de casa -Murcia y CAI Zaragoza- el GBC tendrá que aferrarse a los dos partidos que le quedan en Illunbe, el próximo domingo ante el Tenerife y el 17 de mayo frente al Sevilla, para lograr una salvación que se complica por momentos. El GBC tiene muy mala pinta.