donostia - “Mucha gente dice que en el ‘99 no hubo tanta gente en la celebración”. Juan Mari Etxabe no fue parte de aquella hornada de jóvenes remeros sanjuandarras que se hicieron con la, hasta el domingo, última Bandera de La Concha rosa. Quizás la celebración no fuera tan vibrante porque, por aquella época, el municipio estaba dividido entre Koxtape y Donibaneko, y Etxabe no la conquistó porque remaba entonces en el bote de Donibaneko, que pocos años después se extinguiría.

Tras la unificación, el oiartzuarra dejó la disciplina del club que le hizo remero -entró siendo menor de edad y salió con 36- y buscó fortuna y más éxitos en los equipos potentes que comenzaron a crearse al albor de la burbuja económica. Remó un año en Urdaibai antes de enrolarse en Castro. Con La Marinera cosechó el récord de La Concha (2006) y dio sus primeros pasos como entrenador, venciendo en su segunda temporada como míster del ferrari rojo en la bahía donostiarra.

Hoy tiene 48 años, es padre de tres hijos y tiene muy poco tiempo libre. “Me paso la tarde de aquí para allá. Primero hay que llevar al niño al fútbol, a la chavala al judo... No paro”, se resigna -como cualquier padre- Etxabe. En cambio, hay algo en su vida que sigue invariable: su amor por el remo y su insaciable trabajo para lograr nuevos triunfos. El último de ellos le ha encuadrado para siempre en la historia de este deporte. Nunca antes alguien había conquistado La Concha entrenando a botes de las dos categorías, pero él se muestra humilde ante su hazaña: “Por suerte, lo tengo todo. He coincidido en grandes equipos y con buenos ayudantes”. De eso no hay duda, pero, como cabeza más visible, él tiene gran parte de culpa de las victorias. Algunas de sus remeras reconocían, antes de la batalla definitiva en Donostia, que el poder de convicción que transmite el veterano técnico es algo fundamental en el apogeo de la trainera sanjuandarra.

Ante ello, Etxabe explica con la tranquilidad que desprende -al menos, fuera del agua- cómo buscó ese chip ganador en las batelerak: “Cuando llegué, les reuní a todas y les dije que tenían que empezar de cero y, sobre todo, que debían luchar más. Les obligué a entrenar en conjunto, unificar horarios y algunos conceptos más que creo han sido importantes para cosechar estos logros”. Además, este aspecto labrado en invierno es de lo que más orgulloso se siente: “El equipo se hizo una gran piña, y con el paso de la competición han madurado mucho en todos los sentidos. Ahora ya saben lo que tienen que hacer para estar ahí arriba”.

Nadie puede dudar de que lo estén. Desde el domingo están en ese interminable e incalculable territorio aéreo que es el cielo. Pero, antes de volar, las batelerak pusieron patas arriba su pequeño pueblo. Con apenas 2.500 habitantes, Donibane vive, siente, padece y, en ocasiones, vibra con los triunfos de su trainera. Desde 1999 no lo hacía y, por ello, la ilusión de sus gentes de poder celebrar un gran triunfo de sus remeros y remeras se desbordó tras el triunfo de las chicas de rosa en La Concha. “Vi a todo el mundo feliz, con una sonrisa de oreja a oreja, e incluso a algún veterano llorando de la emoción. Hay gente que ha sufrido mucho en la época en las que el pueblo estaba separado en el remo y, para ellos, es muy importante la unión que se vivió el domingo. Fue el broche de oro a un verano increíble”, relata. Incluso Etxabe reconoce que “con los años ya se me había olvidado lo que era esto de ver todo San Juan de rosa”, y añade que la victoria fue “muy especial porque la consigues para el pueblo. El domingo, al ver todas las banderitas, se me pusieron los pelos de punta. Al final, yo empecé a remar aquí a los 16 años, resido en el pueblo, mis hijos son sanjuandarras, me he casado en sus calles... La felicidad que das es un subidón”.

regata controlada Pero, antes de la celebración, las batelerak tuvieron que remar. Y no poco. Fueron batidas por Zumaia en la jornada final, pero venció con aparente claridad a Hibaika. La valoración que hace su míster del trabajo es positiva, en tanto en cuanto cree que tuvieron la regata “controlada en todo momento”. En ese aspecto, Etxabe destaca a su patrona, Inder Paredes, que “estuvo chapeau. Supo mantener la templanza en ciaboga en un puesto muy complicado, comparable al del portero en el fútbol, y lo solventó a la perfección”.

De todas maneras, según el técnico, no todo salió de diez: “El primer domingo, en popare, pudimos hacer mejor las cosas y haber salido con una mayor ventaja de cara al segundo domingo”. La autocrítica y exigencia de Juan Mari Etxabe no mengua con el paso de los años. Ni de los clubes, aunque sea el de casa. O, precisamente, por ser el de casa. No en vano, el técnico es de los que siente que “la presión es más llevadera cuando estás trabajando fuera. El pueblo no te pide nada, pero te ves obligado a sacar resultados. Estás en casa y te presiona interiormente el no querer fallarles”. Y para corroborarlo, pone un ejemplo muy cercano: “Si no llegamos a ganar este domingo, el lunes estaría roto. A mí me hubiera afectado más perder esta Concha con San Juan que con Castro”.

se plantea descansar Tras La Concha, a las batelerak les ha llegado la hora de descansar. A su entrenador también, que además baraja el poder pasar un año sabático de remo: “Me gustaría continuar, pero tengo familia y me reclaman que esté más tiempo en casa. Esta semana hablaré en casa y luego ya decidiremos qué hacemos”. De todas formas, si decide hacer un parón momentáneo o definitivo, reconoce que le costará, porque “es muy difícil dejar el remo cuando ayudas, los resultados te salen y la gente está feliz contigo”. En cuanto al grupo, no se esperaban cambios. En palabras de Etxabe, “el bloque se mantendrá, aunque algún cambio seguro que habrá”. Le han llegado las vacaciones a un histórico del remo que se resiste a dejar de trabajar y, lo que es mejor para San Juan, de ganar.

Juan Mari Etxabe se convirtió el domingo en el primer entrenador que consigue la Bandera de La Concha tanto en la modalidad masculina como en la femenina.

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Banderas de La Concha tiene Etxabe en su haber, seis en categoría masculina y una en categoría femenina. De estas siete, dos las ha conseguido como entrenador; una con los chicos de Castro y una con las chicas de San Juan. Además de las cinco que ha logrado con el club sanjuandarra, también figuran en su palmarés dos como remero y entrenador de Castro.

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Cabe reseñar también los tres títulos de liga que posee: uno como remero, con Urdaibai (2004); y dos como técnico, con Castro (2008) y con el equipo femenino de San Juan (2014).

San Juan. Rema en el club sanjuandarra desde los 16 años (ahora tiene 48), desde 1984 hasta 2002, un total de 21 años consecutivos

Urdaibai. Un año como remero: 2004.

Castro. Permanece durante cinco años en el club cántabro, los dos primeros como remero y los tres siguientes también como entrenador.

San Juan. En 2010 vuelve a San Juan para ser su director deportivo.

Santurtzi. Entrenador en la temporada de 2011, en la ARC-1.

Urdaibai. Regresa a la entidad bermeotarra al año siguiente, en 2012.

San Juan. Y su segundo retorno a su club de origen desemboca en su nuevo cargo de entrenador del equipo femenino.