donostia

Rafa Nadal alcanzó el número 1 del mundo por primera vez en su carrera en agosto de 2008. Cinco años después, el tenista de Manacor puede volver a la cima en la que ya estuvo también en 2010. El ranking mundial dirá lo que quiera, como que Novak Djokovic va el primero con 2.120 puntos de ventaja, pero a las puertas del Abierto de Estados Unidos, último Grand Slam de la temporada que comienza hoy, Nadal está ejerciendo de mejor jugador del mundo sin ninguna discusión. La Carrera de Campeones, la que contempla solo los méritos anuales, le sitúa muy por encima de los demás con un balance de 56 partidos jugados y solo tres derrotas, nueve triunfos en once finales para doce torneos disputados y quince victorias en dieciséis partidos ante rivales situados en el top 10. Sólo en 2005, cuando era un recién llegado al circuito, ganó Rafa Nadal más torneos (11), pero de mucha menos calidad.

Quién lo hubiera dicho hace un par de meses, cuando su rodilla pasó a vigilancia intensiva tras la sorprendente derrota en la primera ronda de Wimbledon ante el belga Steve Darcis. Ahora, el balear parte como gran favorito al triunfo en el cemento neoyorquino. Nadal ha ofrecido en las dos últimas semanas en Montreal y Cincinnati un altísimo nivel de tenis, como pocas veces en su carrera. Nadie desde que Andy Roddick lo hizo en 2003 había encadenado los dos torneos previos al Abierto de Estados Unidos. En una superficie que le es adversa, ha sacado con gran eficacia, ha hecho correr mucho la pelota con su derecha y, sobre todo, se ha mostrado más agresivo, más decidido a asumir riesgos para acortar los puntos y evitar los sobreesfuerzos.

La consecuencia de esa perfecta adaptación a un medio hostil es que en los dos últimos torneos el mallorquín ha cedido solo tres sets en diez partidos y ha ganado los cinco tie-breaks que ha disputado, lo que viene a concluir que la consistencia mental no le ha abandonado en sus periodos de baja. Bombarderos como Jerzy Janowicz, Milos Raonic, Tomas Berdych o John Isner, que apenas dan ritmo a los partidos, han sucumbido a la intensa raqueta de Rafa Nadal, lo mismo que Djokovic o Federer en sendos fantásticos partidos a tres sets que el balear se llevó por pura fortaleza de cabeza.

Esta estadística del jugador de Manacor contrasta con la de aquellos que, por palmarés, deben discutirle el triunfo en el Abierto de Estados Unidos, empezando por los dos finalistas del año pasado. Novak Djokovic no ha ganado nada desde que derrotara a Rafa Nadal en la final del Masters 1000 de Montecarlo en abril y, quizás presionado por la posibilidad cada vez más cercana y real de ceder su plaza como número 1, ha rescatado su vena gesticulante y sobreactuada que le aparta de la concentración en los puntos decisivos.

el frenazo de murray Andy Murray apuntaba al número 1 del mundo, pero solo ha jugado cinco partidos desde que levantara el trofeo de Wimbledon y ha logrado dos triunfos y tres derrotas. El escocés tenía que comerse el mundo al saltar la barrera mental que le separaba de los Grand Slams, pero parece haberse tomado una pausa mental y eso le ha costado perder el número 2 del mundo antes de afrontar la defensa de su título del Abierto de Estados Unidos.

Por su parte, Roger Federer, cinco veces ganador en Nueva York, ha caído tras Cincinnati al séptimo puesto del mundo porque solo ha ganado un partido ante un top 10 en todo el año, y eso fue en enero en Australia ante Jo-Wilfried Tsonga. El suizo ha cedido recientemente ante rivales situados en el 55, el 114 y el 116 del mundo y queda la duda de si será capaz de repetir en Nueva York el buen nivel que alcanzó en los dos primeros sets de su última derrota ante Nadal. A sus 32 años, ampliar su registro de 17 Grand Slams se antoja muy complicado para Federer, lastrado por sus problemas de espalda y por la falta de ritmo cuando los partidos se alargan. Pero no conviene enterrar al de Basilea, pese a que los cuadros se le vayan a empinar a partir de ahora.

Y David Ferrer, en fin, ha dado una mala imagen en estas dos semanas con derrotas impensables ante medianías como Dimitri Tursunov o Alex Bogomolov, que por suerte no le han dañado en el ranking. Al tenista de Jávea, siempre dispuesto al esfuerzo, le llega ahora una fase complicada del calendario y, para empezar, está obligado a repetir su semifinal del año pasado si no quiere ceder su cuarto puesto en el ranking.

Claro que para ello quienes vienen por detrás, los Berdych, Gasquet, Raonic o Isner -Tsonga es baja por lesión-, tendrán que demostrar que son capaces de mostrarse competitivos durante más de dos semanas. Por eso, y no por otra cosa, los siete-ocho primeros del ranking son casi los mismos desde hace un lustro. De hecho, el argentino Juan Martín del Potro, actual sexto, es el último ganador de un torneo Grand Slam, y el único desde 2005, que no se llama Djokovic, Nadal, Murray o Federer. Y eso ocurrió en el Abierto de Estados Unidos de 2009.

El sorteo de la edición de 2013 decretó un posible duelo entre Nadal, que debutará ante el estadounidense Ryan Harrison, y Federer en cuartos de final, si antes evita el mallorquín a Isner, y unas semifinales contra Ferrer, Gasquet o Raonic. Por el otro lado del cuadro, viajan Djokovic y Murray de camino a reeditar la final del año pasado en la antesala de la misma, con el permiso de Del Potro.

serena o azarenka En el torneo femenino, la ausencia de última hora de Maria Sharapova por una lesión en el hombro deja el camino expedito a Serena Williams y Victoria Azarenka, que protagonizaron la reciente final de Cincinnati con triunfo apretado de la bielorrusa. La jugadora estadounidense se ha impuesto en tres de los últimos seis Grand Slams (Wimbledon 2012, US Open 2012 y Roland Garros 2013), otro fue de Vika (Australia 2013), otro de Sharapova (Roland Garros 2012) y el último de la sorprendentemente retirada Marion Bartoli (Wimbledon 2013). Por eso, todo lo que no sea un triunfo en Nueva York de Williams o Azarenka habrá que considerarlo una sorpresa. Así está el circuito.