Fue penoso. Vergonzoso. Patético. Bochornoso. Inadmisible. Cualquier adjetivo se queda corto para describir la imagen que dio ayer el Lagun Aro GBC, que abrió el año recibiendo una paliza histórica en el Palau Blaugrana (98-50) a manos de un FC Barcelona que se lo pasó bomba y jugueteó con su regalo de Reyes, el rival más blandito y flojo que ha tenido enfrente en años. El equipo de Sito, endeble hasta límites desesperantes en defensa y más atascado incluso de lo habitual en ataque, se arrastró de forma lamentable por una de las canchas históricas de la Liga ACB, dejando tras de sí un insoportable rastro de equipo LEB. Si 2012 acabó de mala manera con el naufragio en Santiago, 2013 comenzó mucho peor con una derrota por 48 puntos y una imagen por los suelos en Barcelona.
Una cosa es perder, algo asumible y previsible cuando enfrente está uno de los mejores equipos de Europa, y otra es lo que hizo ayer el Lagun Aro. El conjunto guipuzcoano encajó su mayor derrota en la máxima categoría y con diferencia sobre la segunda, que fue un 106-70 (-36) recibido en Badalona cuando precisamente Sito dirigía al Joventut. El encuentro de ayer quedará en la historia del club junto con aquel bochorno anotando solo 39 puntos en Valladolid. Se ve que a muchos de los jugadores que saltaron a la cancha no les importaba mucho entrar en la historia negra del club. La actitud de casi todos fue absolutamente inadmisible. En ningún momento jugaron duro. Empezaron el partido con un 9-0 en contra y a partir de ahí se dejaron llevar sin rebelarse en ningún momento, en una actitud muy alejada de lo mínimo que se le pide a un profesional.
Lo peor de todo es que ni el contundente resultado ni la actitud de buena parte de la plantilla sorprenden ya a nadie. El Lagun Aro es ahora mismo lo que indica la clasificación, es decir, el peor equipo de la ACB. Y ojo, que esto se veía venir desde hacía tiempo. El inicio de liga fue descorazonador, pero se achacó al difícil verano que pasó el club. Lógico y normal. Pero ya la derrota en la quinta jornada contra el Fuenlabrada en Illunbe hizo saltar las alarmas. Era evidente que este equipo no funcionaba, pero decirlo parecía catastrofista. Los peores pronósticos, sin embargo, se confirmaron en las dos salidas consecutivas a Valladolid y Tenerife, saldadas con sendas palizas con muy mala pinta. El argumento de que con las victorias este equipo se iba a soltar también ha caducado, porque después de cada triunfo han venido más y más decepciones, a cada cual mayor. El de ayer es solo un capítulo más de una temporada horrorosa, en la que el probable destino parece el descenso salvo que llegue una reacción fulminante que ahora se ve muy lejana.
carencias de todo tipo El fichaje de Ivan Paunic es el último apaño del club para intentar reforzar el equipo, pero aún sin saber lo que va a aportar no parece difícil adivinar que será insuficiente, porque esta plantilla hace aguas por todos lados. El serbio es el tercer escolta que llega con la temporada empezada después de Kuksiks (que por cierto ha renovado por un mes más) y Taylor. Más y más remiendos para una plantilla mal diseñada en verano, como los resultados están demostrando. Los fichajes están siendo un rotundo fracaso y solo la vieja guardia da la cara, además de un Dani Díez que está cumpliendo en su estreno en la ACB. Más allá de su reducción de presupuesto, el club falló en verano y el resultado es que el equipo está en puestos de descenso. La plantilla da para esto. Hay carencias en defensa, en anotación, en rebote (ayer el Barcelona cogió 20 más), en liderazgo… haría falta rehacer el equipo casi de arriba abajo para remediar esta situación. Que Woods siga es increíble cuando debería llevar semanas fuera porque su nivel es bajísimo y su actitud, pasota. Aunque no es el único culpable porque su compatriota Taylor tampoco da la talla; Kuksiks, el mejor tirador de este equipo, se pasa partidos enteros desaparecido; Guille Rubio apenas aporta en la cancha e Ibekwe es demasiado irregular. Pero es que estas últimas frases podrían haber sido tranquilamente un copia-pega de otras crónicas pasadas, porque la situación es la misma desde hace semanas. Vaya panorama.
Hacer referencias como que el Lagun Aro mereció ayer carbón por coincidir el partido con el día de Reyes sería incluso grosero porque el 6 de enero es un día ilusionante y lo que hizo el conjunto guipuzcoano es dar un buen disgusto a sus aficionados. Los jugadores saltaron a la cancha sin ninguna tensión, absolutamente derrotados de antemano de forma incomprensible. Lo mínimo que cabe esperar de un equipo que está en zona de descenso es que salga a morder a cualquier cancha. Que pelee, que luche cada balón, que se faje en defensa. Nada. Fue alucinante ver cómo Sito Alonso pedía intensidad a sus hombres desde la tercera jugada. Si un entrenador con la fuerza de Sito no está siendo capaz de inyectar carácter y optimismo a estos jugadores, es porque tienen horchata en lugar de sangre y nadie va a poder cambiarlos. El caso es que en un abrir y cerrar de ojos el Barça se puso 9-0 y el partido se acabó. De verdad. En dos minutos y medio se acabó porque el Lagun Aro ni siquiera intentó reaccionar. Había que ver las caritas de todos desde el principio. Tristes, alicaídos, hundidos. Qué pena.
del 50-28 al 67-28 Al descanso el marcador ya era suficientemente duro (50-28), pero luego fue aún peor. En lugar de salir a por todas, el Lagun Aro saltó a la cancha otra vez con los brazos caídos, se pasó seis minutos sin anotar y encajó otro de sus escandalosos parciales, en esta ocasión un 17-0, que dejó el marcador en un 67-28 muy difícil de asimilar. El hundimiento fue total. Ya incluso el incansable capitán Salgado se dejó llevar. Solo Neto lo intentó por parte del equipo guipuzcoano y la apatía de los demás provocó que la diferencia fuera aumentando poco a poco hasta los bochornosos 48 puntos del final. Una vergüenza, esté quien esté enfrente. El Lagun Aro firmó otro capítulo negro en su peor temporada, en la que cada vez la reacción parece más improbable por mucho que queden por delante 18 jornadas. Más que tocado, este equipo da la sensación de estar muerto y mucho deberá cambiar para que este próximo sábado sea capaz de ganar en Illunbe al Valencia.