FRANCIA Batum (9), Albicy (8), Traore (16), Pietrus (2) y Diaw (5) -cinco inicial- Seraphin (18), Kahudi (1), De Colo (10) y Tchicamboud (0).
ESPAÑA Pau Gasol (11), Rudy Fernández (15), Navarro (16), Calderón (0) y Marc Gasol (9) -cinco inicial-, Reyes (10), Rubio, San Emeterio (4), Llull (9), Claver (8), Sada (4) e Ibaka (10).
Parciales 22-21, 38-39 (descanso), 48-68, 69-96.
Árbitros Radovic, Latisevs y Tomov. Sin eliminados.
Incidencias 7.000 espectadores en el Siemens Arena de Vilnius.
Donostia. Dos no se pegan si uno no quiere. Un partido de baloncesto queda reducido a la categoría de simulacro, de pantomima, de farsa, si uno de los dos equipos lo entrega sin ni siquiera haber llegado a la cancha. Francia echó cuentas tras asegurar una de las dos primeras plazas del grupo y decidió que le interesaba quedar segunda para buscarse un camino mejor hacia la final. Los técnicos galos pensaron así y el mismo L'Equipe saludó la iniciativa, escarmentados por lo que ocurrió hace dos años cuando una victoria indeseada les metió en la ruta de España y quedaron fuera en cuartos de final. Si lo dice la biblia del deporte...
El caso es que Tony Parker y Joakim Noah recibieron descanso y lo que iba a ser un partido con once jugadores de la NBA, una limpia lid en busca del primer puesto del grupo, fue un choque de esos de final de temporada regular de la proclamada mejor Liga del mundo en la que nada hay en juego y se alcanza una intensidad similar a la de un partido de solteros contra casados. Francia decidió hacer un flaco favor al baloncesto y se cargó un encuentro que podía haber sido espectacular. No se conoce la opinión de los jugadores, pero con la actitud y el compromiso no se negocia porque cuando hagan falta igual no aparecen.
Así, ante un rival rendido de antemano, a España le bastó con apretar diez minutos tras el descanso para cumplir con su obligación de luchar por la victoria. Enfrente, Kevin Seraphin, suplentísimo de los Washington Wizards, pensó que era una buena oportunidad de hacer el partido de su vida y aprovechó la falta de tensión generalizada para anotar catorce puntos en la primera mitad. Todo era demasiado evidente, raro.
flojo inicio España, pese al buen arranque de Navarro frenado por las faltas, no logró despegarse, probablemente porque tardó en entender lo que sucedía. Los franceses querían guardar las apariencias, pero en la segunda mitad se vieron sus verdaderas intenciones. Rudy Fernández protagonizó sus mejores minutos del Eurobasket y con trece puntos -dos mates tras sendos robos de balón y tres triples en fila- en cuatro minutos liquidó un asunto que estaba empezando a tener pinta de engorroso, de trámite que había que sacarse de encima sin daños.
Un parcial de 10-29 en el tercer cuarto dejó a Francia donde quería. La selección española se dedicó a sumar, a buscar la reacción de jugadores lejos de la sombra de los Gasol, y dignificó el partido. Los galos, en cambio, se empeñaron en no ser honrados ni parecerlo.
Francia escogió medirse a Grecia para evitar a Lituania a cambio de que sus dos líderes lleguen a cuartos de final tras cinco días sin jugar. Una mentalidad pobre, impropia de una selección hasta ayer invicta en el torneo. España, a lo suyo, sigue escalando: el miércoles, contra Finlandia o Eslovenia.