eL mundo del remo de banco fijo es admirable en el agua y poco admirable en cuanto a modelo y organización. Eso es algo que salta a la vista de todo observador tanto interno como externo.

Sería largo analizar todos sus recovecos, pero lo interesante es ir al fondo: existe un serio problema de modelo en el remo. Analicemos el retrato-robot de su problema de modelo.

En el remo de banco fijo se da una situación que haría sonreír a alguien que no sabe nada sobre ello: traineras cuasiprofesionalizadas compiten con traineras amateurs, en la misma liga, en la misma regata. Esto es bastante sorprendente e insostenible en cualquier deporte, pero en los últimos años del remo de banco fijo se está convirtiendo en normal, y hasta los periodistas obvian el tema porque es tan incómodo que no saben por dónde agarrarlo.

El remo es un deporte conectado profundamente con la pertenencia geográfica y con la rivalidad deportiva entre pueblos costeros. Históricamente se han instituido diversas reglamentaciones para asegurar los términos de esta rivalidad deportiva entre pueblos costeros, y para evitar abusos o ventajas.

Sin embargo, en la última década comienza el proceso de ganar las banderas en las oficinas. Entra la lógica del dinero y del fichaje. Impulsados por intereses de algunas pocas personas, algunos pocos clubes comienzan a formar traineras seleccionando por medio de dinero a los mejores remeros de otros equipos. La baraja se rompe. Algunos clubes están condenados a hacer grandes esfuerzos preparando remeros jóvenes, sin posibilidad alguna de obtener victorias, y viendo cómo sus mejores remeros formados se van a clubes con dinero, sin que ellos raciban ninguna compensación seria. Así, algunos pocos clubes hacen selecciones semiprofesionales, compitiendo en las mismas regatas con otros que son amateurs. Y justamente los que ganan regatas son los clubes que menos trabajo serio, real, de deporte, de cantera hacen.

Se ha llegado al punto de que si el Ayuntamiento o una empresa de Bilbao invirtiera hoy dinero en ello, dentro de dos años Bilbao o Barakaldo o Vitoria podrían ganar la Bandera de La Concha. Para ello solo necesitan dar los mismos pasos que, por ejemplo, Kaiku o Urdaibai: contratar a un entrenador solvente, poner dinero que arrastre un importante número de remeros de alta calidad y hacer una política sólida de fichajes en todo el Cantábrico.

Algunos podrían decir que ¿por qué no?, y que esta es la lógica del deporte capitalista. Aunque se admitiera que eso es bueno, no se podría sostener fácilmente que tenga sentido que en la misma regata compitan aficionados con semi-profesionales. El mérito de algunos entrenadores ensalzados está en entredicho, si se analiza cómo se han conseguido esos triunfos. ¿Cómo no ganar compitiendo siempre con semiprofesionales contra aficionados? Es una forma poco seria de organizar un deporte y un legado cultural como el remo de banco fijo.

El remo de banco fijo, en este momento, es un lamentable revuelto de dos lógicas diferentes, y gracias a ello se crean situaciones de desequilibrio. Para que el remo sea un deporte justo, sostenible y ordenado, urge hacer una opción clara entre dos modelos.

Uno de los modelos es el sistema que impera en los clubes-empresas del fútbol y otros deportes de balón, sobre todo. En este sistema, el dinero es el factor central. Cada club-empresa intenta lograr el mayor volumen económico posible, que se convierte en el factor más importante para poder conseguir éxitos deportivos, y esos éxitos deportivos alimentan a su vez el volumen económico y social del club-empresa. Son lógicas en que los deportistas se adscriben por el factor dinero.

El otro modelo es la lógica donde los deportistas se adscriben por el factor de pertenencia territorial. Este es el modelo genuino del remo históricamente. Algunos pueden pensar que es un modelo antiguo, pero nada más lejos de la realidad: esta es precisamente la lógica de las Olimpiadas, o la lógica de los campeonatos mundiales de fútbol (por citar la cumbre mundial de audiencia de un acontecimiento deportivo), o todos los campeonatos mundiales, continentales, etc. de todos los deportes. La prohibición de fichajes por el factor dinero y la exclusividad de competir con deportistas pertenecientes a un ámbito geográfico es fundamental en gran parte del hecho deportivo universal. Esto es así por muchas razones de orden social, simbólico, ético y cultural, que logran que la lógica mercantil capitalista no se haya introducido en el espíritu del deporte en muchas de sus franjas.

Existen razones de peso para pensar que el remo debe optar claramente por el segundo modelo. De hecho, en lugares del mundo donde hay remeros muchísimo mejores que aquí, se practica el remo a base del modelo de pertenencia. Un modelo que también aquí ha sido el que ha prevalecido, aunque en los últimos años se ha desviado de ella, creando un modelo-mezcla provechoso para algunos pocos.

Normativizar la pertenencia y prohibir fichajes foráneos con dinero, ¿es algo sin sentido, romántico pero superado? En absoluto. Tiene una gran vigencia, como hemos visto, comenzando en las Olimpiadas, en la cumbre del deporte mundial, hasta otros muchísimos ámbitos en todo el mundo. Un pueblo contra el otro. Lo que hace cada pueblo o cada nación es competir lo mejor que pueda con los deportistas que pueda reunir en su ámbito geográfico o su cantera. Esa es la lógica más profunda y básica en el deporte, que cumple una función socio-cultural, su función más emocional y sana: competir entre localidades, entre regiones, entre naciones.

Hacer buenos equipos contratando estrellas con dinero es otra lógica. Se puede discutir si esta lógica mercantil es buena o mala en deportes como el fútbol, o hacia donde lleva ello al deporte, o qué función cumple este tipo de deporte en la sociedad (si humaniza o deshumaniza). Es discutible todo ello. Lo que sí es claramente defendible, es que el remo de banco fijo tiene una oportunidad de oro para no entrar en esa lógica, y conforme a su carácter genuino, desarrollar una lógica territorial, olímpica.

Este modelo tendría que hacer unos ajustes de organización en el caso del remo actual. Tiene su complicación normativizar la pertenencia geográfica, y se debería combinar con normativizar la pertenencia a la propia cantera, años de empadronamiento, sistemas para evitar fichajes encubiertos, etcétera, como ocurre en las selecciones de todo tipo. Esas son cuestiones técnicas, en las que se irá afinando.

Este modelo de pertenencia no implica renunciar al dinero y a los patrocinadores. Se puede tener patrocinadores, e incluso acrecentarlos, para mejorar muchos aspectos, hasta para compensar económicamente dedicaciones de los remeros, o ir avanzando en muchos temas. Se puede hacer todo ello respetando la norma básica del deporte olímpico y el deporte clásico: se trata de competir entre canteras, entre lo mejor que haya podido incubar durante años el club de cada pueblo. Este modelo no está en contra de que algunos técnicos vivieran de ello, o que los remeros tengan compensaciones.

Pero rebajaría mucho este ambiente con toques rastreros, de dopajes encontrados, de algún showman endiosado por los medios de comunicación, de dopajes ocultos más amplios… pero sobre todo, de enormes ventajas de unos pocos basadas en el trabajo de cantera de otros muchos.

Las razones son bastante claras, aunque un artículo corto no da para exponerlas en toda su extensión y en todo su peso. Pero, muchas veces, no se impone el modelo más razonable, sino el que logra movilizar más intereses inmediatos.

¿A quién interesa el primer modelo? A unos pocos clubes -que durante unas décadas pueden jugar con ventaja sobre otros-, a unos pocos entrenadores que se beneficiarán económicamente de ello, y a algunos remeros que podrán ser semi-profesionales mientras la mayoría de sus competidores no lo son. ¿A quién interesa el segundo modelo? A casi todos los clubes, remeros y pueblos en general. Al mundo del remo en general, y a su desarrollo sostenible como deporte y como cultura.

El problema es que los interesados del primer modelo, aunque sean menos, son más activos e influyentes, pues tienen intereses fuertes e inmediatos (ambiciones personales e intereses económicos). El interés general de un futuro equilibrado del remo, en cambio, es un interés más amplio pero más difuminado y adormecido.

Es una incógnita, por tanto, saber qué modelo podrá imponerse en el futuro. Por lo menos sería deseable lograr que se produzca un debate de fondo entre todos los agentes.