SAN Pedro y Orio encallaron en la clasificatoria y Hondarribia y San Juan sucumbieron a merced de la mar durante la segunda tanda de la primera jornada. Las cuatro últimas traineras de Gipuzkoa que han conquistado la Bandera de La Concha, no estarán en la tanda de honor. Algo insólito. "Las cosas hay que cogerlas como vienen. Fue un palo gordo, porque todo el año estás pensando en esta regata, pero antes de salir ya te das cuenta que te has quedado sin opciones por el viento", admiten Mikel Orbañanos e Igor Makazaga, satisfechos de sus respectivas "buenas" regatas.
Como entrenadores de Hondarribia y San Juan, sus ilusiones para colarse en la tanda de honor y, por qué no, soñar con la bandera, naufragaron en la misma bahía. "Esta semana hay que trabajar el aspecto psicológico y plantearse nuevos objetivos. La bandera está perdida, pero hay otros objetivos por los que pelear. Si no te marcas pequeños retos, no consigues nada".
Ambos equipos saldrán con la misma ambición: "ganar la tanda y esperar a que acabe la segunda tanda y ver al final qué posición ocupamos. Astillero y la Donostiarra están algo lejos, y el sexto puesto está en el aire". Se lo jugarán Hondarribia y San Juan, que han reflotado nuevos objetivos hacia los que dirigir sus proas. Durante toda la semana, se están entrenando en Donostia, lo cual solo tiene un significado: mantienen el cuchillo entre los dientes.
"No queda otro remedio -apunta Ioseba Amunarriz, patrón de la Ama Guadalupekoa-. En la salida, ya vimos que la bandera era imposible". "No podíamos ni coger la estacha", recuerda Endika Pérez, su colega en San Juan. Desde el inicio tuvieron claro el calvario que les esperaba. "El frente vino muy rápido, y no había tiempo casi para reaccionar. Tuvimos que decidir entre preparar algo la trainera, con el agravante de que habíamos roto una tosta, o terminar el calentamiento. Optamos por lo primero, casi sin medios, y salimos ya sin calentar", explica Makazaga.
Para entonces, el viento y los chaparrones agudizaban la baja sensación térmica. "Desde la zodiac, lo vives con cierta impotencia, porque ya imaginas lo que se viene encima", añade Orbañanos.
Los peores presagios no tardaron en convertirse en la cruda realidad. "Con el viento del noroeste y la mar movida, la calle uno es muy complicada. Se hace muy dura", afirma Makazaga. Su patrón, Endika Pérez, trató de ir a babor para arrimarse a la calle dos, por donde iba Astillero, con el fin de aplacar el rebote de las olas tras golpear en las paredes del Paseo Nuevo. "Pero el viento te echaba otra vez hacia la uno", se duele Endika. "Te encontrabas con las olas que venían de las dos direcciones; no había forma", puntualiza el técnico sanjuandarra.
Por el otro lado del campo de regateo, Hondarribia buscó el cobijo de la isla al echarse a babor, hacia la calle cuatro por donde bogaba Tirán. "El juez nos decía que volviera para nuestra calle, pero era el momento de arrimarse a la isla para protegernos del viento, que fue lo que permitió a Urdaibai distanciarse de Kaiku", recuerda Amunarriz.
La salida de puntas
La mar lanza una ola tras otra
Al llegar a Puntas, la mar pareció abrirse para tragarse las embarcaciones. "Antes de la isla, ya nos entraron dos o tres olas seguidas. Y si ahí ya lo pasas mal, fuera es mucho peor". Al amparo de Santa Clara, Hondarribia se acercó a Astillero tras enjugar muchos de los segundos perdidos al recorrer más metros al trazar de la calle tres a la cuatro. Pero "justo al salir de la isla, la segunda o tercera ola se metió dentro", rememora Amunarriz.
"Habíamos montado la bomba de achique, pero no funcionó porque falló algún contacto de la batería", lamenta Orbañanos, dolido por sus remeros. "Eres consciente de lo mal que lo van a pasar, les quieres ayudar, pero desde fuera no puedes hacer nada", agrega el oriotarra. Desde dentro del bote, "lo único que puedes hacer es pelear y tratar de sobrevivir. Sobre todo por la calle uno, ya ves que no vas a poder ni optar a ganar la tanda. Te centras en llegar a la ciaboga y volver lo antes posible", se resigna Makazaga.
Pero, por momentos, la baliza exterior se asemejaba a la línea del horizonte: parecía no llegar nunca. "Tardamos un cuarto de hora en llegar, cuando se suele hacer en menos de diez minutos. Era más que mala mar. Lo peor era el viento", concreta Orbañanos. "A todos nos costó mucho llegar a la ciaboga, aunque Astillero se salió", valora Endika. "Seguramente" la San José XIV fue "la que mejor remó pero, como al resto, no les pudo lucir ese trabajo. Con todos los respetos para Urdaibai, que hizo un regatón, sobre todo a la vuelta", enfatiza Makazaga.
Las temibles guiñadas
Los patrones piden auxilio
Ese segundo largo fue un infierno para los patrones. "Cuando coges tanta agua para fuera, está claro que para dentro vas a tener problemas", señala Amunarriz: "Lo que los aficionados pudieron ver con las cámaras de ETB que llevaban Kaiku y Tirán, lo sufrimos parecido el resto". El hondarribiarra se vio reflejado en los lamentos que soltaban Asier Zurinaga y David Álvarez, que una y otra vez pedían auxilio a sus marcas y contramarcas. Sus gritos, en ocasiones al filo de la desesperación, reflejaban el calvario. Y la incapacidad del momento. "Se sufre mucho en esa situación, porque la trainera se hace ingobernable", convienen Endika y Ioseba.
Cuando la Ama Guadalupekoa enloquecía y amenazaba con descontrolarse sobre las olas, su patrón recurrió a sus ankekos: "Osertz (Aldai) y Julen (Castrillón) me ayudaron muchísimo. No recuerdo haber tenido tanto trabajo en una regata". Endika echó mano de los kontrankekos: "Tirán tiró más de los marcas, pero yo sobre todo pedí ayuda a Kepa Arrizabalaga y Beñat Eizagirre, y algo al ankeko de babor (Beñat Korta). La trainera era ingobernable. Llevaba tanta agua, que se metía la proa y se levantaba la popa. Mi remo no llegaba al agua y en algunos momentos no podía hacer nada". Y así llegó la guiñada que permitió a Hondarribia recortar la ventaja de San Juan a la altura de la isla. "A partir de ahí, solo nos centramos en cruzar la meta", sostiene Endika. "Nosotros también llevábamos agua, pero pudimos volver bastante bien", agradece Orbañanos, que no recordaba "tan mala mar en Donostia desde 1998, cuando se tuvo que suspender el domingo y el lunes, y remamos el martes". Precisamente, ganó Orio, con Orbañanos a bordo de la Kanpa junto a los Sarasua, Odriozola, Gaztañazpi, Aizperro, Txabola, Altxerri, Asier Puertas, Francés, Urbieta... y el llorado Txiki Larrañaga en la popa, que fallecería mes y medio después.
La segunda tanda sufrió unas condiciones peores que la primera, en la que Kaiku echó las llaves que abrían La Concha al fondo del mar. "Zurinaga lo pasó muy mal, quizá no les ayudó la trainera que sacaron, que tiene la popa levantada", aprecia Endika. Makazaga, en cambio, piensa que "más que la trainera, sufrieron los efectos de la calle uno: era un agujero del que querías salir, pero el viento te echaba una y otra vez ahí. Urdaibai, por la cuatro, sacó todo el partido posible a las olas de popa", para sentenciar la bandera: "En condiciones normales, la tiene ganada. Se tendrían que repetir unas circunstancias parecidas, pero favorables a Kaiku. Es casi imposible", pronostica Orbañanos. Pero "si alguien lo puede hacer, son ellos, como hicieron en el Campeonato de España, aunque a una sola ciaboga es más complicado", considera Endika. De todo ello, la Donostiarra será el único testigo guipuzcoano. Hondarribia y San Juan claudicaron el domingo, pero ya lucen nuevos propósitos.