donostia. Resulta tremendamente frustrante que cada vez que un modesto como el Lagun Aro GBC se enfrenta a un grande de la ACB los árbitros siempre piten a favor del mismo. Una falta por aquí, otra por ahí, una antideportiva por allí si se da el caso... a veces puede pasar incluso desapercibido y ni siquiera influir en el marcador. Pero el San Sebastián Arena fue testigo ayer del mayor escándalo que ha vivido en la máxima categoría con una actuación vergonzosa del trío arbitral formado por Juan Carlos Arteaga, Carlos Peruga y David Soto, que empequeñeció a un GBC que ayer fue gigante y entregó en bandeja la victoria al Barcelona, que a pesar de todo sufrió lo indecible para ganar por 75-78.
Todo iba bien hasta el minuto 28. El equipo de Laso, basado en un tremendo esfuerzo físico, llevaba en todo momento el ritmo del partido ante un Barça que jugaba muy incómodo. El show arbitral comenzó entonces y duró dos minutos eternos. El señor Peruga fue quien comandó el atraco. Primero pitó una técnica a Domen Lorbek, que estaba en el banquillo, supuestamente por protestar una de tantas rigurosas faltas pitadas en contra de su equipo. Apenas un minuto después pitó otra técnica a Alfonso por tirarse al suelo tras un contacto con el blaugrana Anderson y, para rematar su vergonzosa actuación, regaló tres tiros libres a Navarro, que había buscado desesperadamente el contacto con Lorbek tras tirar un triple en posición forzada. El resultado fue un parcial de 2-9 que dio la vuelta al choque del 54-51 al 56-60 al término del tercer cuarto. Lo peor de todo es que Peruga cumple su décima temporada en la ACB y sabía perfectamente lo que hacía. Dio siete tiros libres a Navarro y dos posesiones gratis al conjunto culé. La afición del San Sebastián Arena nunca había estado tan cabreada.
La actitud del Barcelona fue patética, comandada por su entrenador, Xavi Pascual, que se pasó los 40 minutos protestando todas y cada una de las decisiones arbitrales, todos y cada uno de los contactos. Igual se pensaba que el Lagun Aro le iba a regalar el partido. Al final se lo regalaron los árbitros, así que se marchó a Barcelona tranquilo. También lamentable es lo de Juan Carlos Navarro, a quien no se le puede tocar y que tiene barra libre para protestar todo lo que le da la gana. La protección de los colegiados hacia el escolta resultó insoportable.
Los dos minutos mágicos de Peruga y sus compinches cambió totalmente el decorado. Hasta entonces, el partido era intenso, bonito, jugado de poder a poder. Panko, Alfonso y Doblas comandaban los esfuerzos del Lagun Aro para contener a un Barça al que le costó encontrar tiros cómodos pero que al final anotaba sobre todo por su impresionante juego interior, sin parangón en Europa. Pero las dos técnicas y esa falta inventada sobre Navarro al término del tercer cuarto descentraron a los hombres de Laso. Les entraron dudas y dejaron de defender fuerte, lo que aprovechó el Barcelona para marcharse por trece puntos (62-75).
baron casi empata El partido parecía ya resuelto, pero el Lagun Aro no había dicho su última palabra. Se olvidó de los árbitros y volvió a lo que había hecho durante 40 minutos. Eso y una muy buena racha en ataque le permitió ponerse a cuatro puntos a falta de un minuto (71-75). Una canasta de Panko y dos tiros libres de Salgado redujeron la desventaja a la mínima expresión (75-76) a nueve segundos del final. Navarro anotó los dos tiros libres (75-78) y al Lagun Aro le quedaron siete segundos para buscar la igualada. La jugada preparada por Laso salió medio bien y Baron se pudo levantar de tres, aunque en una posición algo forzada. Su tiro, en el colmo de la mala suerte, dio dos vueltas al aro y se salió. De entrar, hubiera supuesto la prórroga, en la que probablemente los árbitros hubieran hecho de las suyas otra vez, pero qué injusto fue que la afición no pudiera disfrutar otros cinco minutos de la épica actuación de los suyos.
Pese a todo, lo que al final cuenta es que el Lagun Aro perdió y que lleva cinco derrotas consecutivas, una racha que le hace olvidar objetivos ambiciosos y mirar de nuevo hacia abajo. Y ahí no tienen la culpa los árbitros. Viendo con qué ganas se empleó el equipo ayer, la pregunta es obvia: ¿Por qué no jugó así contra el Alicante y el CAI Zaragoza? Si lo hubiera hecho, el GBC habría acabado la primera vuelta más arriba y quizás, quién sabe, en la Copa. El señalado ayer por el desastre de Zaragoza fue Tskitishvili, que vio todo el partido desde el banco, pero los demás no se libran. Los jugadores deben jugar a este nivel de concentración, intensidad y agresividad todos los días, y especialmente contra los equipos de su liga. Que no se repita la historia y que afronten la futura visita del Fuenlabrada con el mismo entusiasmo con el que casi logran la machada ante el Barça.