Donostia. En el mundo del remo, existe un axioma que pone tiesas las orejas a los clubes de la ACT una o dos veces al año: "En Galicia siempre pasa algo raro". Poco a poco, año a año, los campos se han ido homogeneizando y los sobresaltos son menores, pero las dos regatas del pasado fin de semana en Moaña avivaron la leyenda. Por un lado, el sábado sólo fue posible montar una calle, por lo que la competición se desarrolló en formato contrarreloj. Por otro, el domingo, el hecho insólito de que tres traineras se jugaran la Bandeira Afamo en doce centésimas, desnudó las debilidades del cronometraje manual. El de toda la vida, por cierto. Para evitar suspicacias, la ACT dispondrá a partir de ahora el sistema de video-finish para las regatas en línea, y no sólo en las contrarrelojes, como venía sucediendo hasta ahora.
En este sentido, el gerente de la Liga San Miguel, Iñaki Mikeo, se puso en contacto ayer por la mañana con G93, la empresa encargada del servicio de GPS que permite conocer, entre otros datos, la posición de las traineras en el campo, las distancias entre ellas o la comparativa de tiempos respecto a otras tandas.
Hasta ahora, el acuerdo con la firma eibartarra sólo incluía el video-finish en las contrarrelojes, pero "no nos podemos arriesgar a que se repita lo del domingo", indicó ayer a este periódico Mikeo, dado que "con la igualdad existente, hay que estar preparados para ser capaces de diferenciar las milésimas". La inversión necesaria, además, "es asumible", pues a lo largo de toda la temporada el coste de esta tecnología rondará los 8.000 euros.
El cronometraje manual, al fin y al cabo, depende de la rapidez con la que el juez de llegada detiene el cronómetro, y cuando se habla de que Orio superó a Tirán por siete milésimas, hay que hilar muy fino. El gerente de la ACT no cuestiona la capacidad de los jueces desplazados a Moaña desde Euskadi y Cantabria -"son de una fiabilidad total, aunque todos nos podamos equivocar", asevera-, pero desea "saber las milésimas de cada trainera", que es lo que aportaría el video-finish, al permitir la imagen secuencial de la llegada de cada trainera. "No tengo duda de que Pedreña sacó esa décima a Orio y Tirán", concluye. Por fortuna, cualquier duda entre aguiluchos y gallegos no era por la bandera.
Un juez guipuzcoano que no estuvo en Moaña señaló ayer que el cronometraje manual, "con una buena visión de las balizas de llegada justo desde la línea perpendicular, que es donde se sitúa, es totalmente fiable", aunque admite que "pueda haber un mínimo margen de error en cuanto a las milésimas". Asimismo, asegura que "visualmente, es posible discernir qué trainera va una décima por delante; date cuenta que un segundo es casi un tercio de bote".
Al desenlace del domingo, que no es achacable a un fallo organizativo sino a la extrema igualdad de esta liga, se le suma la polémica del sábado al tener que disputarse la regata en formato de contrarreloj, algo que disgustó mucho a los clubes y, lógicamente, a la propia ACT.
Sucedió que el campo de regateo fue montado el viernes, pero el balizaje no era correcto. Se trató de corregir el sábado y, en el intento, el cable sumergido que sujeta las cuatro balizas se rompió, liberando las boyas. Hay que tener en cuenta que en Galicia las balizas no se sujetan de forma individual, sino que las cuatro van unidas por un cable, de forma que, por el viento o las corrientes, las boyas de las calles centrales pueden desalinearse respecto a las de los extremos, como se apreciaba el domingo en las balizas exteriores.
Pese a que Eugenio Fernández, miembro del comité de competición de la ACT es un férreo defensor de la fiablidad de los campos gallegos, en ellos anidan las meigas. Ya se sabe: haberlas, haylas.