Es un acierto de la Vuelta mantener una modalidad de etapa, la contrarreloj por equipos, que se está perdiendo en el ciclismo, habiendo desaparecido de las otras grandes vueltas. Es un tipo de especialidad que antaño, no hace tanto, fue tan característica de una gran vuelta como lo eran la montaña, los sprints, o la contrarreloj individual; y que tenía gran relevancia para la resolución de la carrera. En los tiempos de Indurain, por ejemplo, la contrarreloj por equipos nunca faltaba en el Tour de Francia, y con distancias considerables, siempre por encima de los cincuenta kilómetros. Como eso suponía un impacto de tiempo considerable entre quienes tenían un buen equipo y los que no, en algún momento se decidió atenuar ese golpe no contabilizando los tiempos reales invertidos, sino premiando con bonificaciones a los equipos según se hubiesen clasificado en la contrarreloj. Pero poco a poco, prevaleciendo siempre lo individual, fueron desapareciendo estas pruebas. Es importante que no se pierdan pues, siendo el ciclismo un deporte individual que se corre en equipo, consiguen plasmar de manera muy visual la esencia de esta idea. La idea de la importancia de lo colectivo, del trabajo en equipo, lo que tiene un indudable carácter didáctico, para los jóvenes y para todos. Entre todos, aunando esfuerzos, bien organizados, se llega más lejos.
Una disciplina hermosa
Por otra parte, es una prueba hermosa plásticamente, que permite ver la velocidad ideal, casi la más alta, que se puede alcanzar sobre una bici, cuando se reparte el esfuerzo de luchar contra el viento, que, junto a la gravedad, es el otro enemigo del ciclista para avanzar rápido. En la etapa de este miércoles vimos como todos los equipos utilizaban la técnica de ir en una fila india; aunque también hay otra variante, que consiste ir en dos filas, rotando, una fila que avanza y otra que retrocede, a la que se descuelgan los que dejan el relevo en la punta. Ésta, también llamada del “huevo”, es más dinámica y bella, pero son los directores, evaluando el viento, quienes eligen una u otra; normalmente en fila india cuando el viento no es muy fuerte.
Elogio a la Vuelta
Hay que elogiar a la Vuelta por defender esta modalidad, aunque sea con los kilómetros reducidos, 24, en los que las diferencias no son grandes. Ésta es otra característica del ciclismo actual, como prima una idea de mantener la emoción intacta del espectáculo hasta la etapa 21, no se ponen etapas que podrían provocar grandes diferencias; se acortan los kilómetros tanto en las etapas de línea como en las contrarreloj, de equipos e individual; y se apuesta por puertos duros sólo como final y meta. Los 24 kilómetros produjeron unas diferencias de apenas diez segundos entre los cinco mejores equipos, y un poco más sobre el resto. Con Vingegaard recuperando el liderato, y mostrando un tremendo deseo de ganar, como se vio en la llegada. Entre el UAE, que ganó la crono, e Israel están poniendo difícil a los aficionados seguir la Vuelta asépticamente. Es inevitable trascender lo deportivo ante lo que está pasando.
El UAE e Israel
Del UAE ya hablé repetidamente, sobre esa estrategia de los millonarios, en este caso estados, de lavar su imagen a través del deporte, cuando en sus países sofocan la libertad, y reina la opresión. E Israel, ahora mismo, representa de manera extrema esto, la idea de blanquear su imagen, de conseguir prestigio internacional a la vez que se practica el genocidio en Gaza. Quizá no es una cuestión que pueda resolver la Vuelta, pero sí la UCI, la Federación internacional, que no dudó en excluir a Rusia de todas las competiciones. Que aplique el mismo rasero. Al menos que les impidan llevar ese maillot.
Museo Dalí
La salida de la contrarreloj, frente al Museo Dalí, invita a pensar en la relación del genio de Figueras con la bicicleta. Aunque una característica de la bicicleta sea la de ser un vehículo construido con un gran sentido común, no quedó al margen de los intereses y obras de Salvador Dalí. En 1959 Dalí recibió el encargo del Tour de Francia, para diseñar una postal de la prueba. El mismo año en el que ganó el Tour Bahamontes. Quizá sirvió de talismán al gran escalador toledano. El mismo Dalí, cuando vivió en París, utilizaba una bicicleta como medio de transporte. Y en varios cuadros representa un numeroso grupo de gente montada en bici, un pelotón, pedaleando con una piedra sobre la cabeza. ¿Qué significan esas piedras? Como todo lo surrealista, está lleno de símbolos interpretables, porque son imágenes que se conectan con nuestros sueños, con nuestro subconsciente. Quizá representan el necesario equilibro para montar en bicicleta, o el esfuerzo para llegar adonde queremos ir, a nuestros objetivos.
Dalí sentía gran admiración por los ciclistas de su época, cuando era amigo de Lorca y Buñuel, especialmente por Louison Bobet, a quien también se bautizó como el ciclista del Frente Popular, a aquel Dalí eso no parecía importarle, aunque en el ocaso de su vida, cambiara totalmente de ideas. Admiraba tanto al Tour de Francia que llegó a decir que “cuando las bicicletas llegan a París se acaba el verano”. Tanto como eso no, pero cuando termina el Tour algo especial se acaba, y hay que buscar la plenitud en otro lugar. Pero ahora hablamos de la Vuelta, de los exámenes de septiembre.