"HAce quince años el surf era muy hippie; no tenía la mejor fama". Sin embargo, los padres de Aritz Aranburu (30-IX-1985, Zarautz), Karmele y Rafa, alejados de prejuicios, preferían ver a su hijo rodeado de agua salada en lugar de en una sala de máquinas. Power Txiki, como le denominaban entonces a Aritz, también prefería divertirse cogiendo olas. Eso sí, ya con la tabla, en lugar de con el corcho que motivó sus inicios, a los tres años. Entonces, Aitor Francesena, Gallo, su entrenador, ya aparecía en su entorno. Ambos se tendieron la mano en 1998 con el fin de adentrarse en un camino que nadie había explorado en Euskadi ni tampoco en España: el sendero hacia la elite mundial, el World Championship Tour (WCT).

"Entre los dos hemos diseñado un camino que persigue un sueño, con ilusión y trabajo", explica Aranburu. En esa época de adolescencia, nadie consideraba factible el deseo del zarautztarra. Utopía. Ni tan siquiera había surfistas europeos entre los mejores; Oceanía y América monopolizaban la actividad. Empero, Eneko Acero, "el primer vasco en vivir del surf", el espejo de Aritz a nivel local, pues más allá es Kelly Slater, daba cuenta de que se podía ser un obrero de las olas. "Nos abrió los ojos". No obstante, la fe debía de brotar de uno mismo: "Tuve que demostrarme que podía estar ahí. Me lo fui creyendo poco a poco -como le gusta hacer las cosas, con metas a corto plazo- y los resultados deportivos se fueron transformando en inyecciones de motivación".

Sin referencias, como el ave que se lanza al vuelo por vez primera aleteando sin cesar, Aritz anunció boda y se subió al altar con el surf una vez finalizó sus estudios de Bachillerato y completó la selectividad. "Siempre con lógica y sin presiones", como el consejo que lanza a quienes ahora buscan emularle. Los baños se fueron sucediendo y el cauce llegando a buen puerto. En 2004 -este año, con 18 primaveras, accedió al WQS, la segunda división Mundial- y 2005, por ejemplo, se proclamó subcampeón junior europeo. Pero no fue hasta 2007 cuando llegó el momento que tantas veces había imaginado acostado en la cama. Con resultados tan reseñables como las victorias en el Hangloose Pro de Brasil y en el Zarautz Pro, ascendió el peldaño que ningún vasco ni español había subido, y que solamente tres europeos habían alcanzado anteriormente, desde que en 1976 se creara el Circuito. Aritz comenzaba así a beber de la historia. "Mucha gente se me ha sincerado y me ha reconocido que jamás creyeron en mí", apostilla.

Empero, Aritz respira en la actualidad el profesionalismo. "Estar en el Top 45 me permite vivir de ello. Las marcas apuestan por ti. Además, la evolución de este deporte está siendo muy rápida y en Europa está creciendo muchísimo. Se percibe en el agua, con las industrias, las ropas... Y también con los resultados del Viejo Continente: ahora hay siete surfistas entre los 45 mejores. Hace tres años era impensable", relata.

Y es que "sarna con gusto no pica". "He tenido que trabajar mucho, porque nunca he tenido nada claro el poder llegar donde estoy. Pero lo que siempre hemos tenido claro Aitor y yo es que había que trabajar más que los demás para intentarlo", revela. El estajanovismo es su receta del éxito. Trabajo diario que se materializa con alrededor de cuatro horas de surf y cerca de tres horas de ejercicio físico, aderezado con artes como yoga o pilates. Además, claro, de contar con un psicólogo deportivo para que la mente acompañe al cuerpo en la ardua tarea que requiere el profesionalismo.

Y es que no sólo de agua vive el ajetreado surfista. La vida se ve plagada de los eslabones que conectan con la competición, como son los viajes . Conexiones con el medio natural que plagan el calendario con unos 80 vuelos en avión al año. ¿Vacaciones? "Apenas hay tiempo para visitas". Cuando llega el momento de ocio se decanta por lugares sin costa, como Londres, donde acaba de estar con la novia. Sin dependencia del oleaje. "Eso sí que es un estilo de vida: depender de las condiciones". Manera de vivir que le trae a Mundaka, su ola preferida, donde mañana da continuidad al sueño de Power Txiki.