La caza de brujas del siglo XVII como ejemplo de todo lo que vendría después. Akelarre, de Pablo Agüero, se presentó ayer en Donostia a competición, un largometraje coral con gran carga feminista, en el que el director argentino se acerca a los procesos inquisitoriales que se vivieron en Euskal Herria. Este título, que compite por la Concha de Oro y está protagonizado por un elenco coral de seis jóvenes actrices encabezadas por Amaia Aberasturi, cuenta la historia de un grupo de amigas que son capturadas por la Inquisición y acusadas de brujería.

Más allá de filmar una historia de carácter universal -hubo procesos similares en toda Europa y también en Estados Unidos-, Agüero ha querido plantear una historia atemporal y que mira desde el presente a los hechos del pasado. En este sentido, el cineasta responsable de Eva no duerme explicó como los juicios contra las supuestas brujas solo eran una manera de eliminar de la historia a un colectivo de mujeres incómodas para el sistema, algo constante en todas las épocas.

"He intentado construir la película como un espejo del presente. Cuenta un momento fundador de nuestra sociedad actual. Esa educación por el temor al que fuimos sometidos durante siglos fue planificada y está escrita en manuales", expuso el cineasta, quien añadió que se aplicó "un sistema moral" que perduró durante siglos y que conllevó a la captura y ajusticiamiento de personas que tuviesen "costumbres diferentes" y hacerlas desaparecer. "Se hizo desaparecer una memoria", añadió.

Asimismo, criticó la doble moral de una Iglesia que al tiempo que santifícaba a los hombres, promovía la quema de las transcripciones de los juicios como manera de ocultar la existencia de esas mujeres. A la hora de perfilar su personaje, Amaia Aberasturi recogió el guante que le echó el director, y se propuso crear una protagonista que no estuviese sujeta a un periodo concreto, para una trama que podría estar ambientada incluso en la actualidad. "Tenía que ser alguien muy salvaje, libre, que hace lo que quiere cuando quiere y porque quiere, en una época en la que no se podía", explicó Aberasturi.

"MUJERES REBELDES"

Con el estreno de Akelarre en el Zinemaldia, el argentino ha concluido un periplo que inició hace diez años cuando descubrió un libro que analizaba la historia de las brujas y las definía como "mujeres rebeldes" que fueron perseguidas por ello. Esta lectura "revolucionaria" lo "marcó mucho". Otra obra determinante a la hora de levantar esta película fue Tratado de brujería vasca. Descripción de la inconstancia de los malos ángeles o demonios, del inquisidor francés Pierre de Lancre, que viajó a Euskal Herria en 1609 y mandó a la hoguera a 60 mujeres. A juicio de Agüero, fue el que redactó el testimonio "más delirante" de todos los que se han escrito al respecto.

Fue precisamente este el testimonio que leyó Alex Brendemühl para preparar su personaje, el del inquisidor que apresa a las seis jóvenes, un papel "muy goloso", en la estela del Lope de Aguirre que Klaus Kinski interpretó para Werner Herzog en Aguirre, la cólera de dios. Es decir, un personaje "que parece que quiere arrasar con todo y que tiene una sensibilidad especial para no empatizar con nadie".