La Amazonia esconde muchos más secretos de los que uno pueda imaginar. Así lo desvela la exposición Amazonias. El futuro ancestral que, desde este viernes y hasta el 12 de abril del año que viene, se podrá ver en San Telmo. Esta muestra, que se ha presentado este jueves, ha sido producida en colaboración entre el museo donostiarra y el Centre de Cultura Contemporànea de Barcelona (CCCB) y comisariada por Claudí Carreras, que ha sido el encargado de guiar una visita a la prensa por una exposición muy elaborada, con muchas capas y recursos y para la que, según ha comentado el propio comisario, serían necesarias más de dos horas de paseo minucioso entre las obras.
Carreras ha querido ofrecer una visión amplia de lo que realmente es la Amazonia, un territorio extenso que atraviesa nueve países (Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Surinam, Guayana y Guayana Francesa), donde conviven 30 millones de personas y habitan 400 pueblos indígenas con 300 lenguas distintas. Eso sí, solo el 15% de los indígenas, según ha explicado, vive en el entorno natural, el 85% restante vive en las zonas urbanas. El bosque amazónico, por su parte, es el mayor ecosistema tropical del mundo y también la principal reserva hídrica del planeta.
El comisario ha insistido en que en Occidente la sociedad se ha abstraído de la naturaleza, diferenciando ambos planos, mientras que al otro lado del Atlántico todo es uno. Esa es una de las “enseñanzas” de esta exposición que busca en el pasado para dar una alternativa sostenible a lo que viene. Por eso lleva el subtítulo de Futuro ancestral.
Antropólogos, historiadores, pensadores y, por supuesto, artistas han participado en este proyecto que en su propuesta expositiva invita al espectador a ver, a escuchar e, insólitamente, hasta oler mediante cinco botes de aromas que evocan aquellos parajes. Destaca en la exposición la construcción de una maloka –un edificio tradicional, comunal y de carácter ritual pensado para la tradición oral– construido con palma y madera– dentro del propio museo, en una de las naves de la antigua iglesia. La instalación se completa con una serie de bancos bajos y unos audiovisuales en los que se reproducen 29 de las más de 300 entrevistas que el creador audiovisual Andrés Carmona, también presente en la visita, realizó a indígenas amazónicos de Colombia, Ecuador, Perú y Brasil.
No es la única recreación a escala 1:1. También se ha levantado un local de baile de la zona de Iquitos (Perú), en la que a modo de rockola se puede escuchar música local y tradicional.
Cuatro apartados
La inmensa exposición Amazonias se estructura en cuatro grandes bloques. El mensaje de las raíces comienza con una instalación del antropólogo Jöao Paulo Lima Barreto en la que explora la cosmovisión y la creación del mundo del pueblo tukano. Le siguen varias fotos y audiovisuales basados en la investigación arqueológica de la Amazonia, que desmitifican la idea colonial de que aquello era “un territorio virgen”, demostrando que aunque no hubo construcciones de piedra como en otras civilizaciones antiguas, sí que las hubo de adobe.
Grandes lienzos siguen en la exposición, centrados en visión femenina del mundo y otros realizados mediante la ingesta de ayahuasca y durante cánticos rituales sanadores que pueden escucharse en la misma sala.
Precisamente, la ayahuasca, la coca, el tabaco o la flor de toé son otros de los aspectos en los que se centra la exposición, antes de saltar a la segunda parte, Un árbol hecho agua, que sigue el fluir del río Amazonas, con audiovisuales que recorren sus miles de kilómetros desde los Andes hasta el mar, o con instalaciones sonoras que reproducen los sonidos naturales que se escuchan a lo largo del día. Este área también explora, mediante “obras vivas” que todavía sangran, los colores de la zona amazónica, o las lenguas amazónicas, las urbes, la población indígena, los colonos y los afrodescendientes.
Bonanzas voraces, por su parte, es una crítica a las industrias extractivistas que expolian la Amazonia sacando rédito del tráfico de animales y de droga, de la industria del caucho, la minería, el petróleo y la ganadería extensiva, entre otras. Por último, la exposición se cierra con un apartado llamado Somos un tejido, centrado en los efectos de la deforestación y de cómo algo que ocurre al otro lado del mundo puede llegar a afectar aquí, siguiendo la creencia indígena de la existencia de un ecosistema global