El cineasta de culto y artista multimedia islandés Hlynur Pálmason (Hornafjorour, Islandia, 1984), cuya obra fílmica enlaza con su obra plástica, y ambas con su entorno, expone en las salas de Tabakalera sus dos prácticas: vídeos, instalaciones, grabados sobre lonetas, y sus planchas, fotografías y pinturas, de sintaxis conceptuales, procesuales y minimales, en torno a procesos vivenciales, y de su entorno ecológico, en los que la naturaleza y su desarrollo evolutivo cobran una importancia sustancial, pese a las prisas y desafueros de las sociedades modernas, rompiendo en parte nuestros esquemas mentales y procesuales.
La muestra presenta tres proyectos del artista. El primero Lament for a horse (2021-23), siguiendo la descomposición de un caballo y su desintegración en la naturaleza, a través de una serie fotográfica conceptual, realizada durante tres años, resulta de una gran belleza y atractivo visual, y en la que el tiempo y la atención del fotógrafo han realizado el resto.
El segundo One winter (2012), una película producida por Tabakalera, y una instalación de Pálmason ha creado recortando y disponiendo a la intemperie una serie de placas de metal encima de telas de algodón durante los largos meses de invierno. Formas geométricas y peces son los repertorios iconográficos resueltos en ocres, de gran pureza y simplicidad de resultados.
Y, por último, The beginning and the end (2025), donde sugiere que los extremos no se oponen sino que forman parte de un ciclo que incluye la contradicción, la de fijar el mundo para ver su movimiento, observar la muerte para vivir sus cambios o descubrir en el hielo la fuerza de lo microcósmico. Las imágenes son de gran fuerza y poder visual, y exigen una mirada atenta del espectador.,
Ciertamente, resultan más atractivos y potentes sus vídeos cargados de fuerzas naturales, así como su serie de pinturas de pequeño gramaje y sus texturas, y de colores tierras, verduzcos y negros, que conectan con sintaxis conceptuales y minimales hoy tan en boga. Al decir del historiador Hipolyto Taine, la geografía y su clímax imponen a las obras de arte una configuración mayor de lo que pensamos y sospechamos los seres humanos, y no cabe duda que Pálmason es muy consciente de estas coordenadas en que se mueve su obra. Tiempo y espacio configuran su obra. Y lo hacen de un modo sobrio, racional e inteligente.