Muestra que explora la contradicción y la duda que surge ante el mundo cuya última esencia escapa a nuestra percepción directa. El universo en todas sus escalas es cuántico. Once artistas, cuyas obras parten de la idea de que la realidad es en gran medida arbitraria, replantean el mundo físico desde sus propias perspectivas, cuestionando los límites del conocimiento y proponiendo nuevas formas de comprender lo real. Arte y ciencia dialogan sobre lo incierto y lo impreciso.

La muestra está comisariada por Monica Bello y cuenta con la participación de Sabine Himmelsbach y Angelique Spannics, en colaboración con el Centro Europeo para la Investigación Nuclear, el Donostia International Physics Center, y Tekniker.

Un grupo de diversos artistas y de disciplinas tan variadas como la escritura, música, xenología, cine, arte, ciencia cuántica y transdisciplinar componen la nómina de los autores propuestos en esta muestra: Abelardo Gil-Faunier, Adriana Knouf, Alice Bucknell, Jaione Camborda, Joan Heemskerk, Libby Heaney, Marina Rosenfeld, Nicole L’Huillier, Semiconducto, Yunchul Kim, y Kuri Pattison.

Las obras de estos artistas ofrecen todo un cúmulo de posibilidades de experimentar sensaciones espaciales, auditivas, táctiles, visuales y transformativas que pueden llevar al espectador a elaborar mundos propios, diferenciados, ocultos y sorpresivos, hasta crear su propia realidad, tan virtual como real, tan real como creativa.

Programa educativo

La exposición está estructurada en torno a un espacio de mediación con contenidos desarrollados por el Estudio Morgan Crea, y en las salas adyacentes se presentan las once instalaciones de arte contemporáneo creadas por los artistas seleccionados. La exposición está acompañada por un variado programa educativo de visitas guiadas, conferencias, talleres.

Entre los aspectos positivos, remarcar las imágenes en movimiento, el sonido, ya aportadas con anterioridad por el cine y la música, un mayor grado de sofisticación, y las posibles aplicaciones a otras disciplinas como la arquitectura, la música, la publicidad. Entre las negativas, reseñar que las aportaciones de la máquina y la tecnología resultan todavía primarias, sobrias, pobres, sobre todo si las comparamos con la ya larga trayectoria de los lenguajes artísticos que llevan ya siglos de experimentación y ensayo en diversas y múltiples direcciones y propuestas.