Trece años después de ganar su primer cabezón –lo hizo en 2012 por La piel que habito, de Pedro Almodóvar– y tras sumar nueve nominaciones, Soler fue reconocida en Granada junto a Sergio Pérez y Nacho Díaz por su labor en Marco. Un galardón que quiso dedicar a “la entrega absoluta” de Eduard Fernández para transformarse en este personaje real que mintió afirmando haber sobrevivido a los campos de concentración nazis, y a los Moriarti, capaces de generar los rodajes “más felices” de todos.
Todo hacía indicar que este año sí iba a ser premiada, pero ¿pensaba realmente que iba a ganarlo?
No, no. He recibido muchas felicitaciones por el trabajo y mucha gente me decía que nos íbamos a llevar el Goya, pero llevo nueve nominaciones y sé que no hay que confiarse porque podía te lo puedes llevar de la misma manera que se lo puede llevar otro de los grandes trabajos que hay. En alguna ocasión sí me he confiado, al igual que en otras tenía claro que era imposible. Por ejemplo, el año de Mar adentro estaba nominada y fui tranquilísima sin prepararme nada porque estaba segura de que no iba a ganar. Puedes ir teniendo claro que no te va a tocar, pero ir sabiendo que vas a ganar es imposible (risas).
Quiso agradecer el premio tanto a Eduard Fernández como a Nathalie Poza por su implicación.
Sí. Trabajar con Eduard fue increíble. Tuvo una entrega absoluta, estuvo siempre a favor y nos facilitó el trabajo. Compusimos el personaje muy en equipo con él y con los directores, porque son unos directores con los que realmente trabajas en equipo. Con ellos, un problema tuyo no es tuyo, es de todos. Vimos cómo iba a interpretar Eduard al personaje y nos hizo simulacros. Trabajar tan estrechamente con un actor es muy gratificante.
Y más en casos como éste, en el que tenían que conseguir la caracterización de una persona real.
Claro. Había que lograrlo porque iban a utilizar imágenes de archivo, así que había que clavarlo, pero, además, como tenía un físico tan peculiar, era algo que contaba mucho del personaje. Ese pelo teñido con esa raíz blanca, el bigote que se teñía... todo eso había que hacerlo muy real. Era tan histriónico que podíamos haber caído, tanto su interpretación como el maquillaje y la caracterización, en la caricatura.
A ello le tuvieron que sumar el tratar de ocultar un rostro conocido como es el de Eduard Fernández.
Sí, y él disfruto mucho de ello. Durante el rodaje le veías sentado en un banco dando de comer a las palomas y se le sentaba un señor al lado y no se daba cuenta ni que era Eduard ni que era un señor caracterizado (risas). Fue feliz, porque los actores cuando están trabajando que no les reconozcan les hace sentirse muy cómodos.
“Llevo nueve nominaciones y sé que no hay que confiarse. Puedes ir sabiendo que no te va a tocar, pero ir sabiendo que vas a ganar es imposible”
Antes ha comentado el equipo que forman los Moriarti, algo que también señaló sobre el escenario.
Sí, dije que sus rodajes son los más felices y es verdad. Son muy bonitos porque tienen de todo, su parte de diversión, su parte de concentración y mucho trabajo... Crean un ambiente de equipo maravilloso. La primera vez que trabajé con ellos fue en Balenciaga, que fue tela marinera, pero aún y todo, trabajé muy a gusto con ellos. Además, disfrutan mucho del departamento de caracterización. Son muy curiosos y te llevan al extremo. Son muy exigentes, pero se trabaja muy cómodo.
Aunque la película se llevó dos Goyas, hay cierta percepción de que se merecía, por lo menos, más nominaciones.
Yo también lo creo. Podían haber tenido tanto los Moriarti como los apartados técnicos más nominaciones. Se merecía más, pero también es verdad que este año ha habido tantas películas tan buenas que ha habido que repartir mucho.
Y tanto, solo hay que ver el ‘ex aequo’ a mejor película. ¿Cómo vivió ese momento?
Con sorpresa y con una sensación de caos (risas). Luego entiendes lo que ha pasado y que no hay nada oscuro, pero al principio pensé “¿Qué es esto?”. Pero bueno, ha sido un año con muchas películas. También formé parte del equipo de Soy Nevenka y creo que es otra película escasa en nominaciones.
“Enric Marco era tan histriónico que podíamos haber caído, tanto la interpretación como el maquillaje, en la caricatura”
¿Cómo llevó el resto de la gala? Porque casi llega a las cuatro horas de duración...
Este año estaba bastante delante, en la cuarta fila, y la viví muy bien. Me pareció una gala muy divertida, las presentadoras estuvieron estupendas y las actuaciones fueron de nivelazo. Tuvo mucho ritmo, aunque es verdad que me perdí un trozo porque todo el tramo de las entrevistas tras el premio no lo vi. Quizás en el último tramo se alargó un poco de más, pero me pareció una gala buena. Me encantó como habló Aitana Sánchez-Gijón –Goya de Honor– y como Maribel Verdú le dio el premio.
¿Hubo tiempo para celebrar el premio después de la gala?
Entre lo que esperas para hacer la foto de familia y sales de allí, cuando llegué a la fiesta ya había poquito para comer (risas). Pero conseguí sentarme, tomarme una copa de vino con parte del equipo, porque la otra parte la perdimos, y disfrutar de Carlos Areces, que me encanta como anima las fiestas. Incluso canté y bailé lo que me dejaron los pies, que fue poco (risas).
Ahora tocará celebrarlo en Donostia.
Claro. Lo que más ilusión hace de estos premios y estar nominados a ellos es la ilusión que le hace a la gente y recibir todo ese cariño. Cuando me senté después de recoger el premio, tenía 351 mensajes de WhatsApp en el móvil. El cariño y la alegría que recibes y que les provoca a todos es lo más bonito.