El hierro fue esencial en el proceso creativo de Eduardo Chillida, pero también materiales como el granito, el alabastro, el mármol o la tierra chamota, a los que Chillida Leku dedica su nueva exposición en el interior del caserío Zabalaga, que reúne medio centenar de obras, algunas mostradas por primera vez en público.

Piezas de la colección del museo y otras procedentes del Reina Sofía, de las colecciones del Banco Santander e Iberdrola y de propietarios privados conforman la nueva propuesta, bautizada como 'Harri, Lurra, Huts' (Piedra, Tierra, Vacío), tres palabras que Chillida eligió para nombrar sus esculturas.

Exposición

La exposición, que podrá visitarse hasta finales de mayo, la han presentado este jueves la directora del museo guipuzcoano, Mireia Massagué, el presidente de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, Luis Chillida, y la comisaria y responsable de exposiciones del museo, Estela Solana.

Chillida Leku juega en esta ocasión con las escalas, con obras como los granitos, que siempre se habían mostrado en el exterior y que, al acceder por primera vez al viejo caserío que el artista vasco rehabilitó como una obra más, adquieren a la vista una dimensión mucho mayor.

"Al nombrar sus esculturas con piedra, tierra y vacío, Chillida evocaba la materialidad de su obra. Además, es un juego de palabras vibrantes, sonoras, que aluden a su identidad vasca, pero que también recuerdan al juego de 'piedra, papel o tijera', donde la elección de cada material está condicionado por su capacidad de transformación", ha señalado Estela Solana.

Diferentes materiales

Ha explicado que la "síntesis" de la muestra es explorar el uso que el creador donostiarra hizo de los materiales a lo largo de su carrera, desde la temprana 'Concreción' en piedra de 1950 a los granitos 'Harri VI' y 'Relieve' de finales de los 90, o la 'Lurra M-38' de ese mismo periodo.

Son materiales que aparecen intermitentemente en su producción y que representan en la obra de Chillida la fuerza creativa de la naturaleza y un medio expresivo para todas las culturas a lo largo de la historia, según ha relatado Solana.

El otro elemento de la muestra, el vacío, es "lo más personal" del artista y por el que mostró interés muy pronto. En muchas de sus obras creó espacios interiores, huecos de forma geométrica que se abrían a la luz y que daban sentido a una búsqueda que le dirigió también al proyecto fallido de la montaña de Tindaya, en la isla canaria de Fuerteventura.

"El alabastro es lo que hizo que Chillida se reconciliase con la arquitectura (la carrera que abandonó por el arte) y con la luz, como se puede ver en su 'Estudio homenaje a Kandinsky' de 1965, y con 'Mendi huts I' (montaña vacía), de 1984, que es la pieza que le llevó hasta Tindaya", ha explicado la comisaria.

Espacio propio

Cada elemento tiene su propio espacio en las dos plantas del caserío. Las 'lurras' se presentan por primera vez con identidad propia. Son piezas de tierra chamota, que el creador vasco descubrió a mediados de la década de los 70 y que es el material más blando que utilizó, aunque es de gran densidad y muy compacto y las piezas más pequeñas pesan alrededor de 30 kilos.

Algunas las trabajó con óxido de cobre, otras con pequeñas incisiones en las que se reconoce claramente a Chillida, como ocurre asimismo con su obra gráfica, de la que se exhiben también algunas piezas en papel, cartón y fieltro. De este último material es una gran gravitación sin título de 1988 que se sitúa ante la mirada del visitante al acceder al interior del caserío.