Gipuzkoa se encuentra de celebración. Ha alcanzado sus primeros mil años de historia aunque, probablemente, sean algunos más. San Telmo ha inaugurado este viernes la exposición Ipuscua 1000 urte/años, que toma como punto de partida el documento más antiguo que se conserva y que registra el nombre de este territorio: Ipuscoa. Se trata de un legajo de 1025 en el que se recoge una donación por parte del señor García Acenáriz y su esposa Gayla al monasterio de San Juan de la Peña, en Aragón. No se conserva el documento original, pero sí dos copias amanuenses. La que se exhibe ahora en el museo donostiarra es El Cartulario de San Juan de la Peña procedente de la Universidad de Zaragoza, a juicio del comisario Iosu Etxezarraga, la "mejor conservada" y en la que con mayor nitidez se puede leer Ipuscoa, nombre propio que acabó derivando con el tiempo en la actual Gipuzkoa.
Etxezarraga, acompañado del alcalde de Donosita, Eneko Goia, la diputada de Cultura, Goizane Álvarez, y la directora del museo, Susana Soto, ha presentado este viernes una exposición "pequeña", debido a la complejidad de resumir 1.000 años en una sola muestra, que se compone de 50 piezas de todo tipo. De hecho, tal y como ha comentado Soto, la exposición podría sostenerse única y exclusivamente sobre el documento de donación a San Juan de la Peña.
Dicho archivo demuestra que el señor de Gipuzkoa García Acenáriz y su esposa Gayla cedieron al citado monasterio la iglesia rural de San Salvador de Olazabal, situada en un barrio de Altzo, junto con otras propiedades situadas en la cuenca del Oria y en la costa. Según el comisario, existen pocos datos sobre la procedencia de García de Acenáriz, aunque su origen podría estar también en Aragón. En cuanto a su esposa Gayla, su testamento, fechado en 1048, revela su origen “de Ipuçcha” y su pertenencia a un linaje con propiedades en Gipuzkoa e Iruñea.
Pese a las dificultades que supone un ejercicio de síntesis de un milenio, San Telmo ha comprimido diez siglos de relato histórico en medio centenar de objetos representativos como documentos y libros, piezas arqueológicas, mosquetes, espadas, escudos señoriales, agujas de vestir, medallas, retablos y hasta una gran maqueta de Gipuzkoa construida tras la Guerra Civil con el objetivo de acompañar el Plan General de desarrollo del territorio y que durante años estuvo en el departamento de Vivienda municipal, cuando este se encontraba en la plaza Lasala. Al vaciarse para dar paso al hotel, esta maqueta fue rescata de acabar "en una escombrera" por el museo San Telmo .
¿Cuál era el territorio de Gipuzkoa en 1025?
La exposición de San Telmo se divide en tres apartados. El primero de ellos especula sobre cuál fue la demarcación territorial de Gipuzkoa a lo largo de los años. Además de los objetos, la muestra se acompaña con ilustraciones y mapas con el que quieren hacer que el relato sea más accesible para el colectivo escolar. En la primera sala, después del documento de donación, se despliegan sobre el suelo tres mapas que representan las lindes en distintos momentos de la historia. Así, el primer mapa especula, a falta de más datos y de investigación histórica, que la Gipuzkoa de 1025 sería más pequeña que la actual. La mayoría de las comarcas actuales se encontraban dentro de sus fronteras, a excepción de toda la comarca de Deba, que en algún punto pareció haber pertenecido al Duranguesado, y la zona de Oiartzun. En este sentido, Etxezarraga ha explicado que existen dudas sobre si Donostia pertenecía ya entonces a lo que se conocía como Ipuscoa. En este sentido, ha querido matizar que esto no significa que estos enclaves no perteneciesen al entorno de Navarra, sino que dentro del reino representaban otro tipo de unidad administrativa.
Este primer apartado de la muestra se completa con piezas arqueológicas como puntas de lanza forjadas en hierro del siglo XII halladas en un yacimiento en Eskoriatza. De ese mismo siglo se exhibe una trompa de guerra cerámica. Aún más, tras una vitrina también han dispuesto una recopilación de los Fueros del territorio, publicados en el siglo XVII.
El origen mítico de Gipuzkoa
Y con los Fueros llegaron las villas. La más antigua de ellas es Donostia, aforada hacia 1180 por Sancho VI de Navarra. Le siguieron Getaria, Hondarribia, Mutriku y Zarautz. Después, en el siglo XIII, se fundaron otros enclaves a lo largo de los ríos Oria y Deba, mientras que la última villa en fundarse, Urretxu, data del siglo XIV. A finales de esa centuria, todas se agruparon en una Hermandad, es decir, en la provincia de Gipuzkoa, y su cuaderno de Ordenanzas, fechado en 1457, puede admirarse en San Telmo.
Dos siglos más tarde, ha recordado el comisario de la exposición, surgió el origen mítico del territorio a partir de las élites que deseaban medrar en la corona castellana. Ejemplo de esa élite venida a más, se exhiben varios escudos de armas tallados en piedra como el de los Idiáquez o los Ormazabal.
Entre las piezas más destacadas que se exhiben se encuentran las relacionadas con ese origen mítico del territorio. Traídos desde Tolosa, se muestran los altorrelieves esculpidos en el siglo XVI por Jerónimo de Larrea para el Archivo Provincial sobre el significado del escudo de Gipuzkoa.
En esta época comenzó el desarrollo marítimo e industrial del territorio, representado en esta muestra con elementos como acciones de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas o el manual para construir galeones, es decir, El arte de fabricar reales (1688), de José Antonio de Gaztañeta.
Una gran maqueta del siglo XX
La exposición sigue con lo acontecido en los siglos XIX y XX y destaca la gran maqueta de seis por cinco metros tallada en madera del territorio, con sus 88 municipios y los principales ríos y montañas, que acompañó a la muestra de San Telmo inaugurada en 1951 sobre el Plan General de Ordenación Urbanística de la Provincia de Guipúzcoa. El itinerario desemboca en la iglesia del museo, concluyendo con los lienzos de Sert que representan once escenas ligadas al territorio y al País Vasco.