Con ocasión del IV centenario del nacimiento del célebre clínico inglés Thomas Sydenham (1624-1689), he escrito una biografía, que lleva por título Tras las huellas de Sydenham, obra que ha sido presentada recientemente en Donostia, en la cripta de san Jerónimo de la Biblioteca Municipal, con asistencia de numeroso público. El libro ha tenido favorable eco en la Facultad de Medicina de nuestra UPV/EHU y será el regalo que reciban los decanos y decanas en la 86ª Asamblea de su Conferencia Nacional, a celebrar en Bilbao a finales de noviembre. Asimismo, la noticia ha llegado también a Cádiz, a la emblemática librería Manuel de Falla, y no por casualidad, ya que el texto está dedicado “in memoriam” al profesor gaditano y eminente catedrático Francisco Herrera Rodríguez, fallecido hace un año y al que la Universidad de su ciudad le dedicará un aula con su nombre y, en ese contexto, volveremos a recordar a Sydenham. Nuevos actos se prevén en la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra y en Deusto.

Volver ahora, cuatro siglos después, en un mundo en donde la medicina está tan altamente tecnologizada y protocolizada, a revivir la figura del llamado Hipócrates inglés, el Shakespeare de la gota o el Divino Sydenham, pudiera parecer algo anacrónico y difícilmente explicable, salvo para algún erudito. Pero es lo que tiene la Historia de la Medicina, es deseable y provechoso volver al pasado para entender mejor el presente y atisbar el futuro. La inmediatez del momento nos hace perder perspectiva y hay tantas ideas que nuestros clásicos médicos ya las formularon y hemos olvidado. Volvamos a ellos, revisitémoslos.

En la historia de la medicina inglesa hay un triunvirato que representa a las figuras más destacadas de su panteón: Willian Harvey, el descubridor, en el siglo XVII, de la circulación de la sangre, derrocando las teorías de Galeno; John Hunter el cirujano y anatomista del siglo XVIII e iniciador de la cirugía experimental, y nuestro Sydenham, el clínico que cambia el paradigma de acercarse al enfermo, derrocando el galenismo, e individualizando las dolencias con el concepto de “especie morbosa”. Los tres están erigidos en sus vistosas estautas en piedra de Caen, que llevó a las Islas Guillermo el Conquistador, según el relato de la Tapisserie de Bayeux, ubicadas ahora en el Museo de Historia Natural de Oxford, flanqueados por Hipócrates y Aristóteles.

El título de la obra ha querido jugar con dos conceptos al plasmar en su cubierta de azul cobalto una radiografía de una artritis gotosa, la dolencia que afectó a nuestro biografiado en vida y le permitió redactar la mejor descripción clínica que de la podagra se ha hecho, hoy vigente y, por otro lado, ese pie nos ha permitido seguir sus huellas y su rastro en un viaje por tierras inglesas buscándole. y encontrándole en algunos lugares que conservan su memoria.

Winford Eagle es la aldea, un tanto bucólica, de la campiña inglesa de la región del Dorset donde nació y ahí sigue la mansión (Manor Farm), en la que vivió y mantiene su recuerdo. Tuve la ocasión de entrar en ella y comprobar los vestigios que quedan del siglo XVII, lo mismo que la capilla de St. Lawrence, en donde fue bautizado. En ese lugar me entrevisté con el Dr. Michael Denny, autor de la última biografía en lengua inglesa de Sydenham, Castles in the air (2023), y que ha tenido la amabilidad de enviarnos un epílogo para este volumen.

Los pasos nos condujeron a Oxford, en donde estudió Medicina y de allí, pasando por Bath y sus aguas sulfurosas de época romana que recetaba nuestro médico, a Londres, donde descubrimos el epitafio de su sepultura en la iglesia de St. James, en Piccadilliy, en donde reposan también los restos de la artista del barroco Mary Beale, que pintó el mejor retrato de Sydenham conservado en el Colegio Médico de la capital británica, así como el busto que realizara Joseph Wilton, en 1758. Ese mismo colegio que, en vida, lo despreció, “la envidia medicorum”, y que poco se ha esforzado por celebrar esta efeméride. Las Humanidades Médicas no están de moda.

Nuestra obra se articula en once capítulos en los que se desgrana desde el entorno geográfico, social, cultural, científico y político, imprecindibles para entender al personaje, hasta los mínimos detalles de su estudios médicos, peripecia profesional, influencias y legado, así como un análisis de su escritos. Quizás, uno de los capítulos más novedosos sea la estrecha relación entre el médico y filósofo Locke y Sydenham, pilares de su ciencia médica, sin olvidar el valor de la iconografía que exponemos y su legado en Europa en siglos posteriores. Tantas vertientes de una peripecia vital que abarca la ciencia y la cultura en el barroco inglés.

En 185 páginas se condensan aspectos de la ciencia médica que nos pueden hacer reflexionar hoy también.

El tiempo dirá si el empeño ha merecido la pena. Pienso que en lengua española esta pueda ser la biografía más completa escrita hasta la fecha.

Corresponde a otras juzgarla y para eso hay que adentrarse en su lectura, abrir las páginas de un libro cuya cuidada presentación atrae y habla bien del diseño realizado por Mazedonia Design Studio, Gorka Sánchez & Ainhoa Garmedia, y de la veterana y acreditada imprenta Michelena Artes Gráficas.l

Autor del Libro ‘Tras las huellas de Sydenham’ y profesor titular numerario de Historia de la Medicina de la UPV/EHU