La película Rich Flu, del director vasco Galder Gaztelu-Urrutia, recibió ayer el elogio unánime del público y la crítica y se sitúa ya entre los filmes favoritos de la sección competitiva del Festival de Cine Fantástico de Sitges.
En la película, que llegará a los cines de la mano de Filmax el 24 de enero de 2025, Gaztelu-Urrutia reflexiona sobre el reparto desigual de la riqueza en nuestra sociedad, un tema que ya abordó en sus anteriores cintas, El hoyo y la secuela El hoyo 2, pero en esta ocasión añade una nueva trama para acercarse al fenómeno de la inmigración desde un punto de vista diferente.
Sinopsis
En Rich Flu, un virus mortal empieza a infectar a las capas más pudientes de la sociedad, liquidando a los millonarios a su paso, el papa, el rey de Gran Bretaña y, poco a poco, su foco se expande hasta abarcar riquezas más modestas, lo cual obliga a todo el mundo a deshacerse de sus fortunas.
El problema es que ya no queda nadie a quien venderlas y entonces la película se convierte en una distopía social en la que se combina la lucha de clases y la ciencia ficción pandémica.
En este proyecto, grabado mayoritariamente en inglés, el director ha contado con un reparto internacional encabezado por Mary Elizabeth Winstead, Timothy y Rafe Spall, Lorraine Bracco o Jonah Hauer-King.
Desde la experiencia de haber pasado ya una pandemia, el director y el equipo de guionistas imaginó “qué pasaría si irrumpiera un virus que afectara a las personas más ricas, si la maldición fuera precisamente tener mucho dinero, y en paralelo pensar en la historia de una inmigración que afectara a una persona del primer mundo”.
Aunque en la primera parte Gaztelu-Urrutia no evita cierto tono satírico, especialmente en una escena en la que la protagonista escucha impasible proyectos de posibles producciones cinematográficas, “en la segunda acordamos que, tratándose de un tema tan importante y tan en primera línea de la actualidad como es la inmigración, no se podían hacer bromas, se tenía que hacer con seriedad”, apuntó.
La película, según su director, no se decanta ni juzga: “Nosotros ponemos las preguntas sobre la mesa y los espectadores son los que deben sacar sus conclusiones”.
Gaztelu-Urrutia valora la “valentía” de los productores, que han permitido una producción de esta envergadura, que “se rodó en 53 localizaciones diferentes, que no se repitieron”. Para la puesta en escena quisieron reproducir “el aspecto comercial de las películas americanas de los 80 y los 90, combinando planos generales, opulentos, con primeros planos de un cine más actoral; y la segunda parte es más sobria, más austera, más documental”.