Un total de 22 títulos darán la posibilidad a los espectadores del Zinemaldia de comprender la “Italia violenta” surgida tras la II Guerra Mundial. El Festival Internacional de Cine de Donostia ha dado a conocer este viernes las obras que componen la retrospectiva de este año, titulada Italia violenta. El cine policiaco italiano, que se ha programado durante las fechas de la 72ª edición y que pertenece, a su vez, a la iniciativa Klasikoak que el certamen comparte con la Filmoteca Vasca. Además de las sesiones en la sala oscura, el Zinemaldia publicará un libro monográfico escrito por el historiador Felipe Cabrerizo, que ha coordinado la retrospectiva junto al miembro del Comité de Selección y periodista Quim Casas.
Luchino Visconti, Pietro Germi, Fernando Cerchio, Luigi Zampa, Damiano Damiani, Umberto Lenzi, Pasquale Squitieri, Matteo Garrone y Marco Bellocchio son algunos de los cineastas que exploraron el poliziesco. El Istituto Italiano di Cultura colabora en este apartado con el que el Zinemaldia busca ayudar a “difundir un género que sirve para realizar un acertado retrato del país y que todavía hoy sigue pendiente de revisión desde un prisma contemporáneo”. Utilizando los términos propios del género, el Festival sonsacará con estas películas las intrigas de aquella Italia violenta a punta de pistola.
Será Visconti quien inaugure el ciclo con Ossessione, rodada en 1943, y que se sobrepuso a la censura que Mussolini impuso sobre el “cine criminal”. Clara Calamai y Massimo Girotti protagonizan una turbia historia, adaptación en clave neorrealista de El cartero siempre llama dos veces, sobre una mujer casada con un comerciante que se verá instada por su amante a acabar con su marido.
En ese mismo discurrir, el ciclo continuará con obras como las de Mario Soldati –Fuga in Francia (1948)– y Fernando Cerchio –Il bivio (1951)–, que permitirán al espectador comprender las consecuencias de la contienda bélica en la península italiana. Con trabajos como In nome della legge (1949) o Processo alla città (1952), Pietro Germi o Luigi Zampa, por su parte, reflejaron el fenómeno creciente de las redes criminales a finales de los 40 y principios de los 50. Precisamente, a finales de esta década fue el propio Germi quien hizo que el poliziesco se librase de las cadenas que lo ataban a los policiacos de otras cinematografías. Lo hizo en Un maledetto imbroglio, una película de 1959 que, además, protagonizó él mismo.
La corrupción política
Las nuevas formas y temas a tratar comenzaron a surgir en los 60, con el colapso del boom económico y la revolución de mayo de 1968. Il giorno della civetta, estrenada ese mismo año y que aborda el asesinato de un sindicalista por la mafia siciliana mediante el prisma de la corrupción transversal de la clase política, sirvió para inaugurar el periodo, que alcanzó su “punto culminante” al año siguiente con Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto, de Elio Petri.
Italia violenta también proyectará la Concha de Plata de 1972 a Mejor director: La polizia ringrazia, de Stefano Vanzina, sobre una brigada policial que busca a un grupo de vengadores que mata delincuentes que no han conseguido ser encarcelados. Esta película se estrenó en un marco social muy concreto: el de la aparición del terrorismo. La de Vanzina daría luz a un subgénero, el poliziottesco, enmarcado en la serie B.
La década de los 70 supuso la confirmación de una auténtica industria en torno a este tipo de cine, que llegó a tener un star system propio con actores como Franco Nero, Claudia Cardinale, Fabio Testi o Gian Maria Volonté.
No obstante, con la consolidación también llegó el declive. La hiperproducción de largometrajes de este género trajo el colapso de la citada industria, que vio su punto más bajo tras el asesinato de Aldo Moro por las Brigadas Rojas y que Giuseppe Ferrara trasladó a la gran pantalla en Il caso Moro (1986).
El siglo XXI
El ciclo sobre el poliziesco concluirá con tres películas que hicieron resurgir al género en este siglo: Buongiorno, notte (2003), de Marco Bellocchio; L’ultima notte di amore (2023), de Andrea di Stefano; y la más importante, Gomorra (2008), de Matteo Garrone, que se proyectará en el Zinemaldia con un nuevo montaje y restaurada en 4K.