El excéntrico científico Herbert Von Krantz inventa el annulator, un artefacto capaz de dejar inservible cualquier fuerza nuclear. Para evitar que las potencias atómicas se hagan con este invento y lo destruyan, el despótico científico, acompañado de su hija Sylvaine y de su sirviente albino Yvan, se aísla en una mansión impenetrable. No obstante, no lo tendrá fácil. Con el objetivo de tener cierta ventaja durante la Guerra Fría, cuatro equipos de espías, franceses, rusos, estadounidenses y calvos se movilizan para conseguir la fórmula, registrada en un rollo de una película doméstica de unas vacaciones en la inescrutable Shandigor. Esta es la disparatada premisa de el El desconocido de Shandigor/L’inconnu de Shandigor (1967), la ópera prima de Jean-Louis Roy y la primera película suiza que compitió en el Festival de Cannes. En la tarde de este viernes, el cine de Tabakalera acogerá la proyección de esta rara avis fuera de círculos especializados. El largometraje, restaurado en 4K por la Cinemateca Suiza, será presentado por el director de dicha institución, Frédéric Maire. Se trata de una sesión que se enmarca en Klasikoak, el programa que impulsado por la Filmoteca Vasca y el Zinemaldia, que llevará esta y otras cintas restauradas a las principales capitales del país. 

Jean-Louis Roy (1938-2020), como otros compañeros de la Nueva ola del cine suizo –influenciados por la nouvelle vague gala–, perteneció a una generación de técnicos que trabajaron en la Télévision Suisse Romande (TSR) –Roy llegó a ganar la Rosa de Oro, el galardón europeo más importante que se otorgaba a la televisión, por el mediometraje Happy End–, la cadena francófona suiza, desde principios de 1960. 

Los espías calvos son una de las facciones de espías de la película. N.G.

Allí pasó por diferentes oficios técnicos hasta que dio el salto a la dirección de largometrajes con El desconocido de Shandigor en 1967, un año antes de la fundación del Grupo 5, con el que Alain Tanner, Michel Soutter, Jean-Jacques Lagrange, Claude Goretta y el propio Roy dieron alas a un nuevo tipo de séptimo arte alejado del cine realizado en la suiza germana y también del rodado en la zona de influencia francesa, caracterizado por ser algo más “político” y neorrealista. Para producir su primera película de formato largo, el realizador recurrió a amigos y a material de la TSR y consiguió “con pocos medios producir una obra espectacular”, que fue descrita como “una película de James Bond, revisitada por Friedrich Dürrenmatt –célebre escritor suizo–”.

Jean-Louis Roy y el cine de aventuras

Frédéric Maire charla por teléfono con NOTICIAS DE GIPUZKOA desde la sede de la Cinemateca Suiza, institución que se ha encargado de restaurar esta obra, y describe la importancia, no sólo de la película de Roy, sino del Grupo 5, que surgió con la idea de producir sus propias películas, entre las que se encuentra una de las más reconocidas, La salamandre (1971), de Alain Tanner.

Roy era un gran amante del cine y de las expresiones culturales populares. Le encantaban las historias de aventuras, de espionaje, la ciencia ficción y los cómics. Desde bien joven, con doce años, organizó un cineclub en su casa en el que proyectaba comedias de Buster Keaton y Charlie Chaplin, al que invitaba a sus amigos para cobrarles entrada. “Era un hombre muy peculiar”, ríe Maire.

“Hoy en día plantear una película de ciencia ficción para hablar de los problemáticas contemporáneas es normal, entonces no era muy natural”, cuenta Maire. De hecho, los sectores más conservadores y academicistas de la sociedad suiza e, incluso, el propio Gobierno pusieron el grito en el cielo cuando El desconocido de Shandigor fue seleccionada para competir por la Palma de Oro.

De Suiza a Barcelona

Para localizar la película en un desconcertante ambiente futurista, Roy combina ciertos enclaves rodados en Ginebra, “convirtiendo la ciudad en un lugar inquietante”, con otros parajes modernistas de la Barcelona de Antoni Gaudí. La Casa Milà, el parque Güell y el parque de atracciones del Tibidabo son algunos de los lugares que el personaje de Sylvaine –Marie-France Boyer– visita con su amante Manuel –Ben Carruthers–, tras haber escapado del yugo de Von Krantz –Daniel Emilfork– y haber sido capturada por la facción de espías calvos.

Otro aspecto notable de la película, según el director de la Cinemateca Suiza, es su “notable casting” de actores franceses como el citado Emilfork o, incluso, Serge Gainsbourg, cantante galo que interpreta al líder de los agentes secretos pelados y que, aprovechando sus dotes para el canto, protagoniza un momento surrealista entonando el tema Bye, bye, mister spy.

El terror nuclear en el cine

Tras la II Guerra Mundial fue una constante del cine hablar del terror nuclear desde la ciencia ficción y desde la sátira. Tres años antes de que Roy rodase su primer largometraje, Stanley Kubrick estrenó ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, una película que cuenta con no pocos paralelismos con L’inconnu de Shandigor

Por un lado, se encontraría la temática. En el caso del largometraje británico, habla sobre la destrucción mutua asegurada debido a la explosión de todas las cabezas nucleares y los intentos de las distintas facciones de detener el fin del mundo. En el caso suizo, por su parte, lo que plantea es lo contrario, la paz mutua asegurada a través de la desactivación de las potencias nucleares gracias al annulator y los intentos de las naciones por hacerse con ello. 

Otro de los puntos en común sería el del personaje del científico loco. El doctor Strangelove de ¿Teléfono rojo?, interpretado por Peter Sellers, y el Herbert Von Krantz de Daniel Emilfork comparten rasgos como su origen alemán, su excentricidad y el uso característico de la silla de ruedas.

¿Se inspiró Jean-Louis Roy en la obra de Kubrick? El director de la Cinemateca Suiza dice que es algo que ignora, aunque reconoce que los paralelismos son notables. De cualquier modo, no alberga ninguna duda de que Roy conociese el largometraje de Kubrick. “La amenaza nuclear estaba muy presente. Había ocurrido recientemente la crisis de los misiles de Cuba. El miedo de que una Tercera Guerra Mundial pudiese comenzar con la bomba atómica estaba en el día a día”, recuerda Maire. De hecho, el temor sigue más presente que nunca. La pena es que sólo en el cine, como hoy en Tabakalera, se puede encontrar un annulator.