En la sala de exposición principal de Tabakalera se presenta la obra de siete escultoras de ámbito vasco e internacional. En Pieles y Pliegues muestran sus esculturas, instalaciones, y dispositivos. Comisariada por Laura Vallés, trata de ofrecer un panorama diverso y transdisciplinar, que hoy realiza un grupo de mujeres, realizando un “surco” tras la obra de la generación de escultores del País Vasco como Oteiza, Chillida, Basterretxea, y Mendiguren, cuyo aniversario celebramos este año.
Las obras de las artistas elegidas serán presentadas, activadas, y demostradas por diversos grupos y colectivos, tratando de que la observación de las obras no quede solo en el ámbito perceptivo.
Nora Aurrekoetxea (Bilbao, 1989), Sahatsa Jaúregi (Itaparica, 1984), June Crespo (Pamplona, 1982), Iman Issa (EL Cairo, 1979), Yael Davids (Kibutz Tzuba, 1968), Lucia Koch (Porto Alegre, 1966), y Kimia Kamvari (Colonia, 1986), utilizan materiales tan diversos y heteróclitos como gomaespuma, hormigón armado, pigmentos, pintura, madera, vidrio, lana, tela, metal, collage de papel, impresión 3D, acrílico, epoxi, postes metálicos, acero, polvo de sangre y aluminio. El cambio de repertorios materiales de las décadas precedentes es bastante radical y notorio, aunque no tanto a nivel de repertorios ideológicos.
Nora Aurrekoetxea presenta dos obras, “Kaia” y “Erdibitu” (2023), horizontal y vertical, con materiales rígidos y blandos, compuestas por líneas curvas y alabeadas, de gran fuerza y delicadeza, y claridad en sus propuestas.
Iman Issa realiza una serie de Autorretratos (2019) de volúmenes curvos , puros y blancos, cortados por planos rectos y contundentes. Depuración de formas y propuestas post-Arpianas, silentes y atemporales.
Yael Davids ofrece una instalación mondrianesca, en la que la suma de diversos materiales hace guiños a lo rural y a experiencias táctiles.
Sahatsa Jaúregi propone una instalación metálica industrial, base para diversos usos y utilizaciones varias.
June Crespo presenta un conjunto de esculturas realizadas en hormigón a partir de encofrados de bidones de acero y aditamentos de pintura, que exigen la activación de sus espacios para su transformación humana y dinámica.
Lucia Koch ofrece un espacio efímero y sutil con telas teñidas de rojo sangre y tierra, que a modo de instalación crean un espacio lleno de sensibilidad y de erotismo.
Y Kimia Kamvari realiza una reflexión conceptual, a base de fotografías y polvo teñido de sangre, sobre el límite del lenguaje y de la vida-muerte.
Como puede observarse, propuestas en gran medida y parte conceptuales, lecturas de las primeras vanguardias del siglo 20, utilización de códigos femeninos relativos al tacto, la piel, el sexo, y un concepto mas transversal y menos rígido, mas blando y moldeable que las anteriores Vanguardias escultóricas de fin de siglo. Una muestra abierta, interesante y receptiva a algunas de las corrientes que se realizan en el campo de la escultura femenina en las primeras décadas del siglo XXI. l¡¡