En octubre del pasado año, Grises comunicaba su retirada y anunciaba un último año de despedida sobre los escenarios que finalizará este sábado en Azpeitia (22.30 horas). Con seis discos en su haber, Amancay y Eñaut Gaztañaga, Alejandro Orbegozo, Gartxot Unsain y Gaskon Etxeberria cierran una etapa “vital” agotados por una industria que “está llevando al extremo a los artistas”.

Llevan más de un año despidiéndose de los escenarios. ¿Cómo lo están viviendo?

Estamos expectantes porque no sabemos cómo va a ser este sábado, pero vemos que la gente tiene muchas ganas porque las entradas prácticamente se han agotado. Así que también con especial ilusión.

¿Han preparado algo diferente?

Sí. Va a ser un concierto largo en el que haremos un recorrido por los seis discos y además habrá colaboraciones. Va a ser un día bonito.

Una vez que llega el momento final de despedirse, ¿se ve de otra manera la decisión de disolverse?

Es algo que nunca hubieras pensado. Llevamos 20 años juntos y hay relaciones que duran menos (risas). Al final, es como cuando terminas algo que ha sido muy importante para ti, pero sabes simplemente que en algún momento se tiene que terminar porque cada uno de nosotros esta con la energía en otros proyectos. No queríamos que fuera desapareciendo sin más porque ha sido algo muy especial para nosotros. Da pena, pero también vértigo, miedo, tristeza... y a la vez ha sido una decisión tan consciente y tomada desde el corazón que lo convierten en un funeral. Algo que muere para que nazca otra cosa nueva. 

Eñaut está implicado con Ezpalak, Gartxot debutó con un disco en solitario, usted actúa en varias obras y tiene pendiente publicar un libro... ¿Cuánto han influido los proyectos paralelos de cada uno para tomar esta decisión?

La industria musical no perdona y la manera de hacer arte hoy en día es estar ahí y sacar cosas constantemente porque, si no lo haces, parece que no estás. Nosotros no comulgamos mucho con esa manera de crear. Cada uno estaba haciendo otras cosas, por lo que no podíamos darle todo lo que necesitaba el proyecto. Veíamos que, si seguíamos así, Grises simplemente desaparecería y no lo veíamos justo. Para nosotros ha sido de las cosas más importantes de nuestra vida. 

En su caso, vino de un mundo diferente como es el de la música clásica y, además, está ligada a la interpretación. ¿Ha hecho que se sienta más desmarcada que sus compañeros a la hora de seguir relacionada con el grupo? 

Ya no porque llevo la mitad de mi vida haciendo esto. A mi me cuesta mucho creerme que soy capaz de hacer algo, así que he tenido siempre una sensación de que me han regalado un sitio que no me merecía. Es algo que me pasa y que no es real. Después de 20 años también me siento parte de la industria musical y del rock y el indie, pero ahora mismo necesitaba desmarcarme de esa manera de hacer más que del propio círculo. La industria musical está llevando al extremo a los artistas y yo como creadora que también trabaja en otras disciplinas no me veo en esa vorágine de autoexposición y autoexplotación. 

"La industria musical está llevando al extremo a los artistas y yo como creadora que también trabaja en otras disciplinas no me veo en esa vorágine de autoexposición y autoexplotación"

¿Nota, por lo tanto, muchas diferencias con la industria en la que comenzaron?

Sí. Sobre todo ahora con las redes sociales y con la necesidad de estar todo el rato exponiéndote. Pero también con la manera nueva de consumir. Todos tenemos que asumir que el arte cambia porque los lenguajes cambian y las generaciones nuevas lo necesitan, pero creo que esto va más allá del lenguaje artístico y tiene más que ver con el dinero y con el capitalismo. En ese sentido, todo es cada vez más brutal y tiránico. El vértigo que te da ahora cuando estás creando algo yo antes no lo sentía.

¿Ese vértigo lo achaca únicamente a la industria o también juega un papel en ello el paso de los años?

Creo que es propio del sistema. Todos, en cada uno de nuestros trabajos, notamos que cada vez el sistema nos aprieta más y tenemos que ser más productivos. Esto no tiene que ver simplemente con que estemos envejeciendo, va mucho más allá. La gente más joven lo sufre incluso todavía más. Nosotros hemos tenido un pequeño ápice de luz y hemos visto que también se puede vivir y crear de otra manera, pero mucha gente joven no lo ha vivido y se creen que la realidad es exponerse siempre y producir hasta la saciedad. 

En su caso, han tenido la suerte de poder tocar casi donde han querido, desde salas pequeñas y grandes hasta festivales.

Sí. Hemos cumplido los sueños que teníamos (risas). Poca gente puede decirlo, aunque nos hubiera gustado cumplirlo con menos precariedad (risas). Nos poníamos objetivos y los conseguíamos, siempre desde un lugar muy sano. También la perspectiva que nos da vivir en un pueblo y ver las cosas de otra manera ayuda. 

"La ruptura no es una ruptura con las personas, es un adiós al proyecto. Las personas siguen y el amor y la amistad están, así que hace que se vea todo de otra manera"

El último disco, ‘Talismán’, salió en medio de la pandemia y, aunque posteriormente pudieron tocarlo con normalidad, no sé si terminó por llenarles del todo. 

La pandemia fue un crack y en ese agujero cayeron muchas obras que desaparecieron. La energía que teníamos con Talismán y lo que luego ocurrió fue un paréntesis enorme. Hemos tenido la suerte de poder tocarlo posteriormente, pero claro, el primer impulso estaba roto y luego fue raro.

¿Ese parón les llevó a que cada integrante pensara más en sus proyectos?

El momento del parón, yo te hablo por mí aunque seguramente el resto de compañeros estén de acuerdo, me hizo pensar en lo que era importante para mí y en lo que quería destinar mi energía. Me acuerdo estar encerrada en casa y tener que seguir haciendo cosas para Grises, acústicos y cosas rarísimas para redes, todo gratuito. Era una ansiedad enorme porque no sabíamos qué iba a ser de los directos. Toda mi vida gira en torno al escenario y pensaba que igual no volvía a tener nunca más trabajo. No sabía qué iba ser de mi vida. En esa situación te planteas si quieres seguir alimentando al monstruo del sistema o si quieres hacerlo de la manera que sea lo menos brutal posible. 

Afortunadamente, esos momentos son ya cosa del pasado y parece que la escena vasca hoy en día es muy distinta con cada vez más propuestas diferentes. ¿Lo notan así?

Sí. En Euskal Herria ha habido un cambio maravilloso y este cada vez se ve más. Todos los idiomas oficiales se toman más en cuenta y hay una mayor libertad porque cada artista cree en el idioma en el que quiera. Euskadi siempre ha sido muy productiva, pero también muy diversa y libre.

En su caso, ¿es de mirar al pasado y hacer resumen de estos años con Grises o prefiere centrarse en el presente y en el futuro?

Yo intento vivir el presente (risas), pero de todo se aprende. Grises ha sido una experiencia vital y gracias a lo que ha sido también soy. Por supuesto que me quedo dentro todo lo que he vivido, pero la ruptura no es una ruptura con las personas, es un adiós al proyecto y es muy distinto. No es lo mismo si dejas un grupo porque todo el mundo se lleva mal que si lo dejas porque el proyecto necesita acabar. Las personas siguen y el amor y la amistad están, así que hace que se vea todo de otra manera, menos dolorosa.