En un contexto en el que el los límites de las disciplinas son tan difusos y el avance de la tecnologías, en especial el desarrollo de las inteligencias artificiales, permiten la automatización de ciertos procesos, la redefinición de lo que son el arte y sus fronteras, un ejercicio que se aborda periódicamente, está de nuevo encima de la mesa. Tabakalera, junto al Donostia International Physics Center (DIPC), Tekniker, el Basque Culinary Center (BCC) y el Basque Center on Cognition, Bran and Language (BCBL), pretende que los estudiosos y los críticos se estrujen las meninges sobre el estado de la cuestión a través de la exposición Máquinas de ingenio, Jakintzen bidegurutzean, que se ha presentado este jueves en la antigua fábrica de tabacos de Egia, y que cuenta con cuatro prototipos “en forma de instalaciones artísticas” que, según han explicado en una nota facilitada a los medios, “muestran una nueva manera de trabajar en la intersección entre el arte, la ciencia y la tecnología, para abordar de forma conjunta cuestiones vinculadas con los desafíos de nuestro tiempo”.

El Centro de Cultura Contemporánea de Donostia, que durante mucho tiempo tuvo una mediateca de nombre Ubik, en referencia a la novela de ciencia ficción de Philip K. Dick, abrazó en el año 2020 lo que resumen con el acrónimo ACTS, es decir, la liminalidad entre los campos del Arte, Ciencia, Tecnología y Sociedad. Los distintos resultados presentados temporada tras temporada (que, además, sirven como colofón a la presente exposición), incluyendo los de Máquinas de ingenio, parecen invocar también el espíritu de K. Dick, en este caso, el de su afamada ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, algo que puede volverse más explícito si uno se adentra en la obra C. El punto justo de conflicto cognitivo.

Sea como fuere, el desarrollo de estos cuatro prototipos, desarrollados por Laura MM, Marina Otero Verzier, Amaia Vicente y Elsa Yranzo, ha sido posible gracias a la financiación del Gobierno Federal Alemán, al ser seleccionada Tabakalera como una de las sedes de CIRCE (Creative Impact Research Center Europe). El encuentro de las citadas artistas con investigaciones científicas de equipos de Tekniker, DIPC, BCC y BCBL han permitido dar a luz a estas instalaciones y, precisamente, la muestra, comisariada por la vizcaina Maria Ptqk, se abre con unos audiovisuales desarrollados por Morgan Crea, e instalados en el hall de la principal sala de exposiciones, en las que se da cuenta de cómo nacieron los cuatro prototipos.

Los cuatro prototipos

El ala norte de la sala de exposiciones está protagonizada por Exografías, de Amaia Vicente y desarrollado con Tekniker y Gogoa Mobility Robots, y la ya citada C. El punto justo del conflicto cognitivo, de Laura MM, en colaboración con el BCBL y el grupo de Neurohacking de Medialab (antigua Ubik).

Vicente, diagnosticada de esclerosis múltiple, presenta en Exografías un exoesqueleto de movimiento continuo, un holograma en la que se halla tanto de pie como en silla de ruedas y un vídeo, describe así Tabakalera, “que documenta la interacción entre la paciente-artista y la tecnología, explorando los límites entre máquina y organismo y su impacto en la percepción del cuerpo normal y la influencia tecnológica en la plasticidad cerebral y el aprendizaje”.

El cuento Ricitos de Oro es, por su parte, la fuente de inspiración de Laura MM y C., una inteligencia artificial que aspira a ser artista cuando crezca, algo que conseguirá mediante la interacción con los visitantes que, mediante juegos conductuales que influirán en un software de creación de imágenes artificiales, facilitarán que la IA crezca, sobre todo, al intentar integrar planteamientos diferentes a los esperados.

En el ala sur de la sala, por su parte, se encuentra la primera colaboración entre el BCC Innovation, centro tecnológico de gastronomía de la universidad. Sugar Detox Clinic, una clínica de desintoxicación del azúcar con forma de azucarillo gigante, es fruto de la artista Elsa Yranzo, la doctora en ciencias gastronómicas Elena Romeo y el chef investigador Nahuel Pazos. “La obra utiliza tratamientos adaptados a diversos perfiles de consumidores-adictos, basándose en estudios sensoriales que exploran la influencia de los cinco sentidos en la percepción del sabor. La pieza explora la relación cultural y psicológica con el azúcar, abordando temas como la dieta como control, el dulce como recompensa y los miedos relacionados con la imagen corporal y la salud”, describe la institución.

Por último, en una nueva colaboración entre Tabakalaera y el DIPC, Marina Otero Verzier reflexiona sobre el impacto ambiental y el gasto energético necesario en la sociedad de los grandes servidores que avanza a la sociedad de las enormes infraestructuras necesarias para el mantenimiento de las inteligencias artificiales. Compost computacional, que es como se titula esta instalación, se basa en un sistema de vermicompostaje (un proceso de descomposición de materia orgánica utilizando lombrices), que se alimenta del calor residual de unos procesadores de cálculo del DIPC.