El órgano Cavaillé-Coll de la basílica de Santa María de Donostia, uno de los instrumentos de este tipo “más importantes de Europa”, volverá a sonar a partir de este viernes, 3 de marzo, tras dos años de restauraciones. Los trabajos, que han tenido un coste de 600.000 euros, se han acometido de mano de la casa Denis Lacorre, Facteur d’Orgues de Nantes y han sido presentados este lunes en la propia basílica. Según ha afirmado el propio Lacorre, las labores de remozado han prolongado su vida útil, al menos, otros 150 años.

El párroco de Santa María, director del Museo Diocesano y crítico de arte de NOTICIAS DE GIPUZKOA, Edorta Kortadi, ha anunciado que el instrumento de percusión será bendecido este viernes al mediodía en una misa que presidirá el obispo de la Diócesis de San Sebastián, Fernando Prado. Ese mismo día por la tarde, Michel Bouvard, organista de la basílica Saint-Sermin de Toulouse ofrecerá un concierto con un programa que incluirá una obra de Johann Sebastian Bach y tres piezas de César Franck, el compositor francés del siglo XIX que mejor comprendió las capacidades musicales de los órganos Cavaillé Coll. Kortadi y Lacorre han estado acompañados por la diputada de Cultura, Mari José Tellería, y por el concejal de Cultura de Donostia, Jon Insausti. El ente foral ha colaborado con la restauración con la aportación de 300.000 euros, mientras que el Consistorio de la capital ha aportado otros 150.000. El dinero restante ha provenido de las arcas de la propia parroquia de Santa María, que vendió de forma simbólica 270 de los más de 2.300 tubos que conforman el instrumento por un precio de 60 euros cada uno.

El órgano de Santa María fue inaugurado en 1863 y fue construido por Aristide Cavaillé-Coll e instalado por su hermano Vincent, respetando la arquitectura de la basílica, lo que para Kortadi, supone un acierto que permite que la sonoridad se ajuste al espacio y a los volúmenes del templo. Además del de Santa María, Aristide Cavaillé-Coll fue el responsable de la construcción de importantes órganos de Europa como el de la iglesia de Saint-Sulpice y la catedral de Notre Dame en París. En el caso del instrumento de Donostia, consta de 44 registros, en tres teclados manuales de 54 notas y pedal de 27. Lacorre ha explicado que se trata de un instrumento “muy completo”, pero también “complejo” en lo que se refiere a su uso. “Casi todos estos órganos son duros y necesitan que el organista se acostumbre a él”, ha comentado Lacorre. En la actualidad cuatro personas comparten el título de organista de Santa María: Loreto Aramendi, Gorka Cuesta, Ana Belén García y Alize Mendizabal.

La casa Cavaillé-Coll consideraba que un órgano musicalmente debía abarcar todas las frecuencias que el ser humano es capaz de escuchar. Es el caso del de Santa María que se mueve entre los 16 y los 14.000 hercios. “Tiene una acústica espectacular”, ha afirmado el restaurador, que ha añadido que, por su parte, la mecánica del instrumento permite una gran “precisión”. Es por ello, ha añadido Kortadi, que la música de César Franck con la que se reinaugurará el órgano es tan apropiada para este tipo de instrumentos, porque son capaces, prácticamente, de abarcar un abanico de sonidos tan amplios como el de una orquesta completa.

La restauración del órgano Cavaillé-Coll

Lacorre, según ha contado, conocía el estado del órgano hacía dos décadas. En la época en la que José Manuel Azkue ostentaba el puesto de organista de la basílica, el entonces párroco Félix Garitano fue el que le encargó el trabajo de afinación y en ese momento comprobó que su estado no era bueno. 

Lacorre, especializado en trabajar con piezas de la casa de Cavaillé-Coll, ha apuntado que el de Santa María es uno de los órganos que mejor han llegado hasta nuestros días, “es mítico”, en comparación con otros del Estado vecino, debido a que nunca se ha ejecutado una gran intervención de sustitución de piezas sobre el mismo. El de Donostia es el “único que se encuentra en su estado original”, a diferencia de los de Baiona, Annency y Saint-Sulpice, instrumentos a los que les faltan “registros” o que tienen alguna de sus piezas seriamente deterioradas.  

Entre los problemas que presentaba el de Santa María, además de la existencia de carcoma (la sillería del coro también ha sido desparasitada), el teclado también se había deteriorado provocando que alguna de sus teclas no volviesen a su lugar una vez pulsadas. 

Por otra parte, los secretos (las cajas que reparten los flujos de aire a los tubos), se habían dañado a causa de la calefacción de la iglesia, que durante un tiempo permaneció demasiado alta. Así, ha descrito que aunque son piezas grandes, los secretos también son “muy frágiles” y que estaban lleno de agujeros. Esto hacía que el aire se moviese libremente provocando que cuando se tocaba una nota, “sonasen muchas otras”.

A diferencia de ocasiones anteriores, en este caso las labores de mantenimiento han ido más allá de proporcionar la limpieza de los tubos y la afinación. Para subsanar las deficiencias existentes, Lacorre, que en su dilatada carrera también ha restaurado otros órganos como el de San Vicente, además del de Tolosa y Usurbil, desmontó completamente el instrumento. Los secretos y los tubos los restauró in situ en el coro de Santa María, mientras que el resto de piezas las trabajó en su taller de Nantes. Asimismo, también se ha sustituido la piel de cordero del interior, así como el cuero de las tuercas de mecánica. Por último, se han sustituido dos piezas –la viola 4 del recitativo y la expresión de báscula– por originales de Cavaillé-Coll. El registro de corneta, en cambio, que es de la escuela Amezua y Cía se ha mantenido al ser de “gran calidad”.