La escritora guipuzcoana Eider Rodríguez ha publicado la traducción al castellano y catalán de su libro Material de construcción, una “novela de no ficción” que parte de material autobiográfico en la que se sumerge en el alcoholismo de un padre y en los silencios de la familia y la sociedad.

Rodríguez (Errenteria, 1977) afirmó ayer que se ha hablado “mucho” de los estragos de la heroína en los años 80 y 90, pero que, sin embargo, el tema del alcohol no se ha tratado tanto y “puede tener unos efectos devastadores también”.

“Da más reparo hablar del alcoholismo que tener un familiar heroinómano”, añadió la autora, para quien existe una fina línea entre beber por placer y sufrir una adicción.

La protagonista de la novela, a partir de que su padre sufre un ictus, comienza a rememorar aspectos de su infancia y adolescencia, la relación con su padre –gestor de una empresa de materiales de construcción– y con su madre, así como de la presencia del alcohol en el hogar.

La escritora explicó que creía que había terminado el duelo por la muerte de su padre, pero que, a la hora de escribir, no encontraba fuerzas para otras historias que no fueran sobre él, por lo que, a partir de anotaciones que tenía comenzó a hacerlo en una narración que no le cabía en un cuento, y en la que personas reales se convierten en personajes ficcionados en parte.

Para la autora escribir la novela ha sido una forma de acercarse y entablar un diálogo imposible con su padre fallecido, algo que le ha servido para “entender y recolocar historias”.

La escritora apuntó que la familia siempre ha estado tratada en la literatura clásica, pero que ahora se está descubriendo que es un tema que se puede tratar “con enjundia” y que muchas autoras como Sara Mesa en literatura o películas como Cinco lobitos la están haciendo servir para también abordar otros temas a partir de ella.

A renglón seguido, comentó que en su familia nadie se ha escandalizado por el libro y que su madre ha respetado su elección del tema como escritora, y remarcó que hay personas que no están porque ha querido que fuera un duelo entre su padre y ella “con los menos testigos posibles”.

La novela está sobrevolada por los silencios, “cuando hay un alcohólico en una familia hay silencios que se convierten en acantilados”, pero también por la vergüenza, una cuestión que ha considerado que es un gran tema literario.