Casi 600 piezas, procedentes de colecciones públicas y privadas articuladas en torno a diez temas, permitieron conocer de primera mano todos los tesoros del Imperio Azteca. La mayoría de ellos llegaban al Estado español por primera vez.

La muestra se definió como una gran exposición que recreó esta época y reunió el mayor número de objetos artísticos elaborados por los diversos pueblos que convivieron en la etapa final del desarrollo mesoamericano, conocido arqueológicamente como posclásico tardío, que abarca los siglos XIII al XVI de nuestra era.

Distribuidos en once salas del museo, la muestra fue visitada por cerca de 550.000 personas.

Comisariada por Felipe Solís, director del Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México, la exposición abarcó la vida azteca desde muy diversos aspectos; dioses, ritos religiosos y la vida cotidiana de los aztecas, pero también estuvieron presentes muestras de las culturas de los pueblos a los que sometieron y de los enemigos, el imperio Tarasco, que frenaron su expansión. 

La exposición mostró el esplendor del imperio azteca en todas sus vertientes . ZIGOR ALKORTA

El recorrido, que daba comienzo mostrando el medio natural en el que se desarrolló su cultura, permitió conocer al detalle la civilización precolombina a través de monos, coyotes, serpientes y águilas, que daban buena cuenta de la maestría de los artistas aztecas.

El imperio azteca, la exposición más exhaustiva dedicada a esta civilización y al arte precolombino

Además, la exposición dejó ver el carácter jerarquizado de la sociedad, en la que sólo la nobleza utilizaba joyas de oro, turquesa, conchas y obsidiana y también piezas de arcilla con las que se adornaban las clases bajas y los objetos domésticos de cerámica.

La visión sagrada del universo y los ritos religiosos constituyó otro de los apartados de la exposición.

El recorrido por los ancestros de los aztecas dejaron ver también la gran unidad de la cultura mexicana antigua, un aspecto a destacar, ya que en palabras de su comisario, los aztecas representan el último estadio en una evolución cultural de más de 30 siglos, en el que la guerra se convirtió en la actividad fundamental.

Las máscaras rituales y los adornos de los guerreros presentes en la exposición mostraron cómo los aztecas adoptaron los símbolos de las culturas que les precedieron.

Visión sagrada del universo. Z. Alkorta

El recorrido de la muestra finalizaba con piezas que reflejan los primeros años de la colonización española.

Ambiente intimista

Para recrear el ambiente intimista que se buscaba, con salas en penumbra y luz enfocando directamente a las piezas, se recurrió al arquitecto mexicano Enrique Norten, quien fue el responsable de diseñar el montaje, basado en grandes vitrinas, dividiendo las salas y permitiendo observar las obras desde distintos puntos de vista.