Una de las exposiciones más destacadas de 2004 fue la retrospectiva del artista guipuzcoano, Jorge Oteiza. El Museo Guggenheim Bilbao consiguió este año mostrar la exposición más completa realizada en los últimos 15 años sobre el escultor guipuzcoano, Oteiza: mito y modernidad.

Comisariada por Margit Rowell, prestigiosa conservadora de arte moderno y contemporáneo, y el artista vasco Txomin Badiola, conocedor y gran admirador de la obra de Oteiza, la muestra estuvo compuesta por 183 obras, de las cuales 140 eran esculturas que abarcaban el 99% de lo mejor de su producción artística y experimental, sobre todo en la fecunda década de los años 50 en la que realizó lo más importante de su obra. La muestra se completó con 43 dibujos y collages procedentes de la Fundación Museo Jorge Oteiza que nunca antes se habían presentado al público.

El conocimiento de la obra de Oteiza es escaso hasta 1988 cuando, objeto de una retrospectiva y por primera vez, se puede apreciar la dimensión de su legado artístico en toda su amplitud. A partir de entonces, la obra del artista comienza a recibir la atención que merece.

Ubicada en las cuatro salas de formas singulares de la tercera planta del Museo, la exposición se organizó de manera que permitió plasmar la evolución formal y conceptual de del artista, reflejando así su proceso experimental.

Pese a ser uno de los creadores vascos más relevantes del siglo XX, la obra de Oteiza se ha expuesto en contadas ocasiones. Se trata de un trabajo extremadamente personal, que resulta difícil de comparar con la de ningún otro artista de su generación.

Su escasa visibilidad y la particularidad del arte de Oteiza atrajeron a la exposición a numeroso público.

Tendencias artísticas

Nacido en Orio, en 1908, el artista guipuzcoano experimentó por varias tendencias artísticas a lo largo de su vida. Aunque retrospectivamente en sus etapas finales se le podría relacionar con el minimalismo americano -movimiento surgido con posterioridad al período creativo del artista- las esculturas de Oteiza se enraízan en las vanguardias artísticas de principios del siglo XX: cubismo, expresionismo, surrealismo y muy especialmente neoplasticismo y constructivismo, al tiempo que comparte con otros artistas posteriores a la II Guerra Mundial una particular sensibilidad hacia lo abstracto, espiritual y humanista.