La Quincena Musical de Donostia ha querido este año homenajear al compositor Pablo Sorozabal, aprovechando que se cumplen 125 años desde su nacimiento, allá por 1897. Dentro de la sección Quincena Andante, que recorre distintos puntos de la geografía vasca, tendrá lugar Haritza eta Ihia (El roble y el junco), un concierto que reflejará distintas piezas del músico donostiarra y estará envuelto con constantes referencias a su vida. La cita se celebrará este jueves, 25 de agosto, a las 19.00 horas, en el Santuario de Arantzazu. Las entradas para el espectáculo se puede adquirir en la web de la propia Quincena.

La presentación del concierto ha tenido lugar en la mañana de este miércoles en el Kursaal y han participado el director del coro Easo y y director del proyecto artístico, Gorka Miranda; el director de Oñatiko Ganbara Abesbatza, Aitor Biain; la narradora del evento, Eider Perez; los pianistas participantes Iñaki Salvador y David de Oliveira; y la directora artística adjunta de la Quincena Musical, Oihana Muguerza.

Haritza eta Ihia es un proyecto conjunto entre el Coro Easo y Oñatiko Ganbara Abesbatza, donde participarán tanto cantantes solistas como músicos, tales como pianistas o txistularis, y confluirán danzas tradicionales y contemporáneas.

El título responde a la contextualización de “dos elementos que formaron parte nuclear de su vida”, segun indicó Miranda. Por un lado haritza, que hace referencia a que fue “una persona con unos principios muy arraigados, muy consistentes, que defendió hasta un extremo inimaginable”; por otro ihia, por “las circunstancias” con las que convivió y por “cómo tuvo que bailar, sortear y aguantar vientos y tempestades”, tanto a favor como en contra.

El recital se dividirá en tres partes, donde no faltarán piezas como Ba al dakizu Maite?, Ametsetan, o Gabiltzan kalez kale. Un total de 19 canciones que no dejan de ser una pincelada de toda su obra. “Una persona que ha vivido más de 90 años deja mucho patrimonio musical”, ha incidido Biain.

La iniciativa surgió "a base de un montón de reuniones y de cafés", en palabras de Miranda, y partiendo de "una primera inquietud: ¿qué podemos ofrecer diferente? ¿Qué podemos reivindicar como algo emblemático de este compositor, que no se haya puesto encima de la mesa?".

A esa diferenciación de un concierto propiamente convencional responde la figura de la narradora, que encarnará Eider Perez. Su voz servirá como hilo conductor del recital, ya que reflejará cómo fue la vida del compositor guipuzcoano, que nació en Donostia en 1897 y falleció en Madrid en 1988. “Mi trabajo ha consistido en tomar un aire de su personalidad y recorrido y pasarlo a palabras”, ha admitido Perez, respecto a la labor previa de preparación que ha llevado a cabo. Un cometido con el que esta joven ha disfrutado mucho; “lo que me ha gustado es que me ha llevado a tiempos de mi amona y mi birramona. He viajado a cafeterías, trenes, calles y teatros del siglo pasado”, ha recordado la narradora.

Fruto de ese viaje de la imaginación son los “3-4 textos” que Perez recitará en Arantzazu, repartidos en los tres actos que componen el espectáculo. Los primeros, “un par de poemas”, juegan con la metáfora del roble y el junco para explicar los comienzos de Sorozabal, a partir de “su personalidad y las sensaciones que nos quedan de él”. 

La segunda parte también hace referencia a sus inicios, aunque de una forma “más histórica”, relatando sus viajes a Alemania y su etapa en Madrid. La narración culmina con un último poema, “bastante abstracto”, que se vale de la frase Bada musikak duen zerbait (Hay algo que tiene la música), que se repite a modo de anáfora, para reflejar “un deseo que esconde” este género artístico y tratar de hacer entender “por qué es tan querido el trabajo” de Sorozabal.

Pero Perez no estará sola. Iñaki Salvador y su piano la acompañarán durante todo el concierto. “Será todo un placer” participar, ha subrayado el compositor. Su participación irá principalmente en forma de música improvisada “aunque habrá, de repente, destellos fugaces de algunas melodías de Sorozabal”, ha compartido.

Una espontaneidad que al principio del recital, por ejemplo, puede transportar al público “a un club de jazz”, algo que no sorprende si se tienen en cuenta los comienzos de Sorozabal y que hicieron que sus melodías danzaran entre el ragtime y el foxtrot y onestep, estos último tipos de baile norteamericanos que fueron populares a comienzos del siglo XX. 

Esos comienzos en ambientes de jazz, para después comenzar a “entrar en las grandes salas" es “un recorrido inverso” al de Salvador, que realizó sus estudios en el conservatorio para después terminar en ambientes más informales. Con todo, este proyecto “me ha supuesto mucho aprendizaje”, ha reconocido, al tiempo que subrayaba que “aprendo mucho en estas situaciones en las que salgo de mi zona de confort”.

Haritza eta ihia supondrá la tarde de este jueves una creativa manera de conocer más a fondo a Sorozabal, de sentir su cercanía a través de sus creaciones, un “elemento popular y cercano de uso funcional”, según Miranda. y es que el compositor siempre tuvo clara su labor: “traer al pueblo la música de las élites”, ha resumido Biain.