- Moria, galardonada con el premio Max 2022 a la mejor producción, llega este fin de semana a Donostia con su propuesta de teatro inmersivo que pretende ofrecer al espectador la experiencia de “sentir en su propia piel” la vivencia de dos mujeres reales en ese campo de refugiados de Lesbos.

Dirigida por Mario Vega y producida por Unahoramenos Producciones, Moria se representa hoy y mañana en el Teatro Victoria Eugenia, donde llega tras el éxito cosechado en el Teatro Fernán Gómez de Madrid. “Tratamos de que el público tenga una experiencia lo mas cercana posible a sentirse en el campo de refugiados de Moria, que es el patio trasero de los Derechos Humanos de Europa”, señaló ayer Nico Castellano, periodista y uno de los coguionistas de la obra junto con Ruth Sánchez, Marta Viera, Mario Vega, Luis O’Malley y Valentín Rodríguez.

Se trata de un “teatro documento” que alterna testimonios de dos mujeres (Saleha Ahmadzai, de Afganistán, y Douaa Alhavatem, de Irak) que viven desde hace años en Moria y a las que dan vida las actrices Ruth Sánchez y Marta Viera, que incluso llevan la ropa de las protagonistas reales de la historia.

Para llevar a cabo el proyecto, un equipo integrado por Mario Vega, Valentín Rodríguez, productor de Unahoramenos y la fotoperiodista Anna Surinyach viajó en enero de 2020 a Moria donde recogieron testimonios de más de catorce mujeres y se quedaron con los de Ahmadzai y Alhavatem, además de otra mujer afgana que sale en escena en algún momento pero que no es replicada como actriz.

“La idea es trasladar cómo aceptamos como normal la existencia de estos campos de la vergüenza” en unos tiempos en los que Europa “ha demostrado con la crisis ucraniana que cuando se quiere se puede y es posible dar papeles rápidamente”, indicó Castellano.

Moria es una oportunidad para visibilizar la realidad de los “refugiados convencionales”, que es distinta a la de los ucranianos, ya que éstos han recibido una acogida “como nunca se había dado” mientras “se cierra la puerta en las narices a los procedentes de otros países”, agregó.

La obra apareja hechos reales con la intencionalidad de la dramaturgia del teatro y “consigue el objetivo” de que los espectadores se “sientan en el espejo” de cómo se trata a los refugiados y “salgan enfadados” de la sala porque saben que “en su país y en su entorno continental se violan los derechos humanos”, concluyó Castellano.

Se trata de un “teatro documento” que alterna los testimonios de dos mujeres que viven en el campo de refugiados de Moria