- “La música, como la pintura o el cine, son vocacionales, no desaparecen nunca. Si un músico se jubila, es porque le ha caído un ladrillo en la cabeza. La vocación dura lo que dura el artista, hasta que muere. Con mejor o peor fortuna, pero es así”, sostenía Luis de Pablo hace ahora tres años. Una vocación y efervescencia creativa que le ha acompañado casi hasta el final, ya que De Pablo tenía previsto estrenar el próximo mes de febrero su sexta y última ópera, El abrecartas, en el teatro Real de Madrid.

El maestro bilbaino, que devolvió la música española a la vanguardia y la modernidad tras la posguerra en Europa, falleció el domingo a los 91 años de edad. Una pérdida irreparable que ha entristecido al mundo de la cultura y la sociedad en general.

De Pablo era un músico comprometido con su tiempo, que buscaba horizontes sonoros distintos. Casado con la pintora donostiarra Marta Cárdenas, fue uno de los máximos exponentes de la Generación del 51 (a través del grupo Nueva Música) junto a Cristóbal Haffter, Ramón Barce o Antón García Abril, entre otros.

Investigador y compositor riguroso, ya en los años 50 rompió moldes con obras que buscaban un nuevo lenguaje expresivo. El reconocimiento internacional dio una proyección mayor a su música, que abarcaba todos los campos: sinfónica, escénica, orquestal, vocal, de cámara, ópera y música de cine.

Aunque gran parte de su vida permaneció fuera de la capital vizcaina, De Pablo tuvo una gran vinculación sentimental con esta ciudad, por ello fue nombrado Ilustre Bilbaino en 2010. Nacido en el Casco Viejo de Bilbao -“en una casa que ya no existe, que estaba en la misma vuelta del Nervión, detrás del Arriaga”, recordaba- se trasladó muy pronto con su familia a Gipuzkoa. Su sueño, desde que iba al colegio en Hondarribia, era componer.

La música fue siempre su verdadera vocación, comenzó a componer con solo 13 años. Su formación, esencialmente autodidacta, fue completada en Madrid, y orientada por Maurice Ohana, Max Deutsch y otros. Pero tardó muchísimo en poder dedicarse solo a la composición.

Profesor del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid desde 1971, sufriría el exilio al recibir acusaciones del régimen franquista, lo que supuso que viajara e impartiera diversos cursos en universidades de América, Asia y Europa. A su vuelta a España -todavía durante la dictadura- y en los últimos años, Luis De Pablo mostró especial interés por la música étnica no europea, que usó como fuente de inspiración.

La extensa obra De Pablo, desde que en 1953 creara su primera partitura, incluye más de 300 títulos. Entre sus primeras composiciones, incluidas por Falla, Debussy, Bartók y Mompou, se encuentran Gárgolas (1953), Coral eucarístico (1954), Sinfonías (1954-66), Invenciones (1955), Concierto para clavicémbalo (1956) o Sonata para piano (1958), entre otras.

Formó el grupo Nueva Música, en Madrid, en 1958, junto con los compositores Ramón Barce, Alberto Blancafort, Cristobal Halffter, Manuel Moreno-Buendía y Antón García Abril; figuró en el grupo Música Abierta (1959) de Barcelona, y fundó el grupo Tiempo y Música, etapa en la que compuso Móvil I para dos pianos.

Estrenó su sinfonía Tinieblas en el agua (1978) en Metz (Francia) y en 1983, Kiu, la primera de sus óperas, en el Teatro de la Zarzuela. Su composición Portrait imaginé (1974-75), por encargo de la Universidad de Ottawa, fue estrenada en octubre de 1984, algo después de sufrir un infarto; y ese mismo año formó parte del comité para el proyecto de la construcción de la Ópera de La Bastilla, en París.

Galardonado con el Premio Nacional de Música 1991, representó ese año su concierto Sueños, para piano y orquesta, en Parma y Bolonia. Estrenó luego la cantata Antigua Fe (1992), basada en textos mayas y aztecas, en la catedral de San Isidro de Madrid.