las ciudades les faltan fuentes, y también espacios a cubierto en los que poder jugar en libertad. Los menores no socializan en torno a los bares como sus mayores, y el problema es que las urbes están diseñadas por adultos, carentes de esa visión sin prejuicios que a edades tempranas identifica la calle como un espacio libre. Según pasan los años, esos mismos lugares, "sobre todo para ellas", comienzan a despertar miedos y recelos.

Estas son algunas de las impresiones recabadas en un proceso de reflexión en el que han participado una treintena de menores guipuzcoanos, un colectivo habituado a que se hable de ellos pero sin darles voz. El resultado de este interesante trabajo de tres años impulsado por el Coro Easo es Hirira, una ópera que se representa el martes en el Teatro Victoria Eugenia, dentro de la Jornada Infantil de la Quincena Musical. Una obra que trasciende el plano meramente artístico.

Este proyecto convierte a sus participantes en actores que reclaman otras miradas. "Muchas veces, cuando pedimos que jueguen con nosotras, su respuesta es que no pueden, que están a sus cosas". Iraide Urbistondo, de trece años, hace un pequeño paréntesis durante el ensayo para dibujar con palabras esas otras realidades que se escapan a ojos de los mayores. "Durante la desescalada de la pandemia, no se hablaba más que de bares como espacios para socializar. Parecía que no había nada más", reivindica la hernaniarra.

Es una de las integrantes de este proceso de creación de una obra que nace de la mirada infantil, que observa la urbe de una forma activa y creativa. "Para mi la ciudad ideal es mucho más pacífica que la que conocemos, más pacífica y divertida", enfatiza. Ella es, casualmente, la primera artista en cantar durante el espectáculo. Interpreta a una niña que le pide a su tío que juegue con ella. Él dice que no, que le duele la espalda.

Excusas conocidas también por Manex Artola, de doce años, quien se revela ante tanto corsé impuesto por la crisis sanitaria. "Las clases online por la pandemia no me gustaron nada porque lo mejor del cole es jugar cara a cara", zanja sin titubeos el donostiarra, para retomar el ensayo poco después.

Pega un brinco y canta desde la proa de un barco imaginario, construido con piezas de cartón por los 35 niños y niñas que participan en la propuesta escénica.

Libertad y respeto

Sin prejuicios

Todos ellos, de entre ocho y 16 años, dan forma a esta obra que fue escrita en 1930 por Paul Hindemith y que, tal y como la concibió el propio autor, ha sido moldeada para la ocasión. "¡Cuánto tenemos que aprender del mundo infantil! Si algo reclaman es una ciudad libre y respetuosa. ", exclama Gorka Miranda, director del Coro Easo. Él es el artífice de haber adaptado la obra a la realidad guipuzcoana. Todo comenzó tras su participación en un congreso de Unicef sobre un proyecto de ciudades amigas de la infancia.

Tras aquella reunión surgió la inspiración. La idea era que los propios menores imaginaran una ciudad, la cual nada tiene que ver con el mundo Disney. Guarda más bien relación con su vertiente utilitaria. "Son ellos, estos pequeños artistas, los que han construido la obra con ideas muy inspiradoras y carentes de prejuicios. Durante los talleres nos sorprendió, por ejemplo, lo que anticiparon como oficios esenciales: médicos, transportistas, panaderos y panaderas... Trabajos que tras los peores momentos de la pandemia se han revelado tan importantes", subraya el director del coro.

Y de este modo, a través de las charlas, fueron surgiendo propuestas reales para replantear la idea de ciudad en todos sus aspectos: urbanístico, social, cultural, cívico... "Se ha trabajado con diferentes edades, y en función de ellas varía la percepción del espacio público. Mientras que a los siete años ven Donostia como un ámbito a explorar, algo así como una aventura, a partir de los diez u once años esos mismos espacios pueden suscitan miedo, sobre todo a ellas", observa Miranda, que se hace eco de las propias palabras de los adolescentes durante el proceso de creación.

Danza creativa

Larga conversación

En primavera se incorporó al proyecto Kutxa Kultur y desde entonces las jóvenes promesas han trabajado con un grupo de cuatro diseñadoras que han ido elaborando la vestimenta. Con ropa de Emaús como materia prima, han dejado impreso un sello personal siguiendo las directrices marcadas por los menores. "En ningún momento se planteó durante las charlas diferencias de género, de ahí que tanto chicas como chicos puedan vestir a lo largo de la obra falda o pantalón, indistintamente", detalla el responsable.

En las primeras semanas de trabajo se realizó un entrenamiento físico en el que se abordó la danza creativa. En la segunda fase se comenzó a improvisar el movimiento y la palabra sobre el canto. Mafalda Saloio es la directora artística. "Fue necesario un proceso largo de conversación para saber cómo imaginan esa ciudad, y a partir de ahí, de la palabra, dar pie al movimiento", explica. Asegura que ha sido un trabajo muy intenso.

Sin olvidar el aspecto lúdico, las actividades han estado dirigidas a que los participantes puedan expresar libremente sus impresiones. "Nos dicen que con frecuencia no se les tiene en cuenta en la toma de decisiones, que los adultos son siempre quienes deciden", resume Saloio, formada en la Escuela Internacional de Teatro Jacques Lecoq, en París. Esta obra de arte al servicio de la realidad social también cuenta con la participación, entre otros, de David Olivera, el director musical.

Durante varios encuentros, los niños y niñas del Coro Easo han hecho propuestas reales sobre la ciudad en la que les gustaría vivir

'Hirira' es una obra que trasciende el plano meramente artístico con menores que reclaman otras miradas de la realidad social

"En la desescalada no se hablaba más que de bares; parecía que no existía nada más"

Hernaniarra de trece años

"Las clases 'online' no me gustan nada porque lo mejor del cole es jugar cara a cara"

Donostiarra de doce años

"Tenemos mucho que aprender de ellos y ellas. Si algo reclaman es una ciudad libre y respetuosa"

Director del Coro Easo

"Con frecuencia no se les tiene en cuenta en la toma de decisiones; los adultos siempre deciden"

Directora artística