- El puerto de Belate y sus bosques se han convertido en los últimos días en una localización natural de El comensal, el tercer largometraje de Ángeles González-SindeEl comensal (Madrid, 1965), quien regresa así a los mandos de la dirección. “Esta zona es una maravilla, un escenario privilegiado”, aseguró ayer la directora, vía telefónica, en un descanso del rodaje, que se alargará en tierras navarras hasta el próximo 22 de junio. El filme es una adaptación de la novela autobiográfica de Gabriela Ybarra, en la que la autora vasca relata en primera persona la muerte de su abuelo a manos de ETA, y cuenta con un elenco que encabezan Susana Abaitua, Ginés García Millán, Adriana Ozores y Fernando Oyagüez.

Acerca de su regreso a la gran pantalla, tras haber rodado su último proyecto, Una palabra tuya, en 2008, González-Sinde aseguró que le atraía el hecho de focalizar la historia en “cómo una familia supera una pérdida dramática” y la manera en que esos traumas se van heredando de generación en generación. “Y eso tiene que afrontarse, porque si no sigue pesando y lastrando”, asegura la directora y guionista sobre esa carga que se torna inevitablemente en un comensal invisible en el día a día.

Precisamente, ese es el hilo conductor del largometraje, que toma como punto de partida el texto de Gabriela Ybarra, en el que la autora recoge su historia familiar, para adaptarla en cierta manera: “La película respeta la novela, pero hemos optado por cambiar los nombres y determinadas circustancias. Tenía muy claro que no quería hacer un documental”, asegura.

una historia ‘navarrizada’

El guion de la película cuenta la historia de Iciar -Abaitua- y Fernando -Oyagüez-, quienes afrontan la pérdida de uno de sus progenitores en tiempos distintos: Fernando en 1977 en Bilbao se enfrenta al secuestro de su padre por parte de ETA, e Iciar, en 2011, en Navarra afronta el cáncer fulminante de su madre Amalia -Ozores-. A partir de ello, Iciar toma conciencia del trágico asesinato de su abuelo, al que nunca conoció, y ante la negativa de su padre Fernando -interpretado en esta etapa adulta por García Millán- a hablar del asunto, Iciar se embarca por su cuenta en una reconstrucción de los tensos días del secuestro 40 años atrás.

Este protagonismo de Navarra en la historia surgió en el proceso de adaptación de la novela, ambientada originalmente en Nueva York, ciudad donde estudiaba la protagonista y a donde viajaban sus padres para el tratamiento oncológico. Con la pandemia y ante la inviabilidad de rodar en territorio norteamericano, González-Sinde propuso adaptar la historia a Pamplona, ya que “encajaba muy bien” al tener “buenas clínicas” y podía ser un buen destino “donde el personaje estuviese haciendo el posgrado”. De hecho, la película incluye una visita a la parroquia de San Lorenzo de Iruña, a donde acuden los personajes para “darle las gracias al santo”, apunta la exministra de Cultura del Gobierno español.